42. ¿Le estás coqueteando a mi hermana?

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ERES MI TODO 

CAPÍTULO 42.

Kenia Monasterio—

Todavía no puedo creer que ya tengo a mi madre cerca, me siento feliz de saber la verdad, ya todo será diferente o por lo menos eso pienso. Tengo que dejar que el tiempo pase y todo fluya con naturalidad. Salgo del despacho con Raquel con nuestros ojos rojos de tanto llorar, ya estamos calmadas, mi papá está hablando con Adriana y apenas nos ven nos interrogaron con la mirada.

—No tengan esas caras, ya Raquel me contó todo —les sonrío—. Ya sé que tengo una hermana un poco loca y bien distraída.

—Tú también lo eres —se defiende Adriana—. Me encanta que seas tú mi hermana.

—Me alegra tanto ver que se llevan así de bien, pensé que todo sería más difícil —Raquel mira a mi padre—. Gracias por no quitarme el derecho sobre Kenia.

—También es tu hija, no podía hacer eso —papá le sonríe—. Sé que eres una buena mujer, que la cuidarás mucho más ahora que tiene novio.

—Y está guapísimo —suelta Adri.

—Quiero conocerlo, ¿puedo? —Raquel me sonríe—. Quiero conocer a tus amigos también, por lo que me has dicho son chicos que te quieren.

—Sí, ellos son un par de locos, pero son personas muy lindas, incluso, aquí trabaja una de mis amigas, ¿quieres conocerla o te molesta?

—Claro que quiero, me gusta que no hagas menos las personas por no tener la misma vida que tú.

Empiezo a gritar el nombre de Verónica hasta que aparece frente a mí con una sonrisa.

—¿Dígame, señorita? ¿Desean algo?

—No me digas señorita, no me gusta. Quiero que conozcas a Raquel, mi madre la de verdad —suelto una risita—. Y a Adriana es mi hermana.

—Hola, Verónica —Adriana con total confianza se le tira encima para abrazarla—. Me gusta conocer a las amigas de mi hermana.

—Hola —Raquel le da una sonrisa—. Un gusto conocerte.

Verónica las mira y no dice nada, solo nos mira la cara sin decir o hacer ruido.

—Puedes ser como quieras, ellas no te dirán nada y papá tampoco, ellas no son Mónica.

—Qué alivio, me da gusto que ya estén juntas, Kenia no dejaba de buscarla, en serio me alegra que ya no va a estar tan sola.

—Se nota que la quieres mucho.

Adriana la queda mirando.

—Sí claro, no sabes todo lo que me ha apoyado Kenia y nunca me ha juzgado porque no soy de dinero como ella.

—Tienes una amiga en esta chica —dice Raquel.

—Sí, lo sé, me alegra tenerlos conmigo.

—No sabes la alegría que tengo de haberte encontrado —Raquel me abraza—. Te quiero, hija.

Este es el momento donde no sé qué decir. Verónica ya se ha regresado hacer sus cosas, pero seguro son sus tareas.

—¿Mamá, puedo quedarme con Kenia por hoy? Por favor.

—Está bien, hija, te mandaré ropa para que mañana puedas ir a la escuela —mira a mi padre—. Nos vemos después, tenemos mucho de que hablar.

—Cuando quieras, y no te preocupes por Adriana, yo la cuidaré.

—Confío en ti, Alfonso, tenemos que seguir hablando —se me acerca—. Quiero conocer a tu novio porque si Adriana dice que está guapo, lo está.

—Vale —le sonrío—. Me avisas cuando llegues.

Eres mi todo. © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora