42• Beta

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La mañana siempre tendía a ser tan fría y oscura.
Suguru por la mañana nunca tenía la dicha de ser obligado a despertar por los rayos del sol.

Lo primero que escuchaba por la mañana era su estúpida alarma sonando de manera constante para que despertara y fuera al trabajo.

Siempre era así, ¿Que había cambiado esa mañana que le hizo despertar antes del sonido fastidioso de la alarma?.

Oh, claro, debía ver a aquel alfa de cabello de gallo. Tal vez había sido una equivocación comprometerse a desayunar con el.

Soltó un suspiro y terminó por ir a preparar el desayuno para el y su pareja, era algo sencillo pero delicioso.

Su rutina era la misma, la diferencia era la media hora antes que había despertado.

Hiro no se digno a despertar hasta que Suguru ya estaba por irse al trabajo.

No le reprochó el que estuviera llendose antes, pues no le importaba y además estaba seguro que el otro no era capaz de cambiarlo.

Lo tenía bien dominado y atado a él. En resumen lo tenía embobado, como un idiota enamorado que es incapaz de ver lo malo en su pareja.

– Te veo en la noche – el de cabellos oscuros se limitó a asentir viendo a su pareja irse.

Ningún beso, ninguna palabra bonita, entre aquella relación aquello había muerto desde el momento en el que comenzaron a vivir juntos.

Daishiō procuraba ignorar aquello, le restaba importancia con la intención de no preocuparse por ello.

El camino hacia el trabajo era corto, no tan lejos.

Sus mejillas y la punta de su nariz poco a poco empezaron a helarse por el frío de la mañana.
Ni el saco largo que llevaba puesto podía quitar el frío que sentía su cuerpo.

Quizás tomaría un café esa mañana, sería un buen desayuno y no contenía muchas calorías.

Mientras debatía que desayunar ya se encontraba Tetsuro frente a la cafetería, usando una chaqueta que le calentaba su pecho, y le hacía sentir menos frío que las demás personas que pasaban con bufandas, gorros y guantes.

El día anterior se había alcanzado a mojar con la lluvia, y estaba seguro que Bokuto igual y esa era la causa de la fiebre que había mantenido toda la noche.

Luego de desayunar con Daishiō iría a verle y a cuidar un rato de el, aunque mayormente no había mucho que tuviera que hacer desde que la señora le contrato a ese Akashi a Koutarō.

Parecía robarle su lugar como amigo, y eso sí que no lo permitiría, el llevaba más años aguantando las estupideces de Bokuto para dejar que alguien bonito viniera de buenas a primeras a quitárselo.

Al ver a Suguru distraído casi pasando de largo lo tomo del brazo cosa que tuvo una consecuencia no tan bonita que digamos.

Un golpe se ganó Tetsuro y se salvó de recibir otro cuando soltó el brazo de Daishiō.

– ¿Que te pasa?– cuestionó sobando la zona golpeada – ¿Vas a golpearme cada que nos veamos?–

Suguru atino a parpadear confuso tratando de leer la situacion.

– No era mi intención... Pero si es posible podría golpearte cada dos minutos –

– Eres malo, muy malo, abusas de mi –

– ¿Ah?– el complejo de Omega rodó los ojos y terminó por adentrarse a la cafetería y allí ya se encontraba Oikawa de un lado a otro.

Parecía desordenado y desorientado, como si fuera su primer día de trabajo.

¡Mᴀʟᴅɪᴛᴏ Aʟғᴀ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora