47• Aroma

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– Hiro – murmuró bajo con su labio inferior temblando.

– ¿Quien te dio esto?–

– No es para mí – trato de excusar pero el aura del alfa le hacía temer.

Y pese a no ser un Omega podría sentirse tan sumiso ante la autoridad que ponía sobre el.

– ¿Crees que soy idiota?– Suguru negó de inmediato, idiota era lo último que podría pensar de su pareja.

Hiro era una persona de buena inteligencia, era astuto y calculador, llamarlo idiota sería un completo error.

– Alguien... Me envía esas cartas –

– ¿Estas interesado en él?–

– Para nada – arrugó su nariz con enfado y entre abrió sus labios – No me interesa –

– ¿Seguro?– el alfa estrujó el pedazo de papel haciéndolo bolita y lo depósito en la basura.

– Completamente seguro –

– Bien – Hiro sin darle tantas vueltas al asunto tomo la rosa que hacia en un vaso con agua y le arrancó los pétalos dejándolos caer al suelo – Me alegra que no estés interesado en un imbécil que solo busca sexo, sabía que no me cambiarias por algo asi–

– Jamás lo haría – afirmó Daishiō acercándose con paso firme hacia el alfa – Te amo solo a ti – y como si fuera una serpiente enrollo sus brazos en el cuello del más alto – Te amo –

– Claro, me amas – afirmó el alfa con cierto enfado pues había sentido el olor de otro alfa en el hacia un tiempo atrás.

El beta jamás se daba cuenta de ello pero Hiro siempre lo analizaba al entrar a casa, miraba cada detalle, desde su ropa hasta el olor que desprendía, y todo era más fácil por qué el beta era incapaz de fijarse si tiene el olor de alguien más.

– Hiro ¿Tú me amas?–

– Te amo Daishiō – afirmó el chico con una sonrisa ladina – Mañana te llevaré al trabajo –

– No tienes que hacerlo, se que no te gusta despertar temprano –

– Por ti hago cualquier cosa – afirmó Hiro depositando un beso sobre los labios del menor.

Ambos terminaron por ir a la habitación y pasar una noche juntos cosa que no sucedía desde hace un par de meses atrás pues Hiro siempre tenía una excusa para Suguru.

Y por la mañana Daishiō comenzó su rutina, con la diferencia que Hiro se había levantado a preparar el desayuno, ambos comieron juntos y el alfa no le prohibió comer un poco de cereal con leche.

Quizás su novio podía cambiar para bien...

Eso creía Suguru, o se hacía creer, después de todo siempre tenía la esperanza de que el alfa no le juzgara cuando comía o cuando vestía.

Ambos se dirigieron al trabajo de Daishiō esa mañana, Oikawa ya se encontraba adentro de un lado a otro limpiando mesas y atendiendo al único cliente de esa mañana.

Aquel cliente tomaba su taza de té con calma y llevaba consigo una rosa nueva de color roja.

Daishiō al adentrarse en la tienda y poder distinguir la figura de Tetsuro intento despedirse de su pareja tratando de alejarlo de allí.

– Te amo, vuelve a casa o ve directo al trabajo –

– ¿Por qué no entro y bebo un café?, Quizás pueda saludar a tu amigo, el que trabaja contigo, ¿Cómo se llamaba?–

¡Mᴀʟᴅɪᴛᴏ Aʟғᴀ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora