9. Mauricio

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ERES MI TODO

CAPÍTULO 9.

—Kenia Monasterio—

Sentía que el mundo se me venía encima con cada palabra que salía de la boca de Lucas, sentía que no podía respirar, mi pecho subía y bajaba con dificultad al recordar todo lo que hice, me dolía el corazón, me dolía el alma, ¿cómo fui tan tonta entregándome a él? Pero no lo culpo, yo sabía desde un comienzo que él no quería nada conmigo y sin importar me entregué a él.

Lo que más me duele es que me haya dicho todo lo que me dijo cuando desperté. Me dolió como nunca en la vida me había dolido algo. Y si eso es el amor yo no quiero estar enamorada de alguien tan cruel. Sabía que era un chico bastante frío, pero jamás imaginé que sería tan cruel conmigo después que me entregué a él.

Es sábado y no tengo ganas de hacer nada, me siento verdaderamente triste para salir, aunque casi nunca lo hago. Siento que soy una muerta andante. Mis ojos están hinchados de tanto llorar, Ana y Axel no dejan de llamarme y mandarme mensajes, no les he respondido, no quiero preocuparlos. No quiero que me vean destrozada por no pensar antes de hacer las cosas.

Me levanto y me miro al espejo; ¿Por qué no me quiere? ¿Tan poca cosa soy para él? Eso retumba en mi cabeza y me hace sentir mucho peor. Quiero morirme o desaparecer por un tiempo. ¿Dónde carajos están mis papás cuando necesito de ellos? Siempre me han dejado sola pasando mis tristezas, pero esta me duele más que todas.

La rabia y la frustración son tantas que empiezo a tirar todo lo que está en mi habitación, tengo que desahogar mi dolor con algo porque si no me voy a sentir peor de lo que ya estoy.

Escucho que alguien toca la puerta, no quiero hablar con nadie. Me cubro para que piensen que estoy dormida y se vayan.

—¿Qué demonios te pasa? Llevo horas llamándote, mandándote mensajes y ni un pinche hola me dices —Ana entra a mi habitación gritando como loca.

Levanto la mirada con mi rostro lleno de lágrimas y ella enseguida se me tira encima a darme un abrazo que tanto necesito. La abrazo fuerte y lloro todo lo que tengo que llorar sobre sus hombros. Ana no me hace preguntas, solo está ahí, acompañándome, y eso es lo que necesito, no quiero preguntas ni nada que me haga sentir como una basura.

—¿Quieres hablar? Sabes que puedes confiar en mí, enana.

Me aparto de ella y la miro. Es cierto que siempre he confiado en ella y es mejor sacar todo lo que siento que callarlo y estar así de mal como ahora.

—Ayer en la fiesta necesitaba aire y subí a una habitación donde conocí un chico del cual no me acuerdo el nombre, solo sé que es hermano de Lucas. Hermano que no sabía que existía —las lágrimas siguen saliendo—. Luego de unos minutos llegó Lucas y le dijo al chico que saliera, nos quedamos los dos solos y…

—¿No me digas que pasó lo que pienso? —me detalla con una gran sonrisa—. ¿Lo hicieron?

—Sí.

—¡Vamos, amiga! ¿Por eso estás así? Si se supone que te gusta.

—¡Joder, Ana! Me trató como una mierda luego que me hizo sentir en el cielo con cada caricia, me hizo sentir una escoria. ¿Sabes qué me dijo el muy petulante? Que solo quería una relación de sexo conmigo. No le importó cómo me sentía en ese momento, no le importó nada.

—Juro que lo mato cuando lo vea —Ana luce furiosa. Su sonrisa se ha ido—. Dime que no aceptaste

—Claro que no, sé muy bien lo que valgo para estar como una zorra detrás de él, pero eso no quita que me duela. Yo lo quiero.

Nadie merece pasar por esto, ninguna chica debería pasar por una humillación como la que yo pasé. Trato de aguantar las ganas de llorar y no puedo, el dolor es más fuerte.

—Nenita, cómo me duele verte mal, ese gilipollas me las va a pagar. Le daré una patada en sus asquerosos huevos.

—No, por favor, no hagas nada, yo sabía que él no quería nada conmigo y yo misma tomé la decisión de estar con él —murmuro—. No le digas nada a Axel, ¿si? Sabes cómo se pone y no quiero problemas.

—No diré nada porque me lo pides, pero ese pedazo de mierda se merece una buena paliza por hacerte sufrir. Kenia, me duele verte mal por él.

—Créeme que a mí me está doliendo más —hago el intento de sonreír—. Te quiero, gracias por estar conmigo.

—Eres mi amiga, siempre estaré porque me has apoyado —se levanta—. No quiero que estés triste, amiga, así que alístate que nos vamos.

—¿Adónde? No tengo ganas de salir.

—Levántate, Kenia, no puedes dejarte morir. Mírate, estás hermosa, vamos a fajarnos unos chicos bien buenos.

Por fin esta boba me sacó una pequeña sonrisa.

—Está bien, acepto ir, pero no a fajarme a nadie como dices.

—Lleva bikini, vamos para la playa, un DJ muy bueno dará una fiesta, eso se pondrá bueno.

—Sabes que no uso trajes de baño, Ana, me da pena.

—Ándale chica, tienes que demostrarle a Lucas que no te dolió lo que te hizo, aunque te estés muriendo por dentro.

Es cierto, no puedo derrumbarme aunque me esté muriendo.

—Ok, lo usaré.

Ana grita como loca y me da un abrazo, me siento un poco mejor con ella, pero todavía no me siento bien del todo y sé que va a ser duro cuando vea a Lucas a los ojos; Esos mismos ojos grises que me vuelven loca y desarman toda mi cordura. Tengo miedo de caer de nuevo y terminar lastimada.

No quise que Ana se fuera porque si me quedaba sola iba a ser peor, le dije que le prestaba ropa de la que me compró, al fin que tengo mucha ropa sin estrenar. Nos duchamos juntas como las mejores amigas que somos, luego de eso nos arreglamos. Ana lleva un short amarillo, blusa blanca, sandalias y su cabello le cae a los hombros. Se ve muy bien.

Yo llevo un short talle alto de color rojo, suéter negro que deja ver mi cintura, sandalias negras, una coleta y me maquillé en un tono medio, pero me veo bien, aunque mi ánimo está por el piso. Claro, antes nos colocamos debajo de la ropa nuestros bikinis. El de Ana es blanco y el mío negro, ambos de dos piezas. Nunca me había puesto nada de esto, pero Ana me convenció de usarlos.

—Te ves triplemegachulita —me da una vuelta.

Siempre exagerando con sus palabras.

—¿No es mejor decirme que me veo linda y ya? —me burlo—. Tú te ves bien, bueno, tú siempre te ves bien.

—Gracias —se me acerca—. Yo sé que no es fácil olvidar lo que pasó porque es duro, pero quiero que si lo ves lo ignores, que él vea que te da igual lo que te hizo, quiero que seas fuerte.

—Lo seré, amiga —bajo la mirada resoplando—. No será nada fácil para mí verlo con Rogelia o con otra chica. Ana, eso me dolería.

—No te preocupes, yo seré tu freno de mano, cada vez que vea que quieres caer de nuevo te detengo, ¿vale?

¿Mi freno de mano? Eso suena raro, pero aceptable para mí, acepto sin decir más nada. Quiero ver si esta salida me distrae, quiero pasarla bien. Voy a disfrutar.

La playa está lejos de mi casa, como vamos en auto nos queda un poco más cerca. Llegamos a la playa y nos bajamos del auto. Hay lámparas alumbrando por todos lados, claro, hay uno que otro lugar oscuro. Hay una enorme tarima con varios equipos para hacer el sonido más fuerte y divertido, seguro es donde tocará el DJ que me dijo Ana que vendría. Esto está más que lleno.

Hay varias personas bañándose con sus diminutos bikinis como si nada. Yo no podría, muero de vergüenza. Vamos caminando y tropiezo con alguien, levanto la mirada y el chico me sonríe. ¿Me conoce? Porque yo no tengo idea quién es.

—Hola, Kenia, no pensé verte aquí —me mira con una línea fina en sus labios—. ¿No te acuerdas de mí, cierto? —me pregunta al ver mi cara de confusión.

—No —sonrío avergonzada—. Lo siento, no sé quién eres.

—Soy Mauricio, ¿no te acuerdas que ayer estabas en mi habitación cuando llegué?

—¡Ah, sí! Ya me acordé, eres el hermano de Lucas.

Hasta decir su nombre me duele.

—Sí claro, qué bueno que te acordaste. ¿Estás aquí sola?

—No, vine con una amiga que ahí viene —le señalo en dirección de mi amiga.

Mauricio voltea a ver y queda embobado con mi amiga como todos los que la ven. Ella es muy guapa.

—¡Mierda, Kenia! Pensé que te me habías perdido —se queja con algo de estrés. Ana mira a Mauricio—. ¿Quién es este?

—Es Mauricio, el hermano de Lucas.

—Un gusto —le extiende su mano.

Ana lo mira y hace mala cara, a pesar de que él la mira con una sonrisa. Creo que le quedó gustando mi amiga.

—Qué pesar no decir lo mismo. Si eres hermano del idiota de Lucas debes ser igual que él.

—Ana, no seas grosera, él no es así.

«Ni siquiera lo conozco bien».

—Tal parece que mi hermano ya les rompió el corazón a una de ustedes. Y no me juzgues por ser su hermano.

—Para nada, tu hermano no es capaz de romper ni una vagina, así de malo es —Ana se le acerca—. Si no fueras su hermano me caerías bien —me mira—. Te espero en la barra, no quiero seguir aquí.

Ana se va y Mauricio no deja de verla con una sonrisa.

—Discúlpala, ¿si? Ella no es tan odiosa como parece.

Murmuro apenada.

—No pasa nada, me encantó cómo es —susurra—. ¿Tiene novio? —me le quedo viendo—. Solo es curiosidad.

—¿No me digas que te gustó mi amiga?

—Está linda. Odiosa, pero muy hermosa.

—No tiene novio, tienes el camino libre.

Este chico me hace reír mucho y al parecer sí le gustó mi amiga, esto va a estar bueno, Ana no es tan fácil. Para ser hermanos Mauricio y Lucas son tan diferentes, aunque la belleza va en su sangre. Mauricio es divertido, no como su hermano que pasa enojado.

¿Será que Lucas también está aquí?

—Nota—

Una foto de Mauricio, amores.

Eres mi todo. © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora