16• Paz

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– Iwa-chan, ¿No le molesta a tu madre que vaya a tu casa? –

– ¿Por qué debería molestarle?, Le agradas, de hecho me a regañado por no invitarte – Hajime recordó a su madre, presisamente las veces en las que ella lo golpeo por no llevar a Tōru a cenar.

– Tu madre es tan buena –

– ¿Asi son las madres no? – Oikawa se quedó en silencio unos segundos pero terminó asintiendo, aunque no estuviera de acuerdo con las palabras del otro.

– Creo que no fue adecuado que no fuéramos a los entrenamientos –

– No te preocupes por ello, se las sabrán arreglar, no eres la gran estrella después de todo –

– Iwa-chan... ¿Podrías callarte?, Trato de no discutir contigo pero tú me orillas a hacerlo –

– Está bien, está bien, lo siento –

Ambos se estuvieron en silencio caminando de regreso a la casa de Iwaizumi, sus manos estaban entrelazadas, sus miradas miraban hacia el frente, temiendo a verse entre ellos, por que estaban seguros de que terminarían sonrojados y avergonzados.

El camino hacia aquella casa se hizo largo, ambos se sentían cómodos con el otro, ellos simplemente se complementaban, pero el Omega nunca se daría cuenta de ello, o siquiera intentaría notarlo.

Un alfa que no es igual de rastrero, asqueroso, lleno de estereotipos, y un Omega que sin duda quiere ser independiente, que se protege a sí mismo con palabras hirientes hacia los demás, por qué en la vida aprendió que el alfa era el superior, y el Omega solo un simple juguete.

Al llegar a la casa Hajime soltó la mano de Oikawa abriendo la puerta de la casa.

– Estamos en casa – aviso el moreno entrando y dejando los zapatos en la entrada.

– Con permiso – Tōru imitó la acción de Iwaizumi adentrandose a la casa.

Desde la cocina ya estaba la atareada mujer preparando la cena, el alfa al ver a su madre dejo su bolso en el suelo y se dirigió ayudarla con lo que preparaba.

– ¡Tōru-chan! – la señora emocionada dejo a Iwaizumi acargo de la cocina mientras ella se dirigía a abrazar al chico castaño – Me alegra que vinieras a comer con nosotros – le dio un par de besos en aquellas mejillas pálidas y lo soltó creyendo que ya lo estaba incomodando cuando realmente Oikawa pedía en su cabeza que aquel gesto de cariño nunca acabará.

– Hola, lo siento por no venir antes, tuve complicaciones para que me dejaran –

– No te preocupes cariño, tú puedes venir cuando quieras y a la hora que quieras – Oikawa iba a responder cuando Hajime los interrumpió con su voz.

– Ustedes, ayúdenme a terminar la cena –

– ¿Ah?, Iwa-chan, eres muy malo en la cocina, pero está bien, te enseñaré a preparar una buena cena – el castaño dirigió su mirada a la señora y sonrió – Vamos a enseñarte a preparar una buena cena – la mujer soltó una ligera risa asintiendo, dirigiéndose a la cocina con Oikawa para ayudar a Iwaizumi con la comida.

Tampoco hicieron algo tan elaborado, terminaron preparando caballa y vegetales salteados.

Luego se sentaron a comer tranquilos. Nuevamente Oikawa había olvidado a su familia dejándose vivir un mundo lleno de paz, amor, y cariño.

Era diferente el ambiente, se notaba demasiado que la casa de Hajime denotaba total cariño y aprecio, a diferencia de su casa que era un total infierno.

Con Hajime... Se sentía en el cielo.

– Tōru-chan –

– ¿Umm? –

¡Mᴀʟᴅɪᴛᴏ Aʟғᴀ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora