15• Cálido

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Sus ojos pararon aquel llanto luego de quedar solo en la sala de aquella casa.
Su respiración seguía agitada, no había dormido nada, las ojeras bajo sus ojos lo delataban.
Sus ojos seguían rojos y picaban.

Era hora de ir a estudiar, lo sabía pero dudo si realmente hacerlo, no quería volver a ser regañado, pero quería seguir llendo.

Se enderezo en su lugar observando la única ventana que dejaba colar los rayos del sol.
Hizo una mueca de desagrado y se levantó llendo a su habitación aunque las piernas le doliera un infierno al caminar.
Se metió a su baño, comenzando a bañarse lavando cada parte de su cuerpo que le hacía sentir asqueroso y repugnante.

Sabía que su cuerpo era solo un juguete sexual, pero aún así aún le tenia asco, recordar cada roce y toque que su padre le daba le causaba náuseas.

Sus labios temblaron, cuando termino su ducha se vio en el espejo, se notaba desganado, sabía que si iba a estudiar así era probable que sus compañeros notarán que algo malo le sucedía.

Negó terminándose por secar el cabello, se vistió y volvió al baño donde empezó a aplicar correptor bajo sus ojos, cubriendo así sus ojeras.
También se aplicó un poco de color en los labios y bálsamo para que dejarán de verse tan resecos e irritados.

Sonrió frente al espejo, se veía mejor, ese era el Oikawa Tōru que todos conocían, al Omega fuerte y valiente, no al de hace unos momentos que solo era un desperdicio de persona.

Termino llendo a estudiar, pero antes de irse le envío un mensaje a Iwaizumi pidiéndole que le llevará algo de comer que el se lo pagaría luego.

No quería siquiera meterse a la cocina sabía que ya debía estar allí su madre preparando el desayuno, y tenía razón pues está le dirigió la palabra al verlo.

– Tōru, cariño... ¿No comerás con mamá y papá? – el humor que radiaba aquella mujer era completamente diferente al de la noche anterior – Somos una familia unida, así que debemos comer todos juntos –

Oikawa trago en seco y negó – Yo ya me tengo que ir –

– Pero Tōru, papá y mamá quieren comer contigo, no seas injusto, eres malo –

El castaño miro confundido a su madre ¿Realmente el era el injusto?, ¿El era el villano?.
Negó dejando de cuestionarse aquellas cosas.

– Yo... Lo siento – fue lo último antes de irse, claro cuando la puerta se cerró la mujer empezó a decir cosas como "sabía que eras injusto, eres de lo peor, debí haber tenido una alfa y no a un Omega".

Oikawa trato de hacerse el de oídos sordos pese a que se sentía una mierda ensanchó una sonrisa caminando en dirección al lugar donde normalmente se reunía con Hajime para ir a clases.

Al verlo allí parado observando hacia un punto fijo Tōru cureoseo que era lo que tanto miraba y era a un gato recostado completamente relajado y dormido.

– Hola – saludo el de ojos cholatados, Iwaizumi le dirigió la mira de inmediato y le sonrió.

– Te traje el desayuno – le extendió un bento, Oikawa lo tomo en sus manos mirándolo con curiosidad.

– Gracias –

– Bien, ahora vamos o llegaremos tarde – el otro sonrió y asintio.

Hajime iba tranquilo caminando junto a su acompañante el cual estaba mirando la mano del moreno, pensando en si tenía derecho a tomarla después de todo lo que había sucedido el día anterior.

Quería tomar aquella mano que le hacía sentir seguro y cuidado pero tenía miedo, temor de lo que sucedería así que simplemente desvío la mirada.

Iwaizumi se extraño por qué normalmente era Oikawa quien lo tomaba de la mano así que por una vez este tomo la iniciativa entrelazando los dedos de ambos.
Tōru se sorprendió pero se sintió agradecido por qué en ese instante su corazón y todo sentimiento doloroso había desaparecido y entrando en una calma tan relajante.

– No has dormido bien ¿Verdad?–

– ¿Cómo lo sabes?–

– Llevas maquillaje debajo de tus ojos – Y como ya no tenía como negarlo solo asintió – ¿Quieres venir hoy a casa?– el castaño volvió a asentir, todo era mejor que estar en su casa.

Sabía que si se iba con Iwaizumi probablemente lo iban a regañar y su padre le volvería a pegar pero pese a ello quería pasar un día con el moreno donde no importará que sucedería después, quería vivir un momento de felicidad en su vida.

– Terminan las clases e iremos a casa – Tōru iba a decir algo pero el alfa le interrumpió – No practicaremos hoy, no te ves bien, le avisaré al entrenador y el capitán ¿De acuerdo?– nuevamente el Omega solo asintió.

Nunca creyó que iba a sentirse tan protegido por un estúpido alfa, el siempre había aprendido a valerse por sí mismo, y tener a alguien que le cuidara... Al inicio era incómodo y molesto pero ahora se sentía tan bien. Sumándole también aquella calidez que sentía su cuerpo cada que Hajime le cuidaba y protegía, le hacía sentir único, que aun servía de algo en esa basura de planeta en el que vivía.

Cuando estuvieron ya cerca de la preparatoria Oikawa miro el rostro del moreno, sus ojos le picaban, quería llorar pero no de tristeza si no felicidad, de agradecimiento por qué alguien lo hacía sentir bien pese a la miseria que se sentia.
Se acercó a la mejilla del alfa y depósito un beso con cariño como manera de agradecimiento por todo.

Iwaizumi como era de esperarse se sorprendió pero sonrió feliz por el gesto de su acompañante, tampoco dijo algo o volteó a verlo sabiendo que Oikawa debía estar avergonzado o incluso podría estar confuso en el momento.
Asi que solo apretó un poco más la mano del Omega y siguió su camino.

Y era cierto Tōru tenía un ligero rosa cubriendo sus mejillas, su pecho se sentía aún más cálido, su corazón latía a mil por hora...

Era una sensación que le agradaba, le gustaba y le hacía olvidar todos los malos tratos que había pasado con anterioridad en su casa.

Con Hajime encontraba un refugio donde siempre era bien recibido con cariño y aprecio.

Quizás le empezaba a gustar la idea de estar con ese alfa... El era el único diferente a los malditos y asquerosos alfas de la sociedad..

¡Mᴀʟᴅɪᴛᴏ Aʟғᴀ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora