43• Recuerdo

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– Bokuto-san –

– Esto no es un resfriado, tus ojos te engañan Akashi –

Keiji solo rodó los ojos en respuesta.

Cuidar de un Koutarō enfermo era de lo peor, se volvía más terco y necio, y sin contar que parecía hacerse el inútil, el que es incapaz de mover un solo dedo.

Gracias a ello tuvo que hacer su trabajo en la empresa familiar.

– Akashi, ¿Te enfadaste?– el otro negó – ¿Te enojas conmigo?– cuestionó – Yo no quería enfermar... Creí que no era capaz de enfermar, después de todo soy fuerte –

– Bokuto-san agradecería su silencio para poder trabajar, coloquese bien la mascarilla, no quiero enfermar yo también –

– ¿No creerás que puedo infectarte verdad?– Keiji alzó una ceja y acomodó sus lentes en el puente de su nariz – Que malo eres –

– No soy malo – murmuró Akashi con desconfíanza en sus palabras, y volvió su mirada al computador.

– Yo intenté animarte ayer... Y pese a ello me tratas así –

– No necesitaba de sus ánimos –

– Claro que sí, parecías triste – reprochó sentándose en la cama para poder ver mejor a Akashi quien trabajaba en una pequeña mesa con la laptop de Koutarō – No se que suceda en tu vida privada... Pero parece que no la pasas bien, siempre estás serio, tienes cortadas en las manos, y también ligeros moretones en tu piel –

– Me caigo, soy torpe, mi visión no es buena – excuso.

– Los golpes que vi ayer en tu cuerpo no parecían que fueran de caídas... Akashi, cuando te desvestiste ayer para cambiar tu ropa pude ver bien esas marcas, y no es como dices – Koutarō relamio sus labios al sentirlos secos – Akashi, soy idiota, quizás demasiado pero me doy cuenta de que eso no son golpes causados por accidente... ¿Hay alguien que te lastime?–

Keiji de inmediato abrió sus ojos enormemente y entre abrió sus labios sin saber que decir o como defenderse.

Nunca pensó en que aquel idiota sería capaz de entender y analizarlo.

No cruzó por su cabeza aquello, ¿Y ahora como iba a defenderse?, Ya había agotado aquella excusa de golpearse con la excusa de no ver bien.

La verdad no estaba en sus opciones, no le diría a Bokuto que sucedía realmente, de igual manera no servía de nada decirlo.

– No se meta en mi vida privada – Fue lo que llegó a ocurrirsele para decir.

Bokuto parecía inconforme con la respuesta, tanto que se levantó de la cama, con el cabello revuelto y los ojos un tanto achinados del cansancio y la fiebre que hacia de las suyas agotandolo.

– Quiero ayudar a Akashi –

– El que necesita ayuda es usted – el de cabellos oscuros se levantó de su lugar y se acercó a ayudar a Koutarō obligándolo a que se sentara en la cama de nuevo.

– Akashi... Te golpean ¿Verdad?, ¿Por qué te dejas?–

– Nada de eso es cierto, deje de delirar y descanse, la fiebre no lo deja actuar como debe –

– ¡No! – reprochó con los ojos aguados a punto de soltar lágrimas – Akashi, quiero ayudar –

– Bokuto-san, no hay nada en lo que deba ayudar, yo lo amo a él – confesó al fin y el búho mayor negó con su entrecejo fruncido.

– Es injusto, el no merece a Akashi –

– No se trata de quién me merezca, el me ama –

– No te ama... Cuando se ama no se lástima –

– Bokuto-san descanse – insistió Keiji y Koutarō tomo las mejillas del otro entre sus manos.

– Akashi es tan bonito que es injusto que esté con el – como niño chiquito hizo un puchero que no se alcanzo a ver por la mascarilla.

– Acuestese, iré por medicamentos –

Bokuto soltó las mejillas del otro y bajo su cubre bocas – ¿Podrías dejarme enseñarte que es realmente amor?–

Akashi soltó una ligera risa, eso sonaba ridículo y absurdo, tan Bokuto, eran palabras que quizás solo en su boca escucharía.

Y claro lo que acababa de hacer Koutarō también le tomo desprevenido, y le pareció una locura.

Los labios del alfa sobre los del Omega moviéndose lentamente tratando de mostrarle aquello que llamaba amor y cariño.

Debía admitir que se sentía bien tener aquellos labios sobre los de el. Pero vamos, acababa de conocer a Bokuto, quizás llevaba una semana cuanto mucho de conocerle para que el otro creará la confianza de besarlo y que ese beso denotaba tanto cariño y amor.

Era confuso.

Koutarō se alejó de los labios y sonrió ampliamente para el otro.

Bokuto se veía todo enfermo, y con poca energia, y esa energía que apenas tenía parecía haberla usado solo para sonreírle a Keiji.

El de cabellos oscuros tenía quizás más rojas las mejillas que el mismo Koutarō quien tenía fiebre.

Estaba mal, todo eso estaba mal, Konoha era su pareja, Bokuto era su jefe.

– No vuelva a hacerlo – ordenó y titubeó en sus palabras pues una parte de él deseaba más de aquellas muestras cariñosas.

– Akashi, te amo – hablo el búho mayor con esa radiante sonrisa que posiblemente nadie podía quitarle.

– No, siquiera nos conocemos –

– ¿No?, ¿Akashi no recuerda cuando me hacía pases?– cuestionó un tanto decaído.

– ¿Pases?– el de lentes de apoco pudo recordar la presencia de el otro. Su espalda ancha y su cabello peinado hacia arriba.

Una presencia que no pasaba desapercibido, acompañado de las palabras que emocionaban a cualquiera.

¡Hey!, ¡Hey!, ¡Hey!

¿Cómo había olvidado esa presencia?.

– ¿Bokuto-san?– Koutarō soltó una ligera risa al ver la expresión entre asombrada y de sorpresa en Keiji.

– ¡Me recuerdas! –

– Usted... –

– Cuando descubrí que no eras un robot pensé que te me hacías familiar, y no puedo creer que olvidará al Omega que me rompió el corazón un millón de veces, y que me hacía unos pases expectaculares –

– Bokuto-san, ¿Enserio es usted?–

– ¡Claro que sí!, El mismo – aseguró y arrugó su nariz – ¿Aun sigues con Konoha verdad?– Akashi asintió apenas – Te dije que el era malo, que te iba a hacer daño pero no me hacías caso, y mira ahora estás lleno de moretones en tu bello cuerpo –

Akashi seguía sin asimilar todo así que dio un paso hacia atrás – Iré por la medicina –

– ¡No me abandones!–

Akashi parpadeo confuso, aún no entendía cómo había olvidado a Bokuto, su presencia en la preparatoria siempre fue notoria, nadie en su sano juicio podría olvidar al enérgico rematador de fukurodani.

Y Akashi era quien menos derecho tenía a olvidarlo, no después de haberse acostado un par de veces con él, no después de haberlo rechazado por Konoha.

Bokuto había hecho lo imposible para enamorarlo, para pedirle salir con el, mientras que él lo rechazo un par de veces.

– Bien, pero dile a mamá que ya no quiero inyecciones, que una pastilla estará bien – Akashi asintió y salió de la habitación con el corazón en la boca de lo rápido que bombeaba sangre. Podría jurar que en cualquier momento explotaría de tantas emociones vividas en un solo momento.

¡Mᴀʟᴅɪᴛᴏ Aʟғᴀ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora