68• Madurez

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– Suguru...–

– ¿Umh?– con pereza se removió en la cama.

Desde ya los rayos de sol se colaban en las cortinas, Daishiō parecía tampoco querer levantarse y Tetsuro se levantó más temprano de lo habitual.

– Prepare tu desayuno favorito –

En poco tiempo el alfa había aprendido a hacer más que un café y un par de sándwiches sin tener que cortarse los dedos en el proceso.

Su maña de ser dependiente de los demás estaba acabandose, poco a poco prefería hacer las cosas de las cuales era capaz.

Cómo lavar el plato en el que comía, cocinar, la limpieza en su cuarto y oficina.

Y le enorgullecía ser capaz de hacerse independiente, quizás se demoró muchos años en hacerlo pero se sentía bien con el mismo.

– Ya voy – obtuvo como respuesta de su pareja que flojeaba en la cama.

Era raro cuando Suguru se tomaba momentos para el y descansaba, mayormente era él quien despertaba a Tetsuro para que fuese a trabajar.

El gatuno sabía que si no despertaba luego del segundo llamado la amabilidad de su pareja se iba al carajo y terminaba arrojandole agua o golpeándolo.

Lo sabía por sus repetidas experiencias.

– Si no despiertas voy a besarte – amenazó sabiendo que con ello haría que el otro se levantará de la cama de una buena vez.

– Hazlo y dormirás en el jardín –

– ¿Ah?, Es mi habitación – reclamo aunque el otro quien ya parecía totalmente despierto solo alzo una ceja en lo que reía.

– ¿Eso importa?–

– ¿Isi impirti? – repitió levantándose de la cama.

– Baja cuando puedas mi madre y yo te esperaremos para desayunar – Suguru asintió viendo al otro retirarse de la habitación.

Últimamente se sentia algo cansado y le parecía extraño el querer estar apegado al otro, al menos más de lo normal.

Ahora le permitía dormir de vez en cuando en la cama junto a él.

En esas ocasiones Tetsuro aprovechaba para besarlo en varias oportunidades aunque le amenazara.

Soltó un suspiro y negó, estaba dándole vueltas a algo que no era relevante.

Se levantó de la cama llendo al baño de la habitación, lavó su rostro, cepillo sus dientes, acomodó su cabello y sin vergüenza alguna salió de la habitación en pijama.

Ya se sentía cómodo y libre de verse así con su suegra.

La mujer siempre le halagaba lo adorables y lo bonitas que eran sus pijamas.

Al ver a la mujer en el comedor hablando con su pareja decidió acercarse saludando con una sonrisa.

La cara de pereza que le mostró hace un rato a su pareja había desaparecido totalmente.

Se veía reluciente, como si se hubiera duchado antes de bajar a desayunar.

– Suguru – la mujer siempre le recibía con una amable sonrisa aunque estuviera molesta o peleando con su hijo para el beta siempre había una expresión alegre.

A veces Tetsuro creía que su madre quería más a su yerno que a él, finjia que le molestaba aquello cuando realmente le encantaba que así fuera.

– Toma asiento, toma asiento – el beta obedeció sentándose al lado de la mujer.

Kurō hizo un puchero en forma de reclamo, mientras el otro solo se encogió de hombros.

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