57. Experimentar.

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ERES MI TODO.

CAPÍTULO 57.

—Kenia Monasterio—

A veces respirar hondo es mucho mejor que enojarte y empezar a gritar por todo, pero Lucas me está colmando la paciencia, no ha dejado de molestar, parece un bebé. Nada le gusta, está insoportable y con ese genio que se carga no pienso decirle lo que me propuso hacer mi hermana, prefiero dejar las cosas como están, no quiero dañar mi relación con Lucas después que me costó lágrimas estar con él.

Me cruzo de brazos frente a Lucas, y me resigno a no seguir insistiéndole que se tome la sopa de vegetales que le he pedido que le preparen.

—¿Sabes qué Lucas? Haz lo que te dé la bendita gana  —me exalto—. Si no quieres tomarte la sopa, está bien, pero no pienso pedir que te hagan otra cosa de comer.

—Ya dije que no quiero sopa y no puedes obligarme, haz como quieras.

—Ese balazo que te dieron te dejó insoportable. ¡No te aguanto más!

De verdad que con Lucas no se puede. No quiero seguir discutiendo y me salgo de la habitación tropezando con Mauricio que viene bailando desde su habitación.

—Esa carita es de rabia. No lo aguantas más, ¿cierto?

—Está insoportable, tengo ganas de decirle a tus papás que vengan, sé que me comprometí, pero Lucas se pasa. No ha querido comer desde que llegamos del hospital y todo le molesta.

—Necesitas calmarte —me toma de la mano y me lleva a su habitación—. Lucas se pasa, en serio que sí.

—Quiero darle de cachetadas, créeme —bromeo con cierta verdad—. Lo he gritado.

—Es porque estás estresada, es obvio que cualquiera se aburre con el genio de mi hermano. Si quieres puedes irte a casa, yo lo cuido, mis papás sabes que no vienen porque le has dicho que Lucas está bien.

—No puedo dejarlo con esa herida —suspiro, exhausta—. No voy a dejarlo ahora para irme a mi casa, prefiero aguantarlo.

—Todo lo que se hace por amor.

—Mejor me regreso a donde está, capaz que me viene a buscar. Si escuchas gritos fue que lo maté.

—Me llamas y te ayudo.

Dejo a Mau solo y respiro aire fresco para calmarme porque sé que si Lucas me dice algo terminaré gritándole de nuevo y no quiero. Tomo una bocanada de aire y entro nuevamente, lo miro por el rabillo del ojo y está en la cama cruzado de brazos con su rostro sin expresión. Tomo las pastillas que le tocan y se las paso con un vaso de agua, se las tomas y me devuelve el vaso. Ninguno dice nada.

Camino hacia el sofá y me siento mientras saco mi celular, comienzo a andarlo sin decir nada, puedo sentir su mirada sobre mí. Trato de ignorarlo para no seguir discutiendo, pasa aproximadamente una hora y los dos no hemos pronunciado palabra alguna, nuestras miradas conecten y aparto la mirada rápidamente.

—¿No piensas hablarme? —lo dice en un hilo de voz que apenas alcanzo a escuchar.

—Lucas, no quiero seguir discutiendo contigo, eres demasiado testarudo.

—Lo siento, me pone de mal genio estar acostado todo el día, ni siquiera me dejas comer lo que quiero.

—Porque no puedes, por eso no te dejo. Pero si me hablas para seguir con lo mismo mejor quédate callado.

—Ven aquí —toca un lado de la cama y yo niego—. Kenia, no seas grosera conmigo.

Giro los ojos y me levanto de mala gana del sofá para sentarme a su lado en la cama.

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