7. Me provocas.

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ERES MI TODO

CAPÍTULO 7

—Kenia Monasterio—

Se puede sentir la emoción del partido, todos en las tribunas no dejamos de hacerle barra a nuestro equipo que es donde están jugando los chicos. Me siento feliz por mi nuevo cambio, no sé si fue mi imaginación, pero Lucas no dejaba de mirarme, incluso hubo un momento donde venía hacia mí, pero Rogelia lo detuvo. Aunque estoy segura de que era mi imaginación, quizás ya estoy demasiado loca por él que me imagino cosas. El partido está casi por terminar y nuestro equipo va ganando, eso aumenta más la tensión del otro equipo y es muy emocionante todo esto.

—Ves cómo te miran los chicos —comenta Ana, sonriendo—. Los traes locos.

—Imaginaciones tuyas.

Estamos hablando cuando un chico se nos acerca con una sonrisa, y lo reconozco, lo miré hablando con Lucas antes de empezar el partido

—Hola, chicas —se sienta a un lado de nosotras.

—Hola —respondemos en unísono.

—¿Cómo se llaman?

—Soy Ana y ella es Kenia.

—Con su perdón, pero están muy bonitas, no sé por qué están solas. ¿Quieren venir conmigo a la fiesta de la escuela? Yo iré con mi primo Lucas

Ana y yo automáticamente nos miramos a la cara, ella no sabe si aceptar porque Lucas va a estar allí, eso sería incómodo para mí. Ana entiende mi mensaje.

—No, gracias, ya tenemos con quien ir —lo mira, sonriente—. Por lo que veo la belleza hace parte de su familia porque eres tan guapo como Lucas.

Así es ella, demasiado directa.

—Gracias, ustedes son muy guapas también —me mira pasando su lengua por sus labios—. Nunca te había visto por acá, ¿eres nueva en la ciudad?

—No, siempre he vivido aquí.

Hablamos por un rato y es divertido. Claro, no dejamos de ver el partido. Gracias al cielo nuestro equipo ganó y eso da el doble de emoción. El resto del partido Lucas no me volvió a mirar, pero era obvio que no se fijaría en mí, ni siquiera porque cambié de look, para él siempre seré una nerd sin sentido.

La hemos pasado más que bien, pero es hora de la fiesta, no me da tiempo de felicitar a Axel por el partido porque Ana me lleva enseguida, quiere llegar rápido a la fiesta para ver qué chico se liga.

Pasan quince minutos y llegamos a una enorme casa, no tan grande como la mía, pero sí bastante grande, hay una cantidad de gente con vasos rojos en sus manos. No pensé que esto se pondría tan loco, aunque nunca he venido a estas fiestas por evitar las burlas, pero ¡Dios! Esto está superbueno, se siente la música hasta mis oídos. Está sonando una electrónica.

—¡Esto está superlleno! —le grito a Ana en el oído.

—Muñeca, esto no es nada, cuando lleguen los jugadores se pondrá mejor.

—¿O sea que no están aquí?

—Vienen más tarde, siempre se van a arreglar —me toma la mano—. Entremos.

Seguimos hasta la sala y están todos bailando y tomando, claro, uno que otro se quieren comer a besos. Pasan los minutos y Ana me da de tomar un trago de color violeta llamado Ruge, y vaya que eso me pone a tono porque no he dejado de bailar desde que llegué. Por primera vez no siento vergüenza de que me vean, además, ellos seguro no saben que soy yo.

Luego de casi una hora llegan los jugadores y todos los felicitan. Se me cae la boca al suelo cuando veo a Lucas, se mira el doble de hermoso, trae una camisa blanca, jeans negro, zapatos y su cabello en desorden. Se mira tan sexy con esa mirada tan penetrante. Las chicas no dejan de verlo y él no podía estar solo, está tomado de la mano con una chica alta, piel morena, ojos marrones y de cuerpo estupendo con la cual no deja de reírse muy a gusto. Y sí, en este momento algo se partió dentro de mí, decido ignorar todo y disfrutar de esta noche.

Las horas pasan y pasan, y en mi cuerpo hay más alcohol que sangre, es la primera vez que tomo alcohol. Necesito aire. Camino como puedo hasta una de las habitaciones y paso al balcón sintiendo el aire en mi cara. Se siente tan bien estar así de tranquila con el aire en tu piel y tu cabello moviéndose de un lado a otro. Me pego un poco al balcón y se ve la luna tan brillante como siempre.

—¿Qué haces en mi habitación?

La voz de alguien me hace reaccionar.

Me giro y me encuentro con un chico que no sé quién es, pero sí está guapo. Claro que no podía saber quién es de tanto alcohol.

—Lo siento, solo quería tomar aire y cuando pasé vi el balcón y entré. Ya me voy.

—No te estoy sacando, chica, cálmate —me tranquiliza—. Soy Mauricio, ¿y tú?

—Kenia —lo miro intentando saber si lo conozco—. ¿Esta es tu casa? ¿Por qué celebran la fiesta aquí si no vas en nuestra escuela?

—Pero mi hermano sí, yo entro este año.

—¿Quién es tu hermano?

Mauricio está a punto de responder cuando escuchamos la voz de alguien que sí reconozco. Es Lucas con su porte de chico dominante. «Dios, qué guapo».

—Te estoy buscando hace rato, Mauricio —le dice y me mira—. ¿Qué haces con ella?

—La acabo de conocer —me sonríe—. Es muy linda, ¿cierto?

—Vete de la habitación, déjame con ella.

Mauricio le da una mirada de desaprobación, pero al final sale, y vaya que hasta borracha este chico me pone nerviosa. No he estado a solas en una habitación con un chico aparte de Axel, pero él no es Axel que sí me respeta.

—¿No me digas que también te gusta mi hermano? —se acerca—. ¿Sabes que es menor que tú?

—Si me gusta es mi problema, no el tuyo —intento salir y él me toma del brazo.

—¿Por qué te quieres ir? —me mira y se detiene en mis ojos—. Estás nerviosa, Kenia.

No sé qué decir, tenerlo cerca me bloquea todo pensamiento, quiero salir corriendo, pero también quiero quedarme. Me sorprendo cuando en un rápido movimiento me pega más al balcón y nuestros rostros están a centímetros, sus labios húmedos se ven tan ricos. Tengo ganas de besarlo.

—Tengo que irme, Ana debe de estar buscándome.

Cierro mis ojos cuando siento su respiración en mi cuello.

—Ana está tan ocupada con mi primo Neftaly que no se acuerda de ti.

Sigue su ataque en mi cuello.

¡Dios! Esto se siente bien, pero sé que no está bien porque no tenemos nada. Siento cómo deja besos en mi cuello y puedo sentir miles de sensaciones entre el medio de mis piernas. Nunca me había pasado esto.

—Te aseguro que si te toco estarás mojada y lista para mí —muerde el lóbulo de mi oreja—. Si no quieres que lo haga solo dime no, pero ¡joder! Te ves sexy con esa ropa. Me provocas.

Sí, señores y señoras, con este chico pierdo toda fuerza de voluntad. Por mi cabeza no pasa otra idea que no sea «hazme tuya ya». No sé qué pasa con mi cuerpo, me siento excitada solo con los besos que deja en mi cuello y en la forma que me habla que es tan sexy.

Me tiene loca y no sé qué hacer, nadie me ha tocado ni me ha hecho el amor, pero ¿quiero entregarme a él? No sé y tampoco lo detengo, esto me gusta y me excita de una manera que no puedo explicar.

Eres mi todo. © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora