36. Basta de mentiras.

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ERES MI TODO 

CAPÍTULO 36.

Especial Verónica

Me gustaría entender el nivel de maldad de la señora Mónica, tantos años cerca de Kenia y no aprendió a quererla. Fue realmente aterrador ver a Kenia tirada en el piso del baño, sé que la discusión con su mamá —si así se le puede llamar después de enterarnos que no es su verdadera madre— le afectó mucho, pero no pensé que se haría daño, ella no es la clase de chica que busca esa salida.

He escuchado a tantas personas decir que los amigos no existen, que solo son conocidos que uno tiene a lo largo de la vida, puede que antes lo pensara, pero ahora veo a los chicos esperando que nos digan cómo está Kenia y me doy cuenta de que todos la quieren, ella de lo ganó.

Axel y Lucas quieren a Kenia de una manera pura y limpia, pero ella no tiene culpa de sentir amor por Lucas, es cierto que uno no decide de quién enamorarse y eso muchas veces nos duele. Los dos están mal, la quieren y no están dispuestos a perderla.

—Familiares de Kenia Monasterio —un doctor de bata blanca sale de un cuarto.

Todos nos levantamos a la expectativa. Miro a Lucas, no deja de tronar sus dedos, puedo darme cuenta de que tiene miedo que sean malas noticias. Parece que se enamoró. Ruedo la mirada hacia el señor Alfonso, le debe doler saber que su hija está hospitalizada y él no fue capaz de hacerle saber que la quiere, su amor por la señora Mónica lo ciega.

—Yo soy Alfonso, el padre de Kenia, ¿dígame qué pasó?

—La señorita está estable, perdió mucha sangre, pero gracias a la transfusión a logrado sobrevivir. Ya la han pasado a un cuarto y hay que dejarla descansar, mañana pueden venir a verla. Hoy solo uno se puede quedar a cuidarla.

Celebramos al saber que nuestra amiga está bien. Todos queremos quedarnos, pero solo uno puede hacerlo.

—Chicos, déjenme quedarme a mí a cuidarla, ¿si? —pide Ana—. Yo sé que todos se quieren quedar, pero yo necesito hablar con ella, si el señor no tiene problema yo me quedo, por favor.

—He visto cómo su novio ha llorado, también cómo todos ustedes se han preocupado, pero hoy dejaremos que Ana la cuide. Ellas se tienen confianza y será fácil que Kenia le cuente por qué lo hizo.

Los chicos aunque quieren cuidarla aceptan. Me fijo que antes que Ana se vaya Lucas la toma de la mano.

—Dile que la amo, que siempre será mi princesa de luz y que me quedaré afuera del hospital esperando el día de mañana. No pienso dejarla sola.

—Se lo diré —Ana le da una sonrisa y sale directo al cuarto donde tenían a Kenia.

Quiero ver a Kenia. Me voy detrás de Ana y pasamos los pasillos esperando que nadie nos vea. Entramos al cuarto donde la tienen y nos acercamos, está dormida, sus labios todavía pálidos, su rostro con algo más de color, su respiración lenta y parece lejana al mundo.

Ana se sienta a un lado de la camilla y dos gruesas lágrimas bajan por sus mejillas mientras ella deja un beso húmedo en la frente de su amiga. Aparto la mirada porque no soporto las lágrimas.

—Amiga ¿qué te pasa? ¿Me quieres dejar sola? Estás loca, sabes que no sé estar sin ti porque eres igual de loca que yo, bueno, yo lo soy más. No tengo idea si me estás escuchando, pero me dolió verte tirada allí como muerta, me has hecho llorar sabes que se me daña el maquillaje —suelta una risita entre lágrimas—. Pero como la vida me quiere tanto te dio otra oportunidad para que me aguantes otro poco, pensarán que estoy loca si llegan y me ven hablando contigo que estás como dormida, pero sabes que todo me vale así que te sigo contando. El papito que tienes como novio te manda a decir que te ama, ¿puedes creer que lo vi llorando? Pensé que ese ni sentimientos tenía.

Eres mi todo. © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora