35. La verdad.

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ERES MI TODO 

CAPÍTULO 35.

—Especial Ana—

Siempre he sido una chica espontanea, soy esa clase de chica que si alguien le gusta se lo dice porque es mejor decir las cosas que quedarse callada, en este caso, es distinto porque Mauricio me gusta y no he sido capaz de decírselo como tal, hemos tenido sexo y él siempre me dice que me quiere, pero no le respondo. Pienso que esos así tan cariñosos no dan más nada que dolor.

Me la he pasado pensando en lo que pasó con Kenia. Esa chica le dio su merecido a la idiota de Rogelia, no pensé que la dejaría tan mal, pero me alegra, mi enana ha cambiado de una manera que me gusta verla feliz. Verla con Lucas me hace pensar que él la quiere, tengo ciertas dudas sobre él, pero con justa razón, las primeras veces la lastimó.

Después de lo de hoy necesito ver a Kenia, saber qué ha pasado, por lo que me dijo Lucas sus papás tenían una cara de querer matarla y ella se veía tranquila, pero conozco a la hipócrita de su madre y sé que le dirá cosas que la harán sentir mal. La señora Mónica siempre ha tenido por debajo a mi amiga y delante de todos es otra cosa distinta.

Bajo las escaleras para ir donde Kenia, mi auto ya está allá fuera esperándome. Voy saliendo y mi celular suena, lo saco de mi bolso, miro la pantalla y es Verónica.

—Hola, Verónica

—Hola, Ana, ¿dónde estás?

—Voy para allá, quiero saber cómo está Kenia, seguro su madre le habrá armado un escándalo.

—Te llamo por eso, no sé qué pasó, pero desde que llegué de la escuela llevo tocando la puerta de la habitación de Kenia y no abre, su padre buscó las llaves y ella tiene seguro por dentro. Tú seguro la convences de saliir

—Que Kenia no haya hecho nada malo. Voy para allá, hablamos cuando llegue.

Cuelgo y me subo en mi auto. Siento un mal presentimiento, tengo miedo que le pase algo, Kenia es muy importante para mí. Voy a toda velocidad en el auto y siento que esto no corre, quiero llegar ya y ver qué pasa. Presiento que hizo algo malo, mi corazón me lo dice.

Llego a la casa de Kenia y bajo del auto, toco la puerta y enseguida Verónica me abre, se ve muy preocupada, el señor Alfonso también se ve igual, pero la perra de Mónica se mira muy tranquila mientras lima sus uñas. Entro como perro por su casa y saludo a Verónica y al señor Alfonso. «El papá de Kenia me agrada más».

—¿Díganme qué pasó con Kenia? —inquiero preocupada.

—Tuvo una fuerte discusión con mi esposa hace más de tres horas y no ha salido de su habitación, toqué su puerta y tiene seguro —el padre de Kenia se mira angustiado—. No sé qué haya hecho mi niña.

—Por favor, Alfonso, deja el drama. Lo más seguro es que Kenia esté dormida —habla Mónica—. Es una malcriada, déjala que se le pase la rabia.

—Con su perdón, pero no se meta si no le interesa, qué poco vale usted como madre.

—Mira niñita, a mi casa no me vienes a insultar —se levanta—. Lárgate de mi casa.

—¡Mónica, cállate! Me tienes hastiado, si no te interesa la niña solo cállate —le grita Alfonso—. Me tienes cansado.

—Mejor vamos a mirar qué pasa con Kenia —sugiere Verónica.

—Es cierto, eso es extraño, ella nunca se encierra en su cuarto —miro a Mónica—. Si algo le pasó a Kenia será tu culpa.

Subimos las escaleras para llegar a la habitación de Kenia, tocamos, pero nadie abre la puerta. Siento miedo que algo le haya pasado, mi corazón no deja de avisarme.

Eres mi todo. © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora