Mi respiración se vuelve pesada y siento que por más que intento conseguir oxígeno, no puedo obtener suficiente aire al ver que Peeta se acerca a mí.
—¿Qué haces aquí? —pregunto con seriedad, intentando desesperadamente de mostrarme tranquila. A pesar de que por dentro siento cómo miles de emociones luchan en mi interior.
—Quiero hablar contigo y estoy aquí porque necesitamos solucionar este problema- responde tranquilo, sin dejar de avanzar—. Necesito que me escuches.
Niego con la cabeza y sigo retrocediendo, intentando mantener la distancia entre él y yo.
Creo que no es suficiente que intente alejarme, porque él sigue acercándose a mí y no parece dispuesto a detenerse.
Sentirlo cerca sólo me hace daño y me hace sentir vulnerable, por lo que debo seguir evitando a toda costa que se me acerque.
—No voy a hacerlo —respondo con firmeza.
Me volteo para dirigirme a la salida y huir de todo esto, pero mi madre se pone enfrente de mí.
—Sólo habla con Peeta —dice, de manera severa—. Tu hermana y yo vamos a dejarlos solos para que puedan aclarar las cosas, sólo escúchalo.
La miro con enojo por haberse atrevido a traer a Peeta ¿Cómo puede hacerme pasar por esto a pesar de que le di mis razones del porqué no quiero volver a ver a Peeta? Jamás voy a perdonarla por el daño que me va a causar escuchar nuevamente las mentiras de él.
Ella ignora mi mirada y le hace una señal a Prim para que salga de la casa, ambas salen y cierran la puerta.
No pienso hacer esto, no tengo la necesidad de escuchar a Peeta y no quiero hacerlo.
Me acerco con decisión a la puerta y alcanzo a tomar la perilla, pero siento que Peeta toma mi brazo y me jala hacia su cuerpo para que me aleje de la puerta, provocando que mi mano suelte la perilla.
Volteo a verlo y forcejeo para que me suelte.
—¡Suéltame! —lo encaro—. No me importa que mi hermana y mi madre te hayan ayudado a hacer esto, no voy a escucharte.
Él frunce el ceño y me mira con detenimiento.
—¿Por qué estás tan empeñada en no escuchar lo que tengo que decirte? —pregunta molesto, pero extrañamente tranquilo—. Yo no...
—¡Vas a casarte con Amber! —lo interrumpo—.y vas a tener un hijo. ¿Por qué voy a hacerte caso?
Peeta no me suelta a pesar de que sigo forcejeando.
—¡Me estás lastimando! —le grito, completamente exasperada y furiosa—. ¡Quiero que me sueltes!
Siento que Peeta afloja un poco su agarre, pero no me suelta de los brazos y me hace retroceder hasta que mi espalda queda contra la pared.
—¡Deja de hablar por un momento! —se altera—. ¡Sólo escúchame!
Niego con la cabeza mientras intento zafarme de su agarre, pero sigo sin conseguirlo.
Él acerca su rostro al mío.
—No quiero oír tus mentiras —digo con odio.
—Vas a escucharme aunque no quieras —declara—. Porque esta puede ser mi única oportunidad para intentar solucionar las cosas contigo antes de que sea tarde.
Pega su cuerpo al mío para asegurar su agarre, con esa acción logra que no pueda seguir forcejeando gracias a que su cercanía me lo impide.
Estamos tan cerca, que siento su respiración chocar contra mi rostro.

ESTÁS LEYENDO
Nuestro Secreto
FanfictionKatniss y Peeta nunca fueron seleccionados para Los Juegos del Hambre. Es curioso cómo a veces una simple acción puede cambiar por completo la vida de alguien. Los papeles con sus nombres escritos jamás salieron de esa urna que condena cada año a lo...