30. La princesa de las borrachera.

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ERES MI TODO

CAPÍTULO 30.

—Kenia Monasterio—

Despertar con jaqueca es lo peor del mundo, juro por mi exvirginidad que no vuelvo a tomar, siento que todo me da vueltas y la luz me fastidia, esto es horrible. Me doy cuenta de que no estoy en mi habitación y me alarmo, «con quién pasé la noche». No pude ser, soy un desastre borracha. Miro debajo de mis sábanas y un tengo suéter. —Por lo menos no me dejaron desnuda.

Intento levantarme y todo me da vueltas, no sé dónde carajos estará mi ropa. Me levanto y empiezo a buscar, no voy a estar a medio vestir. Me doy cuenta de que es la habitación de los chicos y me tranquilizo.

«Cómo no la reconocí antes».

—Vaya, hasta que la princesa de las borracheras despierta.

Al parecer, mi príncipe oscuro está molesto por mi borrachera de anoche.

—Habla bajito, me duele la cabeza —me cubro la cara—. ¿Estás molesto, amor?

«Lo de amor es solo para calmarlo».

—¡¿Cómo quieres que esté después que te pierdes y te encuentro borracha?! —empieza a gritar—. Incluso, te vomitaste toda.

Por Dios, qué vergüenza, cómo hice eso delante del chico que me gusta.

—No grites que me duele la cabeza —me paso la mano por la cara—. No lo vuelvo hacer —le digo—. Casi nunca lo hago, esta es la primera vez que pierdo noción de todo.

—¿Qué voy hacer contigo? —empieza a vestirse—. Dúchate para desayunar, tienes ropa en las gavetas, tu amiga te la trajo. Te espero en el balcón, vamos hablar muy serio.

—Ok, como digas, señor —me rio—. Eres un amargado.

Me meto al baño y me miro en el espejo, estoy vuelta un desastre, mi cabello alborotado y mi cara tan desagradable. Me quito todo y empiezo a ducharme, a mi me mente se vienen recuerdos borrosos de lo que pasó ayer y son muy vergonzoso. Salgo del baño y busco mi ropa, Ana se pasó con lo que me trajo, pero es ponerme esto o quedarme en toalla, suspiro y empiezo a vestirme con el vestido negro demasiado corto que me trajo y dejo mi cabello suelto.

Salgo al balcón donde está Lucas con su celular, me voltea a mirar y una sonrisa se forma en sus labios, luego se pone serio y me indica que me siente. Le hago caso mientras miro todo lo que hay en la mesa de desayuno.

—Debes tener hambre, empieza a comer, lo menos que quiero es que te enfermes —me ordena—. Come, Kenia.

Miro todo y hay tostadas con huevo revueltos, jugo de naranja, café y frutas.

—Deja de estar molesto conmigo que no me gusta —empiezo a comer—. Yo soy la que tengo que estar enojada contigo por lo de ayer.

—Acepto que hice mal, Kenia, pero no vuelvas hacer lo de ayer, no sabes cómo me tenías buscándote y los chicos también hasta que te vi y estabas borracha. ¿Sabes que alguien se pudo aprovechar de eso? No puedes estar tomando así, no me gusta, tu primo me ayudó a traerte porque no me querías cerca.

—Lo siento, ya sé que se me pasó la mano —saco mi labio superior—. ¿Me disculpas?

—Si no te quisiera hace rato te hubiese mandado al diablo —me sonríe besando mi frente—. Lo siento por lo de ayer, no debí gritarte.

—Ya no estás enojado porque me estás sonriendo —me levanto y me siento en sus piernas—. Te quiero, mi príncipe oscuro.

—Si no estoy mal es la primera vez que me dices te quiero —pone sus manos en mis senos—. Yo te quiero, pero eres una chiquilla mala, no pensé que fueras así y admito que eso me gusta.

—Quita tus manos de mis senos, Lucas —beso su cuello—. Gracias por cuidarme en mi borrachera.

—No hagas eso, ya bastante tengo con que estás en mis piernas, luego no me aguanto y lo terminamos haciendo aquí.

—No aguantas nada —suelto una risita—. Ya mañana tenemos que regresar.

Estoy apunto de darle un beso y alguien toca la puerta.

—¡Gente imprudente! Cómo van a interrumpir en este momento —chilla Lucas—. Pero espera, tenemos que darle la despedida a Argentina. Hoy se folla.

Me levanto de las piernas de Lucas para que él que vaya a ver quién es. Abre y es Rafael y Leticia.

«Más problemas no, por favor».

—¿Dónde está mi versión femenina? —entra Rafael paseándose por la habitación—. ¿Te dio problemas?

—En el balcón pasando su jaqueca, parece niña. Fue un desastre —exagera y mira Leticia—. Hola.

—Hola, Lucas —ella le sonríe—. ¡Kenia! —se me tira encima cuando me ve.

—Leti —la saludo—. Eres el peor primo que me ha dado la vida, Rafael, por qué me dejas emborrachar.

—Te dije que no tomarás, pero gritabas que sí lo harías porque Lucas no te follaba bien —imita mi voz—. Que él lo tiene chiquito era lo que decías.

—No empieces —le digo y miro a Lucas—. No le creas, es igual a ti.

—Ya me di cuenta —dice—. Antes que preguntes, ayer conocí a tu primo cuando te fui a buscar y no me cae mal, es igual que yo, así que no habrán discusiones.

—Por fin alguien dice algo coherente —suelta Leticia—. Pero que lástima que estos dos sean igual porque con uno basta.

—Eso es verdad, pero qué más se puede hacer —los miro—. Me duele todo.

—Claro, con la peda de anoche y bailando con todos cómo no te va a doler.

—¿Qué? —Lucas me mira—. ¿Cómo que bailabas con todos?

—Si le crees a Rafael terminarás loco, y tú, Rafael, no digas cosas que no son ¿o quieres que le cuente a Leticia todas tus conquistas?

Me rio al ver la cara de Rafael mirando a Leticia.

—Lucas, dile algo a Kenia —se queja Rafael—. Es muy pesada, cómo va a decir eso delante de mi Leti.

—No soy tuya.

—Bueno, bajen la voz que me duele la cabeza para que vengan a discutir.

Vuelven a tocar la puerta y esta vez abro yo, encontrándome a dos cariñoso chicos después que tuvieron una discusión. «Típico de enamorados».

—Amiga —Ana me abraza—. Me tenías preocupada, te queda lindo ese vestido que te traje.

—Por Dios, Kenia, no te vuelvas a perder —Mauricio me sonríe.

—Hola, chicos, si no me equivoco ya están bien.

—Sí, tú sabes que tu amiga muere por mí.

—Y tú por mí también.

Mauricio lleva su mirada hasta Rafael y lo mira mal, pero su mirada se suaviza cuando lo ve con Leticia.

—Ana —saluda Rafael dejando un beso en su mejilla—. No te había visto.

—Hola, Rafita, no sabía que estabas aquí y menos con compañía.

—Ella es Leticia —la señalo—. Es amiga de Rafa.

—Un gusto —Leticia le da su mano—. Eres muy linda.

—Creeme que lo sé, aunque tú también eres guapa —Ana le sonríe.

Después de hablar por casi tres horas decidimos salir a pasear. No sabemos dónde ir, según Leticia es una sorpresa para todos que nos va a gustar. Nos vamos a poner algo decente para irnos a nuestras nueva aventura.

Eres mi todo. © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora