– Oikawa – el castaño tenía la mirada pérdida que siquiera prestaba atención a los llamados – Oye, Oikawa – la voz insistente – ¡Oikawa!– hasta que su apellido fue nombrado en una voz alzada este parpadeo volviendo en si.
– ¿Sucede algo Makki-chan?–
– Eso te pregunto yo, te has quedado viendo al gimnasio con la mirada pérdida –
– Oh lo siento –
– Además tú no deberías de estar aquí...– nombró algo decaído tratando de no hacer sentir mal a Tōru.
– Venía por Iwa-chan, no te preocupes, no pienso jugar de nuevo – ensanchó una sonrisa y busco con su mirada al nombrado.
– Bien, supongo que sí es así está bien – el de cabellos rosas dejo a su amigo y volvió a la cancha mientras Tōru observaba como cada miembro del equipo practicaba.
– Por tu culpa tampoco puedo jugar voleibol, y es aburrido solo observar – llevo una mano a su vientre y soltó un suspiro – Aún así no hay nada que podamos hacer... Y con culparte tampoco voy a desquitar todo mi enojo – sus labios se alzaron mostrando una pequeña sonrisa – Me costo mucho entrar al equipo de voleibol, siquiera logré jugar un partido como titular... Y cuando jugué en un partido de entrenamiento perdí contra esa vaca apestosa –
Hajime a lo lejos alcanzo a ver al castaño pero ya estaba acostumbrado a que pasará al gimnasio a observar así que siguió con la práctica.
Aveces era algo difícil seguir con un entrenamiento observando a la persona que quieres y aprecias con tanto deseo de estar en la cancha y disfrutar de cada jugada elaborada.
En definitiva la ausencia de Tōru en la cancha era tan notoria. Hacían falta sus regaños y sus expresiones infantiles, acompañados de aquel mote molesto.
– Iwa-chan es un buen jugador, es una lástima que ese armador no sepa cuales son las mejores colocaciones para Iwa-chan, quizás si no estuviera tan alto el balón el sería capaz de rematar en su cien por cierto – negó y soltó una ligera risa – Es tonto que me fijé en esos detalles, de igual forma no estaré allí para guiarlo y demostrarle que conmigo era de lo mejor –
El castaño miró una última vez el gimnasio y se dio la vuelta.
No tenía sentido torturarse todos los días con ver un entrenamiento en el que no estaría.
Tampoco tenía sentido que estuviera en cinta, pero era una realidad tortuosa.Su paso se dirigió a la cafetería donde alcanzo a pedir un pan de leche y una cajita de jugo.
Aquello le acompañaría esa tarde donde intentaría hacer sus tareas mientras Hajime seguía en su práctica.
– Bodoque, ¿Para que crees que me servirá aprender el cubo de un binomio?, Siquiera lo usaré en la vida, deberian de enseñarnos a como no quedar premiados – arrugó su nariz y negó – Eso si sería una buena preparación, quizás así no te tuviera ahoramismo en mi vientre –
Pese a quejarse hizo sus tareas con calma resolviendo cada operación matemática que se le presentaba en cada página del libro.
También tomo sus tiempos para poder comer y beber el jugo, así podía darse sus pequeños descansos.
– Bodoque... Iwa-chan últimamente es bueno conmigo, bueno con nosotros, deberíamos de agradecerle... Siquiera somos buenos en eso – arrugó su nariz imaginando la situacion – Pero si lo hago posiblemente se reira y yo me enfadare – reposo su cabeza en la palma de su mano viendo hacia el frente – Iwa-chan es complicado, me gustaría entenderlo... Aveces no se que pasa por su cabeza – cerró sus ojos con calma – Quizás podríamos prepararle algo de comer... Podríamos agradecerle de esa manera...– llevo su mano libre a su vientre acariciándolo – Aveces no es tan mala tu compañía, creo que gracias a que estás aquí puedo sentirme menos solo... Puedo sentir aquella calidez que no había en casa... La calidez que no nos daba papá, la calidez que no me daba mamá –
Recosto su cabeza en la mesa y siguió con sus ojos cerrados.
Una sonrisa se dibujo en sus labios y nuevamente aquella calidez en su corazón le hacía sentir bien.Quizás un bodoque no está mal.
Sus ojos poco a poco le fueron pesando y el olor a tierra húmeda invadió sus fosas nasales.
Amaba ese olor, era su favorito en todo lo que llevaba de vida.
Aquella mano cálida que acariciaba su cabeza con cariño era el gesto más bello que pudiera sentir.
Y aquel aroma a tierra le era tan reconfortante, por que sabía que ese aroma siempre estaba junto a él luego de una tormenta llena de malas emociones.
La lluvia moja todo a su paso, deprime a algunos y hace sentir bien a otros.
Pero a Tōru lo que más le importaba de aquella tormenta de lluvia era cuando está acababa dejando al sol salir acompañado de aquel aroma a tierra húmeda que le decía que estaba presente para el.Sus ojos permanecieron cerrados dejándose inundar por aquel momento agradable, donde podía sonreír animadamente y sin verse forzado, donde también podía derramar lágrimas y desahogarse, por qué aquel aroma y aquella presencia al lado suyo siempre iba a apoyarlo y le reconfortaria.
– Iwa-chan – murmuró apenas y el moreno sonrió de lado sin parar sus caricias sobre aquel chocolatado cabello – Gracias –
Aquellas palabras no las esperaba el moreno pero pese a ello se acercó más a Oikawa y lo abrazo.
– No me lo agradezcas – murmuró sin apartarse de el.
Hajime podía soportar aquel olor a fruta podrida y todo para estar al lado de Oikawa, por que por nada iba a dejarlo tirado.
Le había costado acercarse a él y hablarle, y ahora no iba a ser el momento donde dejará todo tirado cuando la persona a la que tanto admiro está en su punto más débil y frágil.
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Me dieron ganas de escribir.
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¡Mᴀʟᴅɪᴛᴏ Aʟғᴀ!
FanfictionDigamos que ser un omega conlleva muchas desventajas a diferencia de un alfa o incluso un beta. Oikawa Tōru aprendió a valerse solo y a conseguir las cosas que quiere acambio de cosas que le eran pedidas. Su familia tampoco está del todo bien pero e...