14• Un momento de paz

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– Tengo hambre – murmuró fruncido ligeramente su entrecejo, su acompañante reprimió una risa y negó.

– ¿Te  parece si vamos a comer luego?– Tōru se mostró más feliz de lo que normalmente estaría asintiendo.

– Una batalla de servicios, quien lo haga peor pagará por todo – Hajime sabía que aquello era injusto pero no iba a reprocharle nada al castaño.

– Bien como quieras – Tōru ensanchó aún más su sonrisa y se colocó en la cancha listo para realizar un servicio.

Hajime se limitó a observarlo, se distrajo con cada facción de su rostro, aquellos ojos que aterrorizan de lo intimidantes que llegaban a ser.
Su mirada paso de estar fija en aquel rostro hacia las piernas del chico. Pensó al verlo perfectamente que sus piernas eran el por qué sus servicios eran bastante buenos.

Sin darse cuenta Iwaizumi volvió en sí cuando el sonido del balón fue estrellado contra la cancha.

– Te gane Iwa-chan – aquella sonrisa radiante que ahora tenía Oikawa.... Llevaba días con ella, parecía estar mejor que nunca, y eso le alegraba por lo que tampoco quería ser el causante de que aquella sonrisa se desvaneciera.

– Aún no has ganado – contestó soltandose a reír.

De igual manera tomo posición en la cancha, alcanzando un balón pasando a realizar el servicio.

Tōru sonrió atento a todo lo que sucedía, y como espero el de él había sido mejor que el de Hajime.

– Tu invitas a la comida –

El moreno se giró a verlo y soltó un suspiro – Bien, ordenemos y limpiemos de lo contrario no nos dejarán usar de nuevo la cancha – el castaño asintio y ayudó al otro a ordenar el lugar.

Por la cabeza de Tōru pasaba la imagen de Iwaizumi golpeando el balón.
Le emocionaba, eso sucedia, siempre se emocionaba al ver al moreno golpear el balón, creaba aquella emoción de rivalidad competitiva que le encantaba.

Sus pensamientos fueron intervenidos cuando el dueño de sus pensamientos le indico que le ayudará con la red.

Las mejillas bajo aquellos ojos chocolate se tiñeron de rosa, asintiendo, ayudando al otro a terminar con aquello.

Luego de pasar unos quince minutos ordenando y limpiando salieron del gimnasio dirigiéndose a algún tipo de restaurante de comida rápida.

– Quiero comer pizza y helado –

– Bien –

– También quiero que la pizza sea con doble queso –

– Lo tendrás –

– Y el helado de vainilla con chispas de colores –

– Bien – Hajime llevaba su bolso en su hombro y su mano se sostenía de la del castaño con aquella libertad que a ninguno de los dos le incomodaba.

– Iwa-chan...– Hajime dirigió su mirada al otro alzando una ceja para indicarle así que prosiguiera a hablar – ¿Por qué...– se vio interrumpido por el moreno de inmediato.

– Lo hago por qué me apetece, además, eres un buen jugador tienes que estar de lo mejor – si bien lo hacía por eso también había otra razón y era que no quería que aquella sonrisa se desvaneciera o se le ocurriera transformarse en un gesto de molestia.

– Bien – contestó sonriente.

Ambos llegaron al restaurante luego de un rato y rieron por las estupideces que decía Tōru.
Mayormente la pizza se la comía el castaño pues demandaba tener más hambre de lo habitual.

– Oikawa – Tōru miro a Iwaizumi quien se abstuvo de comer por un momento –  ¿Que a sucedido para que tengas un humor... Tan animado?–

Tōru tanteo un poco su respuesta bebiendo un poco de la soda – Me siento bien, comodo, libre – el vaso de soda fue dejado sobre la mesa hechando su cuerpo hacia atrás en la silla – Contigo puedo hacer tantas cosas que no creí hacer, contigo también encontré apoyo – termino hablando sincero – Puedo salir con un alfa... Que quizás no es malo –

Iwaizumi no respondió y siguió comiendo. Tōru cuando estuvo satisfecho de comer tomo el helado de vaso que había comprado su compañero de cancha.

– Volvamos a casa – Hajime no le negó nada y acepto saliendo ambos del restaurante, caminando así hasta la esquina en la que los dos se separaban.

– Me gusta tu sonrisa – admitió el moreno llevando su vista hacia el frente para no avergonzarse – Cuando es una sonrisa no finjida... Es linda y radiante –

– Oh, vaya, no eres tan malo dando cumplidos – soltó una ligera risa y siguio comiendo su helado con tranquilidad – Tú también te ves bien sonriendo – se metió la cuchara de su helado a la boca como si estuviera buscando palabras – Iwa-chan –

– ¿Ummg?–

– Gracias por lo de Ushiwaka –

– ¿Por qué?–

– Por qué... Nadie se preocupó tanto por mi en su vida – Iwaizumi estaba por preguntar más cuando llegaron a su destino donde ambos terminarían por separarse – Nos vemos mañana –

– Bien – Tōru le regaló una última sonrisa antes de retirarse a su casa.

Sus ánimos habían mejorado de cierta manera, se sentía bien con el otro, ya no se sentía inferior a él, creía que quizás solo debía aprender a dejar de odiar a aquellos alfas.

Claro, esto pensaba hasta llegar a la puerta de su casa donde ya se escuchaban los gritos de su padre exigiendo saber dónde estaba Tōru.

Oikawa trago en seco, dejo el vaso de su helado en una esquina de la puerta de la casa luego paso a tocar.

Cuando la puerta se abrio pudo sentir el olor a alcohol inundar su sentido del olfato.
Sus piernas temblaron de miedo, sabiendo que significaba que su padre estuviera de tal manera.

Los cabellos castaños fueron jalados haciendo que Oikawa entrara a la casa – ¡¿Donde estabas?! – exigió saber el hombre ebrio.

Las palabras no salían de Tōru, sus labios temblaban y su cuerpo estaba paralizado – Y-Yo, y-yo, y-yo – el hombre perdiendo la paciencia abofeteó a su hijo.

– Sabes que debes de estar aquí para mí, no tienes derecho de ir a estudiar, ¿Lo sabes, verdad?– Oikawa asintió empezando a sentir sus ojos picar con las lágrimas amenazando por salir.

El hombre guío a Oikawa hasta la sala, tirando aún de sus cabellos y lo soltó cuando estuvieron en el sofá. El señor se sentó y se sacó el miembro dejándolo al aire.

– Lamelo – ordenó frunciendo su entrecejo, Tōru miro horrorizado aquello, pero su madre apareció cosa que el castaño agradeció pues pensaba que su madre le ayudaría pero lo único que hizo fue gritarle y decirle que lo hiciera, de igual manera no le importaba que le pasará.

– Yo – sus ojos siguieron brotando lágrimas y el señor lo suficientemente molesto miro a Tōru de manera amenazante.

Fue en ese momento en el que Oikawa volvió a dejar que su dignidad cayera por los suelos.
Lamiendo el palpitante del hombre.

Era asqueroso, repugnante e incluso tenía náuseas pero el hombre le dijo que lo hiciera bien, que imaginara que era un helado.

Claro.... Aquella comparación solo hizo que el estómago se le revolviera más.

De igual manera lo hizo, se metió el miembro a la boca enredandolo con su lengua, y jugando con el.

Las lágrimas no faltaron pues seguían resbalandose en sus mejillas...

Pero ¿Que más daba llorar y gritar si nadie le ayudaría?... Después de tantos años ya no esperaba que alguien fuera capaz de sacarlo de aquel infierno que vivía en casa gracias a su maldito padre que dominaba y marcaba dominio como un alfa asqueroso.

¡Mᴀʟᴅɪᴛᴏ Aʟғᴀ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora