66. Déjame tocarte

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ERES MI TODO 

CAPÍTULO 66.

—Kenia Monasterio— 

Margaritas, sudor y excitación es todo lo que hay en esta fiesta. Todos nos movemos al ritmo de la música, cada quien tiene su pareja pegada a su cuerpo. Yo miro el chico frente a mí y me dedica una sonrisa que me vuelve loca, haciéndome sentir un cosquilleo en mi vientre.

Todos están bailando mientras se besan, pero no veo por ningún lado a Andrés, lo más seguro es que se fue a dormir. Mis amigos se besan como si no hubiese nadie a su alrededor y no me molesta, todos aquí estamos grandecitos para saber lo que hacemos. Vuelvo y miro a Lucas que me tiene pegada a él con su mano en mi cintura y toca mis labios entreabiertos con sus dedos hasta que se acerca y jala de mi labio sin lastimarme, pero haciéndome sentir un poco excitada cada vez que lo hace.

—Quiero estar a solas contigo —susurra mordiendo el lóbulo de mi oreja—. Te deseo.

—No podemos dejar a los chicos solos —lo digo con mis ojos cerrados—. Solo espera que la fiesta se acabe.

—Ellos ni siquiera se están dando cuenta de nada. Solo mira la cara que tienen las chicas, están excitada, y eso no es por nada, lo más seguro es que le estén haciendo algo como Axel a Adriana. Mira, están en la piscina y ella tiene sus labios apretados para no estallar en placer, él la está tocando, ¿por qué nosotros no?

Giro mi mirada hacia la piscina, y exactamente mi hermana está apunto de estallar, su cara lo dice todo. Acepto que quiero estar con Lucas, pero no creo que dejar a los chicos solos sea algo bueno.

—Lucas, pero es de mala educación dejarlos aquí e irnos —le sonrío—. aguante y ya.

—Quiero experimentar algo contigo, sé que te gustará —sonríe con malicia, rozando sus labios en mi mejilla—. Pero antes te daré una cosa.

—¿Qué me darás?

Lucas se aleja unos minutos y que regresa con una copa de vino rojo. Me la entrega. Me confunde porque pensé me daría otra cosa, pero aún así la recibo con una sonrisa.

—Quiero que te la tomes toda —me la entrega—. Ya sabes, sea lo que sea tiene que ser un sí.

Pego la copa a mi labios y tomo del vino con mucho cuidado hasta que ya no queda nada, me doy cuenta de que algo brilla dentro y ¡joder, es un anillo de compromiso! No puede ser, me está proponiendo matrimonio. No sé cómo reaccionar, estoy vuelta pendeja viendo lo lindo que es este anillo de piedras preciosas.

—Un anillo de compromiso.

Susurro sin poder creerlo.

Lucas toma mi mano y se arrodilla sin despegar su mirada de la mía, los chicos se dan cuenta y se acercan.

—Sé que no es la mejor forma de pedirte que seas mi esposa, pero quiero que tengas claro que te amo, Kenia, y quiero estar contigo y Nico. Por eso delante de todos te pregunto; ¿quieres ser mi grosera, amargada y esposa hasta que Dios quiera?

—Sería un desperdicio si te digo que no, señor don egocéntrico —lo levanto—. Claro que acepto casarme contigo, acepto ser todos lo que dices.

—¿En serio? —inquiere con sus ojos más grandes—. ¿No te importa que estemos jóvenes?

—¡Al carajo lo de jóvenes, ya mi hermana te dijo que sí, ponle el anillo! —grita Adri sacando risas—. Corriendo, que se arrepiente.

—No me importa porque quiero estar contigo, porque te amo y eres una de las cosas más bonitas que tengo —trato que mi voz suene normal cuando estoy que salto de la felicidad.

Eres mi todo. © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora