Aún es bastante temprano, por lo que camino con calma por la ciudad.
Sé que no quedamos de vernos hoy, pero aún así me levanté y decidí venir.
Me acerco a la parte trasera de la panadería, y veo que Peeta está acomodando unos costales en el suelo. Supongo que son de harina, porque tiene los brazos cubiertos del polvo blanco.
Él se sobresalta cuando lo tomo del brazo. Me mira, y sin preguntarme nada, nos alejamos. Llegamos a la bodega, y él cierra la puerta.
—No quedamos en vernos hoy —me dice—. Ni siquiera me diste tiempo de arreglarme un poco.
—Estaba cerca —le rodeo el cuello con los brazos, y me acerco a él—. Y decidí venir.
Noto algo raro en él, parece que algo lo está inquietando.
—¿Pasa algo? —pregunto.
Por un momento pienso que no va a decírmelo, pero lo hace:
—Es sólo que... Siento que esta situación se está saliendo de control.
—¿Ya no quieres seguir viéndome? —frunzo el ceño, y me suelto.
Niega con la cabeza, y se me acerca.
—No es eso —me mira—. No tiene que ver contigo, es sólo que estoy engañanándome a mí mismo con todo esto.
Me quedo callada, sin saber qué decirle.
¿Qué quiere decir exactamente?
—No tenemos porqué complicarlo —le digo, y él asiente con la cabeza.
—Lo sé —me acaricia la mejilla.
Nos quedamos viendo, y después es él quien acorta la distancia y me besa.
Sus manos bajan a mi cintura, y su boca se apodera de la mía.
No es la primera vez que me sucede, pero un cosquilleo me recorre, y siento que el besarlo no es suficiente.
Peeta se pega a mí, y el calor dentro de mí incrementa.
De repente, se separa, y junta su frente con la mía miesntras nuestras agitadas respiraciones se mezclan entre sí.
—Temo que ya debo irme —susurra—. Mi familia ya está despierta, y voy a meterme en problemas si no me ven ahí.
—Está bien, ¿cuando nos veremos?
—No tengo problema con que sea mañana —me acomoda el cabello detrás de la oreja—. A la misma hora de siempre.
—De acuerdo.
Me da un último beso, y después se marcha.
Minutos después, yo también lo hago, y me dirijo a la Veta.
Llego a mi casa, y estiro la mano para abrir la puerta. Pero me detengo al escuchar que mi hermana y mi madre están hablando con alguien.
—Jamás había visto a Katniss tan feliz —dice mi madre—, y tan... enamorada.
Frunzo el ceño.
—¿Enserio cree que ella está enamorada? —me sorprendo al escuchar a Gale, no entiendo qué hace aquí tan temprano.
—Ella es reservada en ese aspecto, Gale. Deberías saberlo, la conoces de toda la vida —escucho que dice Prim. Y por su tono de voz, adivino que sonríe—. De un tiempo para acá, la he notado diferente. Está claro que está enamorada de ti.
—Será mejor que vaya al bosque con ella. Quedamos de vernos aquí, pero seguro lo olvidó.
Me alejo con sigilo, y tomo el camino que usualmente uso para regresar del bosque.
![](https://img.wattpad.com/cover/124625111-288-k755651.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Nuestro Secreto
FanfictionKatniss y Peeta nunca fueron seleccionados para Los Juegos del Hambre. Es curioso cómo a veces una simple acción puede cambiar por completo la vida de alguien. Los papeles con sus nombres escritos jamás salieron de esa urna que condena cada año a lo...