8. El dolor en su mirada.

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ERES MI TODO

CAPÍTULO 8

—Kenia Monasterio—

Desde que vi a Lucas supe que sería mi perdición y hoy lo confirmo. Aún sabiendo que esto está mal, aquí estoy sin moverme sabiendo que me ha dicho que si no quiero me aleje. Lucas me gusta, siempre ha sido él. Estoy bajo los efectos del alcohol, pero sé perfectamente lo que estoy por hacer, nadie me está obligando a tomar una decisión.

—¿Estás segura de hacer esto conmigo? —Lucas me mira.

—Si no estuviera segura hubiese dicho que no.

Eso es lo único que digo y Lucas me lleva hasta la cama sin despegar sus labios de los míos. «Besa tan bien». Mi corazón palpita cada vez más rápido con solo un beso, esto es lo que esperaba hace tiempo. Me deja caer lentamente en la cama y queda encima de mí mientras levanta mi blusa y deja ver mi sostén.

Una sonrisa se forma en sus labios y la quita enseguida.

Deja mis senos al aire, es la primera vez que alguien me ve desnuda, no siento pena. Lucas empieza a besar mis senos y a dejar pequeñas mordidas en mis pezones. Siento que mi cuerpo pide cada vez más de él, no sé qué me pasa, nunca me había sentido tan excitada como ahora.

En un rápido movimiento Lucas se levanta y me ayuda a quitar la falda mientras yo quito su camisa y abro sus jeans con algo de torpeza. «Por todo los cielos, este chico es perfecto». No tarda mucho cuando ya los dos estamos completamente desnudos, mi cara se torna roja cuando veo su enorme erección, pero es tanto mi placer que no siento nervios.

Lucas besa cada centímetro de mi cuerpo mientras yo no dejo de gemir por todas las sensaciones que siento con sus besos, empieza a besar desde mi ombligo hasta mi entrepierna, no tengo idea qué va a hacer hasta que siento su lengua en mi sexo y vaya que este chico tiene un diplomado en esto.

Su lengua se mueve de maravilla entre mis labios vaginales, siento cómo la pasa en círculos y eso me vuelve más loca. Siento cómo uno de sus dedos entra en mí y lo mueve suave, luego un poco más rápido, esto es una locura. Uno enamorado hace mil tonterías. Lucas saca su dedo, me mira a los ojos y lame el jugo que ha sacado de mi sexo.

—Estás tan húmeda para mí.

Deja mordiscos en mi abdomen.

—Por favor… —jadeo.

—Pídeme que te haga mía y lo haré en estos momentos.

—Quiero sentirte, no aguanto más.

No espera que lo diga otra vez cuando noto que toma un preservativo y empieza a entrar en mí de manera lenta. Es como si algo se rompiera dentro de mí y me arde, es una mezcla entre dolor y placer.

Lucas no se mueve esperando que el dolor pase, luego de unos minutos empieza a moverse suave y va aumentando las embestidas. Se mueve rápido encima de mí mientras besa mis senos. Siento que voy a explotar de tanto placer que me está brindando. Este chico es muy bueno.

Lo más extraño es que cada vez que sus manos tocan mi cuerpo y me hacen suya él no es el mismo chico frío que conozco, este es alguien diferente y eso me encanta más.

No aguanto más hasta que siento que estoy a punto de explotar y Lucas aumenta el ritmo. Que me diga cosas al oído solo puede aumentar el placer. Mi cuerpo no aguanta más y el de él mucho menos porque los dos nos corremos al mismo tiempo. Me encanta ver cómo se le marcan las venas al momento de venirse, eso es la cosa más hermosa y sexy que he visto.

Lucas queda a mi lado con la respiración vuelta nada, igual que yo. Ahora no soy capaz de mirarlo a los ojos, ya siento vergüenza cuando hace unos segundos él estaba dentro de mí.

Mi cuerpo ha empezado a sentirse cansado, mis ojos me pesan. Me estoy quedando dormida y un pequeño beso me hace parpadear. Los brazos de Lucas me rodean y me quedo dormida.

—Lucas Cuella—

Me despierto e intento moverme, pero alguien está a mi lado, miro y es Kenia. Justo ahí se me viene a la mente todo lo que hicimos en la noche anterior y una parte de mí se siente mal al verla dormida con sus pestañas tan largas, sus labios rosas y su rostro tan inocente.

Me siento como una basura y no quiero enfrentarla cuando se levante, no quiero ver la decepción en sus ojos porque me voy a sentir peor. Yo no soy el chico que ella se merece, pero no sé qué me pasa, cuando la vi en esta habitación con mi hermano sentí rabia sin saber por qué.

Le doy una última mirada y me empiezo a vestir, Kenia abre los ojos y me mira sin saber qué decir. Como de costumbre su rostro está teñido de rojo. «La perfección. Sus gemidos son maravillosos». No sé cómo actuar, esto no me había pasado nunca. Le doy una mirada fría antes que se ilusione más, es la única salida que tengo.

—¿Te vas?

Musita.

—Sí, tengo cosas que hacer.

Respondo seco.

—¿Me piensas dejar aquí sola?

Me duele verla así, su expresión es triste, sus ojos llenos de lágrimas me hacen sentir mal. Tengo que apartarla de mí, nunca pensé que esto pasaría y mucho menos que ella se entregaría a mí.

—¿Qué pensaste, que por entregarte a mí me quedaría contigo? Lo único que te puedo brindar es sexo, no quiero una relación. No creo en eso.

¡Mierda! Fui muy duro con ella. Está llorando y me quema verla llorando, saber que es por mí no me agrada.

—No soy como las otras chicas que usas y luego dejas tiradas, cometí una tontería entregándome a ti y me arrepiento. Eres un idiota —se levanta—. Lárgate, me voy a vestir para irme.

No digo nada y salgo tirando la puerta, me dolieron esas palabras, pero es lo mejor entre los dos. Pensé que me diría que aceptaba quedarse así sea porque le gusto, pero no, esta chica me despreció y es la primera chica que me dice que no quiere una relación de sexo conmigo.

¡Mierda, la lastimé!

Maldigo mentalmente y salgo a buscarla, miro para todos lados y no me da tiempo de detenerla porque se ha subido en un taxi. Ni siquiera sé por qué me duele verla sufrir de esa manera y todo por mi estúpida manera de ser.

Eres mi todo. © [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora