5. Cambio extremo.

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ERES MI TODO

CAPÍTULO 5

—Kenia Monasterio—

Ya hemos terminado el trabajo y ha quedado muy bien, Lucas aparte de ser guapo es bastante inteligente. Sentía que las horas no corrían después de decirle que sí me gustaba, pero ¡joder! No puedo verlo a los ojos porque mi corazón se quiere salir. Nunca me había gustado nadie de esta manera y estoy segura de que él puede ser mi perdición.

—¡Oye! Estás distraída, ¿qué te pasa? —Lucas está frente a mí.

—Nada, solo me acordé que tengo que salir.

Miro para otro lado.

—¿Por qué no me miras, te pongo nerviosa? —se acerca más.

¡Dios! Este chico va a ser que me dé un paro cardíaco.

—Estás bien loco, mejor vete, se me hace tarde

—¿Te verás con Axel? Puedo llevarte.

Se ofrece.

—No, gracias —le sonrío sin separar mis labios—. Y no me veré con él, ¡oye! Deja de preguntar, ni siquiera somos amigos para que andes haciendo preguntas.

—Ok, me voy —camina hasta la puerta—. No fue tan malo hacer el trabajo contigo.

Sale a toda prisa y no me da tiempo de responder, dejo salir todo mi aire acumulado por los nervios. No mentí, tengo que salir y justo en este momento está sonando mi celular.

Voy para tu casa, hoy iremos donde te dije, y no quiero excusas.

—No te las daré, Ana, te dije que sí iría. ¿Adónde me llevarás?

—Cero preguntas, ponte algo cómodo que lo necesitarás.

—Espero no me lleves a un lugar de esos donde bailan hombres desnudos.

Escucho una carcajada.

—Ya verás que algún día me rogarás que te lleve a verlos.

—Como no. Mejor me voy a cambiar, hablamos cuando llegues.

—Vale, cariño.

No tengo que arreglarme, así que solo subo y me coloco unos zapatos tipo tenis para ir más cómoda. No tengo la mínima idea de dónde me llevará Ana, ella es bastante loca y siempre tiene ideas raras. No a pasado media hora cuando escucho el claxon de su auto, tomo mi celular y bajo rápidamente.

—Ana —me subo en el auto—. ¿Adónde vamos?

—Cariño —me dedica una sonrisita—. No seas curiosa, amiga, te va a gustar, de eso estoy segura, pero si te digo ahora no irás.

—Te conozco y sé que tienes una de tus ideas locas, Ana, sabes que no soy como las de tu mundo.

—Lo serás, querida, incluso más.

—¿De qué hablas, Ana? No me confundas.

Ana no me responde nada y yo no insisto, en el camino vamos en silencio hasta que llegamos al centro y ella toma la dirección donde hay varios salones de belleza. «No puede ser me llevará a uno de esos».

—No me digas que me llevarás a un lugar de esos donde vas tú porque me tiro del auto.

—Kenia, por favor, sabes que necesitas cambiar, no eres fea, solo necesitas una ayudadita. ¿No me digas que no te gustaría ser diferente?

—Ya no tengo arreglo. No pretendas volverme como tú.

—Solo deja que salgas de ese lugar —señala el salón— y me dirás si piensas lo mismo. Además, de aquí iremos a comprar ropa.

—No traje mis tarjetas de crédito.

Me cruzo de brazos.

—Pero yo sabía que buscarías mil excusas y vine preparada —me guiñe el ojo—. Baja el culo de mi auto.

De mala gana me bajo y ella detrás de mí, entramos y nos atiende un chico muy lindo, tiene vibras gay. «Qué desperdicio». Me sientan frente al espejo, todavía tengo dudas.

—¿Confías en mí? —asiento—. Bueno, mírate bien porque esta será la última vez que te verás así, apenas pises fuera de este lugar serás una nueva chica.

Me calmo un poco y cierro mis ojos, siento mi corazón a mil por no saber qué me hacen, pero no hay vuelta atrás y yo también quiero cambiar. Terminan de hacerme el lavado en el cabello y luego me lo secan. Siento cómo me sacan las cejas y me aplican maquillaje, pero no tengo idea cómo estoy quedando porque tengo los ojos cerrados.

Luego de casi una hora me dicen que abra los ojos y lo hago poco a poco, tengo miedo de ver qué me ha hecho. Termino de abrir los ojos quedo totalmente atónita, ¿en serio esa soy yo? Me veo distinta, a pesar de estar vestida con sudadera y suéter, mi cabello está lacio con pequeñas ondas que le dan un toque perfecto, cejas un poco pintadas, mi rostro se ve hermoso, mis labios más delicados con un tono rojo bajito, mis ojos se ven con más brillo y simplemente me veo distinta porque mi cabello y mi maquillaje me dan ese aire fresco y de una chica sensual.

—¡Vamos, Kenia! Di algo, te ves hermosa, en serio que con lo que pienso comprarte te verás sexy.

—No puedo creer que esta sea yo, me veo linda por primera vez.

—Esa eres tú, amiga, solo te faltaba una ayudadita —me abraza—. Lucas va a morir cuando te vea, bueno, no solo él porque cualquier chico querrá contigo.

—Te amo, amiga, gracias por todo.

—Te amo más, pendeja, ahora vamos a comprarte ropa.

Salimos del salón de belleza y me siento feliz por mi cambio, jamás pensé que me vería tan bien, ahora sí tengo que ser más segura de mí, solo me faltaba la iniciativa de Ana. ¿Será que mi cambio le gustará a Lucas? ¡Qué nervios, por Dios!

Llegamos a un almacén y Ana me escoge un montón de ropa, entre eso, toda clase de vestidos, jeans ajustados, blusas justas, shores, zapatos y muchas cosas más, en serio es demasiado todo esto.

Ana me hace quedar con unos jeans blancos, una blusa negra con mangas cortas y unos zapatos. Me gusta este cambio, me veo demasiado distinta a como era yo. Salimos del almacén directo a casa, Ana se quedará conmigo esta noche, así que me explicará cómo usar todos los maquillajes que me compró. En fin, mi cambio ya ha llegado.

Nota—

Chicas, esta es Kenia antes de que Ana la llevara a arreglarse. En la parte de abajo dejaré otra foto donde está arreglada.

Chicas, aquí ya le hicieron el cambio de look a nuestra hermosa Kenia

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Chicas, aquí ya le hicieron el cambio de look a nuestra hermosa Kenia.

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