44• Cambios

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Probablemente había pasado una semana y media.
Oikawa seguía trabajando y estudiando, Daishiō seguía saliendo con Hiro y Akashi ahora tenía problemas con Bokuto, por qué el búho sacaba el tema de Konoha cada que podía.

Aquella noche era fría, y Tōru la pasaría acompañado de sus dos amigos más cercanos.

Daishiō se había retirado del trabajo más temprano de lo normal con la excusa de que iría a prepararle la cena a Hiro y así no tener inconvenientes al ir a casa de Tōru.

Oikawa estaba cansado de regañar a Suguru con lo mismo, siempre le advertía de Hiro, y no le daba confianza aquel alfa pues la vez que lo conoció tenía el aroma de alguien más, parecía ser el de un Omega.
Nunca se lo comento a Daishiō por qué sabía que no le creería.

– Buenas noches – Tōru estaba acostumbrado a tener el aroma de aquel alfa todos los días en la cafetería, siempre iba y pedía una taza de té.

Oikawa dudaba que aquel alfa fuera a la cafetería por el té pero nunca lo mencionaba, solo lo atendía y dejaba que el mismo chico molestara y bromeara con Daishiō.

Después de todo aquel alfa podía sacar tantas sonrisas, disgustos y sonrojos en Suguru que quizás podría aceptarlo.

– ¿Esta él?–

– Se fue más temprano, pero lo veré en la noche –

El gatuno hizo un puchero y terminó soltando un suspiro – Bien, entonces... ¿Podrías darle esto por mi?–

El Omega miró curioso el sobre blanco y lo tomo al igual que la rosa roja – ¿Por qué molestas tanto a Suguru?–

– ¿Por qué molestas tanto a Iwaizumi?– cuestionó Tetsuro también causando un sonrojo en Oikawa – Tenemos las mismas razones –

– Daishiō tiene pareja –

– ¿La tiene?, Yo solo veo que tiene a un imbécil tratándolo como trapo sucio – Tōru entre abrió los labios buscando una manera de objetar aquello – Cada vez que lo veo parece más delgado, su piel pierde más color, su energía parece ser menos y sus labios son tan rosados por qué usa maquillaje, busca parecerse a un Omega ¿Cierto?–

– Yo... No puedo decirte nada –

– No es necesario que me digas que le sucede, se que no me dirías nada por que no quieres que el se enfade contigo, pero el se enfada por todo – soltó una ligera risa recordando las veces que había logrado enojarlo a tal punto que terminaba huyendo – Descubriré que sucede con el, y lo sacaré de allí –

Oikawa sonrió de lado agradecido por ello. El sabía cuantas cosas había pasado Suguru, cuantos sacrificios hacia día con día para satisfacer a Hiro. Y saber que al fin alguien estaba dispuesto a sacarlo de esa tormenta diaria le alegraba.

– Le entregaré esto – afirmó el Omega y Tetsuro agradeció por ello despidiéndose y terminando por salir de allí hacia la casa de su madre.

Nuevamente discutiria con ella, y seguramente por la misma estupidez de todos los días.

Ya estaba cansado y harto.

Quizás le mentiría y diría que salía con una chica para que dejará de fastidiar.

O quizás intentaría salir nuevamente con uno de los chicos que ella escogía.

Tōru terminó por limpiar la mesa tomo el sobre y la rosa saliendo de la cafetería hacia su casa.

Esa noche era la que el había nombrado como la noche para confesar pecados.

Y es que se reunían una vez cada dos semanas para hablar y pasar tiempo los tres pues mayormente no solían verse, y si se veian era solamente para saludarse y continuar con sus rutinas.

Aquella noche comerían pizza, Suguru llevaría unas cervezas y pasarían una linda noche los tres, ignorando sus problemas amorosos, universitarios y laborales.

Por otra parte se encontraba Akashi con Konoha sentados viendo la televisión. Ninguno hablaba y el silencio reinaba.

Aburrido.

Todo era aburrido cuando estaba al lado de Konoha y Keiji ya se había fijado en ello, pero jamás lo decía, después de todo le gustaba aquel alfa y lo quería.

Bokuto solamente le hacía reír y le divertia pero no era nada del otro mundo.

Cuando estaban en la preparatoria era lo mismo, Koutarō solo cumplía la función de hacerle sonreír y de hacerle perder aveces la paciencia.

Pero a quien realmente amaba siempre fue Konoha, ese alfa tan atractivo y de mirada atrayente.

Quizás se había vuelto aburrido con el tiempo pues antes solía bromear y reírse con los demás a su al rededor....

Ahora era serio, frío y grosero. Akashi pensaba que debía ser el estrés del trabajo el que lo traía así.

Quizás debía decirle que estaba empezando a trabajar, y así lograría relajarlo un poco...

Estaba la posibilidad de que se tomará las cosas con calma o la posibilidad en la que probablemente se enoje y lo termine obligando a quedarse en la casa.

Tal como Rapunzel, una princesa que tenía todo pero a la vez nada en aquella torre.

Bokuto se movía de un lado a otro en su cama sin poder dormir, pensando en tantas cosas.

Extraño, definitivamente lo era, Koutarō nunca se detenía a pensar las cosas y menos cuando era su tiempo de dormir.

Pero aquella noche empezaba a analizar el comportamiento de Akashi con el, el como se expresaba, los moretones que habían en su piel, las marcas de dedos y las cortaduras que Akashi excusaba con que eran rasguños que se hacia.

Todo era mentira y estaba convencido de ello.

Iwaizumi se dedicaba a revisar una y otra vez los archivos que debía enviar la siguiente mañana, tenía que asegurarse de hacer bien su trabajo y de lograr sacar tiempo para ir por Tōru.

Después de todo no todos los días tenía la gran oportunidad de ir a comer algo con Oikawa.

Parecía un sueño, y si era así deseaba jamás despertar de el.

Casi dormido apagó su computadora, tomo su saco y salió de la oficina hacia el primer piso del edificio donde ya se encontraba el taxi que había ordenado esa noche.

Cuando solía sentirse agotado prefería no conducir y así evitar algún accidente, normalmente le llamaba a Bokuto o a Kurō para que le llevarán a casa pero ambos chicos le habían indicado que ese día estarían ocupados.

Ambos últimamente habían empezado a alejarse y cada quien parecía más atento y pendiente a otras cosas.

El alfa tan codiciado ahora parecía estar embobado en aquel chico de la cafetería.

El idiota más sensual no salía tanto de casa y parecía trabajar obedeciendole a Akashi.

Y él era un desastre, se agotaba todos los días trabajando, trataba de terminar su trabajo rápido con tal de poder llamar a Tōru y poder escuchar su voz por unos instantes.

Y cuando tenía la oportunidad iba a la cafetería a visitarlo unos minutos por qué luego el Omega le echaba diciendo que le distraía y no podía trabajar.

Quizás las cosas estaban cambiando un poco.

¡Mᴀʟᴅɪᴛᴏ Aʟғᴀ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora