29.¡Rafa traidor!

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ERES MI TODO 

CAPÍTULO 29.

—Kenia Monasterio—

Increíble cómo alguien nos puede alegrar la vida, mi primo Rafael es muy divertido y Leticia también, los dos no me han dejado sola, hemos bailado, tomado y otras cosas, el ambiente está muy bueno, no pensé que en estas chozas hacían mini fiestas con Dj.

Leticia está en el baño y yo decidí sentarme dejando que mis pies toquen el agua del mar, el agua está fría y se siente deliciosa.

Miro hacia el frente y esto es verdaderamente hermoso, las luces hacen contraste con el agua azul del mar, el cielo está lleno de estrellas, pero hay algo que le hace falta: su brillante luna. A pesar de que está no brilla con la misma intensidad que noches anteriores y es extraño, aunque aún así sigue siendo hermosa.

—¿Pensando en ese chico? —Rafa se sienta a mi lado—. Si quieres puedo hablar con él.

—No es necesario, él mismo agarró su rabia, pues que se le pase. Yo lo quiero, pero siempre no puede ser todo a su manera.

—¿Él está así por mi llamada nada más o pasó algo más?

—Casi mata a golpe a un chico que me estaba lastimando y diciéndome de cosas —le muestro la marca de mi brazo—. El muy idiota me dejó marcada.

—Ese hijo de puta se lo merecía, mira nada más cómo te dejó ese brazo —espeta molesto—. Lucas tenía razón en querer matarlo.

—Claro, claro, se me olvidaba que los dos tienen casi el mismo carácter. Y no me pasó nada.

—Sí pasa, no me gusta que te maltraten, eres mi prima. Mi niña porque no creas que por tener diecisiete años dejarás de ser mi bebé.

—Primito, tú solo eres dos años más grande —me burlo—. Te quiero mucho.

—Y yo te amo, enana —me abraza—. Vamos a divertirnos, ya Leti regresó del baño.

Nos levantamos y vamos a donde Leticia que ya no está tan cuerda con tanto alcohol. Empezamos a divertirnos los tres y como no soy tan buena en tomar alcohol ya me siento muy mareada, pero aún así sigo bailando y llega un momento donde mi cuerpo no me da más y empiezo a ver todo borroso.

—Lucas Cuella—

¡Mierda! Cómo fui a cagarla de nuevo con Kenia, pero me llenó de rabia ver cómo sonreía cuando le llegó esa llamada, la felicidad era tan obvia. En cambio, conmigo no tiene nada de eso, me enfadé tanto que terminé diciéndole que se fuera de mi habitación y ella antes me gritó que el tal Rafael es su primo. Eso me hizo sentir como un completo idiota.

Kenia se fue furiosa y yo no fui capaz de ir a buscarla, quería calmarme, después de partirle la cara a ese pendejo que se quería pasar con ella mi rabia aumentó al doble por eso era mejor calmarme.

—No puedo ser tan inmaduro —me digo a mí mismo. Salgo de la habitación y llego a la de Kenia, toco la puerta, Ana me grita que tiene seguro desde afuera, busco a un camarero para que abra. Entro, parece que Ana y mi hermano están de discusión, tienen cara de querer matarse.

—¿Dónde está Kenia?

Pregunto sin nada de ganas.

—Contigo, si ella salió detrás de ti —Ana me responde de la misma manera—. ¿Dónde la dejaste?

—Es cierto, Kenia salió detrás de ti —dice mi hermano.

—Sí, pero un tipo la estaba lastimando y terminé partiéndole la cara, me fui furioso a mi habitación, ella llegó y terminamos discutiendo. Pero ¡joder! Nadie me dijo que Rafael es primo de ella.

—¿Tú me estás queriendo decir que no sabes donde está Kenia? —asiento—. Eres un estúpido, cómo la dejas sola, le puede pasar algo.

—Vamos a buscarla —Mauricio me mira—. Todo te pasa por pendejo.

—Bueno ya, dejen de hablar y hagan algo.

Salimos de la habitación y nos dividimos para buscar a Kenia. Estoy preocupado, si le pasa algo será mi culpa. La busco por todos lados hasta que la veo a lo lejos sentada en una banca y no se ve nada bien. Un chico y una chica le están echando aire en su rostro, corro hacia ella porque no tengo idea qué le pasa. Aparto a todos y la tomo de la cara.

—¿Qué tienes? ¿Qué te pasa? —le pregunto preocupado.

—No me toques —está borracha—. Lárgate.

—Estás borracha, Kenia, no puedo dejarte sola —miro a los chicos a mi lado—. ¿Ustedes estaban con ella?

—Sí, pero la muy pendeja se pasó de tragos —veo que el chico tiene parecido a Kenia—. ¿Tú quién eres?

—Soy su novio, me la llevaré a mi habitación.

—No... no suéltame —me empuja—. Yo me quedo con mi primo Rafa.

«Con que este chico es Rafael» Ya lo había visto en la escuela cuando fue por Kenia. Miro a Kenia y sus pupilas están dilatadas, seguro tanto alcohol le hizo mal, ella no es buena para tomar.

—Tú no eres su novio —murmura una chica al lado de Rafael.

—Sí lo es, Leticia, ¿tú eres Lucas? —muevo mi cabeza para confirmar—. Vamos, te ayudo a llevarla.

—¡Rafa, traidor! —empieza gritar Kenia—. ¡Traidor!

Rafael me ayuda a llevarla mientras la chica que creo es su novia lleva las sandalias de Kenia. No sé para qué toma si se pone de esta manera, tendré que regañarla. Miro que los guardias están distraídos, así que pasamos rápido antes que nos vean. Recostamos a Kenia en la cama y no deja de decir cosas sin sentido.

—¿Quieres que me quede a cuidarla? Está muy borracha —se ofrece Rafael.

—No, gracias, yo la cuido —le extiendo mi mano—. Un gusto conocer al chico que me hizo poner celoso.

—¡Claro, claro! A mí también me da gusto ser el protagonista de sus peleas —toma mi mano, dándole un apretón—. Nos vemos, cuídala.

Sale con la chica y yo le aviso a los chicos que Kenia está conmigo, que no vengan. No quiero que la vean en el estado que está. Me acerco donde ella y termina vomitando su ropa, hago una cara de asco, pero no puedo dejarla llena de vómito, la tomo en mis brazos llevándola al baño.

—No... no, por favor, al agua no —balbucea.

—No dormirás conmigo llena de vómito, cochina.

La recuesto en la bañera y quito su ropa haciendo un esfuerzo por no tocarla, Kenia está borracha, no sería justo. Abro el grifo y Kenia pega un grito cuando el agua helada cae en su cuerpo, tomo el jabón y se lo empiezo a echar por todo su cuerpo. La termino de bañar y la seco, coloco una toalla para cubrir su cuerpo.

—Eres muy malo, esa agua estaba fría.

Su voz se escucha más delgada.

—Te lo mereces —seco su cabello—. No vuelvas a desaparecerte, te busqué como loco.

La empiezo a secar porque ella todavía no puede sostenerse de pie. No puedo dejarla desnuda, es mucha tentación para mí, le pongo uno de mis bóxer y suéter. La miro y está roja, se ve muy linda, pero sigo molesto con ella. La acuesto y cubro su cuerpo, hace frío.

—¿Sigues molesto? —recuesta su cabeza en mi pecho.

—Duérmete, hablamos mañana —acaricio su cabello húmedo—. No sé cómo terminé enamorado de una chica que no está nada bien de la cabeza.

—Igual que yo terminé enamorada de un egocéntrico y muy poco romántico como tú.

Suelto una risita por lo que dice esta niña, ni borracha deja de decirme cosas. La miro cerrar sus ojos hasta que su respiración es lenta, se ha quedado dormida. Es tan tierna esta chica, cuando se enoja su cara se pone el doble de roja que cuando le digo cosas bonitas, me gusta ver cómo se pone cuando algo le da pena. No me canso de mirarla y me doy cuenta de que si me parte el corazón será un jodido placer porque es hermosa la condenada.

«Ser traicionado por ti sería un jodido privilegio».

Eres mi todo. © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora