52• Culpa

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– ¿Estas seguro Iwa-chan?, ¿Ella no me odia?, ¿No crees que es muy pronto para decirle que volvimos?, ¿Y si le desagrado?, ¿Qué tal si mejor lo hacemos en otro momento? – Hajime reprimió una risa mientras negaba.

– Ya estamos aquí, ¿Por qué quieres irte ahora?, Ella no va a comerte –

– Se que no lo hará, ella es buena, siempre lo fue –

– Gracias – murmuró Iwaizumi y ambos chicos terminaron por bajar del auto, caminaron hacia aquella casa que le trajo tantos recuerdos bonitos al castaño.

El lugar seguía permaneciendo tan limpio y hogareño, desde ya se notaba pues el jardín tenía bien cuidadas sus flores, la fachada de la casa no cambio en ambsoluto.

El alfa abrió la puerta de la casa, Tōru tomo un poco de aire para relajar su cuerpo y calmar sus nervios. Ambos se adentraron a la casa, su encanto no cambio, los muebles quizás estaban un tanto cambiados de lugar pero el sentimiento de cariño cada que entraba a aquella casa nunca cambio.

– Estoy en casa –

Iwaizumi era una persona de dinero, quizás su nombre ya era uno de los más escuchados en el mundo del comercio, pero seguía viviendo en esa casa, por qué la apreciaba, el sentimiento que sentía en ella jamás lo había obtenido en otro lugar.

Oikawa seguía tan embobado en su cabeza que apenas y noto a la mujer que estaba frente a él con una sonrisa y sus ojos llorosos.
Parecía que veía a aquel hijo que se iba de viaje un tiempo y volvía a casa.

– ¿Tōru-chan?– el nombrado dio un paso al frente, su sonrisa no se desvaneció, intento de reconfortar a la mujer con ello, pero está parecía que estaba por quebrarse en cualquier momento.

– Estamos en casa – se corrigió Iwaizumi cruzado de brazos, se recalcó en la pared observando a las dos personas que más amaba en su vida re encontrarse.

– Tōru-chan, yo...–

– No estoy molesto, tampoco pretendo hacerla sentir mal – el castaño terminó por acercarse a la mujer y le limpio las lágrimas que torpemente se resbalaban de sus ojos – No fue su culpa –

– Lo siento –

– No se disculpe, yo no le guardo rencor, se que no era su intención, también sé que usted quiso ayudarme, todos cometemos errores, por más grandes o pequeños que sean – el Omega le brindó una sonrisa más y paso a abrazarla – No podría tenerle rencor hacia la persona que me amo tanto como si fuera uno más en su familia, tampoco podría guardarle rencor a esa persona que me ayudó a salir de la miseria –

Hajime sonrió a medias y la mujer correspondió el abrazo del castaño sin decirle más.

Y era cierto que Oikawa no le guardaba rencor, si así fuera siquiera hubiera podido aceptar la propuesta de Iwaizumi para ir a ver a la señora.

La mujer sentia que al fin una carga había sido librada, la culpa se había ido, en definitiva no podía haber nada más gratificante que ser perdonada.

Los tres estuvieron un momento en esa escena en la que lloraron se disculparon, y rieron.

La mujer más calmada les ofreció comer indicando que ya había preparado la cena. Tanto Oikawa como Iwaizumi aceptaron, los dos ayudaron a la mujer a servir la comida y luego pasaron a sentarse en el comedor.

– ¿Cuando volvieron a hablarse? –

– Desde... –

– Hajime-kun siempre hablaba de ti, todos los días me comentaba que te veias bien –

El castaño desvío su mirada a Iwaizumi, el moreno con las mejillas rojas desvío su mirada soltando un "¡Mamá!" Cómo quejido.

– Hace unos meses llegó a mi trabajo, iba con dos amigos –

– Oh, deben de ser boku-chan y Tetsuro –

– Supongo – Oikawa volvió su mirada a la mujer – Empezamos a salir oficialmente hace tres meses y medio –

– ¡Por qué no me has dicho eso Hajime!– la mujer miró con enfado a su hijo e Iwaizumi solo seguía encogiéndose en su lugar con vergüenza.

La conversación se había vuelto totalmente vergonzosa para el alfa, Oikawa y la señora seguían hablando, tratando de recuperar el tiempo perdido.
La mujer preguntaba por los estudios del Omega, el trabajo y demás. Iwaizumi solo se limitaba a comer y responder cuando debía.

La mujer parecía más animada de lo normal, Hajime pudo notar eso en su sonrisa, en el brillo de sus ojos y las expresiones de su rostro. Era gratificante ver a su madre feliz y sin aquella culpa que siempre le rodeaba en la cabeza corcomiendosela de apoco, dejando a una mujer sin vida a su paso.

Y cuando la cena finalizó, hablaron un poco más, luego se retiraron a dormir, Iwaizumi le había ofrecido que durmiera en su habitación y el dormiría en el sofá para no incomodar pero Oikawa le reprochó que eran pareja y quería descansar con el.

Ambos se dejaron caer en la cama con la luz apagada viendo hacia el techo que contenía varias estrellas pegadas.

– ¿Nunca las quitaste?–

– ¿Por qué debería hacerlo?– Oikawa sonrió y recordó aquel día en el que con insistencia le rogó a Iwaizumi poner estrellas en el techo.

– Aún me debes ir hacia allá – le recordó y desvío su mirada al alfa que permanecía con su mirada fija en las estrellas.

– Nunca faltaría a una promesa, siempre lo he tenido en mente, te llevaré a las estrellas y serás feliz –

– Yo ya soy feliz... –

– Pero aún no estás en las estrellas –

Ambos permanecieron en silencio, los dos nuevamente con la mirada en el techo.

Oikawa pensó de más aquello, ¿Aun sentía que estaba en la tierra?, Ya no se sentía un infierno miserable...

– ¿Desde cuándo me veías?–

– Después de un año te vi una vez con un chico, te seguía desde allí, observaba que hacías, pero en aquel tiempo aún no era mayor, era más inmaduro, tampoco pensé en hablarte, creía que si lo hacía iba a asustarte –

– No hubiera huido – hizo una pausa dudando de ello – Bien, si lo hubiera hecho, pero por qué sentía miedo... –

– ¿Aun lo sientes?–

– Para nada, ahora me siento protegido –

Ambos soltaron una ligera risa, se miraron entre sí y el alfa acarició las mejillas del castaño con cariño.

– Te amo Oikawa –

– ¡Yo también te amo Iwa-chan!–

Ambos se besaron felices, mientras al otro lado de la puerta la mujer se aguanto un chillido de felicidad y se retiró a su habitación.

¡Mᴀʟᴅɪᴛᴏ Aʟғᴀ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora