62• Quiero Decirte...

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Tanto la señora como Suguru pasaron casi toda la mañana y tarde juntos.

Luego cada uno se dirigió a su habitación, se bañaron y vistieron.

Daishiō estaba un tanto nervioso, pues estaba aún confuso respecto a la cena que tendrían con el señor Kurō .

Intento calmarse, se vio una última vez en el espejo, se veía tan bien, siquiera se notaba que aún estaba pasando por desórdenes alimenticios.

Negó, terminó por acomodar su cabello, estaba comenzando a hartarse de tener ese mechón largo, quizás cambiaria su peinado o cortaría su cabello.

Luego de tantas dudas y de darle tantas vueltas al asunto salió de la habitación, bajo las escaleras con una sonrisa.

Quería ocultar sus nervios, siquiera estaba seguro de por qué estaba nervioso, después de todo solo era el padre de su enemigo.

Vio a la señora discutir en murmullos con el señor y al lado derecho estaba sentada una joven de quizás unos veintiún años.

Le restó importancia creyendo que era familia de Tetsuro, se acercó saludando.

La chica apenada le saludo de igual forma, con una sonrisa sincera y amable.

La señora parecía que echaba humos cosa que extraño a Daishiō ya que normalmente no se la pasaba de mal humor.

– Suguru siéntate a mi lado – la señora cambio su tono tosco por uno amable para el chico.

El nombrado iba a seguir indicaciones si tan solo no hubiera escuchado al señor ordenarle otra cosa.

– Siéntate al lado de Yamaka –

La chica cambio su expresión a una incómoda, desvío su mirada encogiéndose un tanto de hombros.

Suguru rodó los ojos, se sentó al lado de la chica ganándose una mirada de reproche de la señora.

El momento fue interrumpido por la voz de Tetsuro quien venía con una sonrisa dibujada.

Ya tenía en mente con que fastidiar a Daishiō.

Paro su paso al ver que habian más personas de lo normal en el comedor.

Hasta ese momento recordó la estúpida cena.

– Estoy... En... – parpadeo al ver a la chica sentada al lado de su padre, paso una mano por su rostro en lo que negaba.

Conocía a la mujer, era hija de un amigo de su padre.

Es la típica chica con la que tanto lo emparejaron de pequeño.

La chica con la que ya le habían planificado la vida.

– Mika-chan – nombró pese a ello.

Sabía a donde quería llegar su padre y no iba a permitirselo.

La mujer saludo con un gesto, pues conocía al otro desde niños y sabía cuando estaba molesto.

– ¿Suguru?– ladeó la cabeza aún más confuso, ¿Que hacia el allí?.

– ¿Qué?, ¿Tengo algo en la cara?– frunció ligeramente su entrecejo.

Aquello hizo sonreír al alfa, en definitiva ese chico le calmaba con facilidad.

Se veía hermoso, se notaba que se había tardado un buen rato en alistarse para lamentablemente una estupidez.

– Siéntate – ordenó el señor.

Por complacerlo este obedeció tomando asiento, quedando frente a Mika, pese a ello desviaba su mirada a Suguru giñandole el ojo o rodaba los ojos para darle a entender que estaba aburrido de lo que decía su padre.

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