Hoy finalmente, después de setenta y dos horas de tranquilidad, la presidenta Coin anunció que ya era seguro salir del búnker.
Ella nos avisó que nuestros antiguos alojamientos quedaron destrozados por los bombardeos. Por lo que todos tuvimos que seguir al pie de la letra las instrucciones para llegar a nuestros nuevos compartimentos.
Después de haber limpiado nuestras zonas, como lo pidieron, tuvimos que formarnos obedientemente para salir por la puerta.
En nuestro camino hacia el nuevo compartimento, no ví nada dañado. Pero estoy segura de que eso se debió a que aún estamos a bastante profundidad.
Durante los tres días que transcurrieron, estuve esperando con ansias a que nos sacaran del búnker. Porque ese lugar lo percibí como una especie de prisión segura.
Dentro del refugio, la cooperación estuvo a la orden del día. Durante ese tiempo, todos seguimos un horario muy estricto para las comidas, el aseo, el ejercicio y el sueño. Y también se nos garantizaban pequeños periodos de socialización para aliviar el aburrimiento, en los cuales pude ver a los padres de Peeta, a Emma, Aiden, Hazalle y Posy.
Fueron días llenos de incertidumbre, donde afortunadamente no volvieron los invasores del Capitolio. Pero finalmente ha terminado nuestro tiempo de encierro en el búnker.
Prácticamente ya hemos vuelto a la normalidad. Todos vivien nuevamente en alojamientos y siguen el horario que les establecen. Sin embargo, a pesar de que las autoridades nos aseguraron que estamos a salvo de otro ataque del Capitolio, no puedo dejar de pensar en aquel bombardeo.
Después de ese suceso, ha surgido en mí el deseo de escapar de este distrito de cualquier forma y volver a mi hogar a como dé lugar. Porque se supone que aquí estaríamos a salvo, pero no es verdad.
No me siento segura en este sitio.
Aquí han obligado a Peeta a ir a la guerra, y hemos sufrido un bombardeo por parte del Capitolio.
¿Cómo se supone que confíe que estoy a salvo en este distrito?
Sé que el 12 está en ruinas, pero quiero volver.
Quiero que mi hija crezca enmedio del bosque, como era el plan principal, y que no esté aquí bajo tierra y expuesta a otro ataque.
—¡Pero qué preciosa! —escucho que exclama Prim, y veo que deja varios besos en la pancita de Willow, haciéndola reír.
Mi hermana voltea a verme.
—No puedo creer lo linda que se ve con el vestido que le hizo mamá.
Le sonrío, y le pongo unos calcetines blancos a mi bebé, a pesar de que no deja de mover sus piernas.
Dejo un beso en su pequeño pie, mientras observo el vestido tejido de color rosa que tiene puesto.
Desde el día que nació Willow, mi madre se dedicó a tejerle más ropa que pudiera quedarle cuando creciera un poco más. Lamentablemente, una parte de esa ropa se quedó en el antiguo compartimento, que ahora no es más que una pila de escombros, y me temo que no podré recuperar las cosas que se quedaron ahí.
Miro a mi bebé mientras sonríe. Me cuesta mucho creer que hace tan sólo unas cuantas semanas ella acababa de nacer.
Me asusta y me resulta sorprendente lo rápido que mi hija está creciendo. Sin darme cuenta siquiera, ella ya está a tan sólo una semana de cumplir tres meses de vida.
No puedo evitar sentir tristeza al pensar en que, poco a poco, ella va a dejar de ser así de pequeña.
Aún no quiero pensar en eso, pero sin duda voy a echar mucho de menos poder acostarla sobre mi pecho, y que ella sea una bebé.

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Nuestro Secreto
Fiksi PenggemarKatniss y Peeta nunca fueron seleccionados para Los Juegos del Hambre. Es curioso cómo a veces una simple acción puede cambiar por completo la vida de alguien. Los papeles con sus nombres escritos jamás salieron de esa urna que condena cada año a lo...