Capítulo 7

2K 167 57
                                    

Siento que los dedos de Gale se entrelazan con los míos mientras caminamos por la ciudad.

Algunas miradas curiosas se dirigen a nosotros, especialmente a nuestras manos entrelazadas.

Intento ocultar lo molesto que me resulta que algunas personas se nos queden viendo, y que incluso murmuren entre sí de manera indiscreta.

Realmente detesto cuando Gale decide hacer este tipo de cosas cuando hay otras personas mirando, justo como ahora.

Tengo el impulso de apartar la mano, para dejar de ser parte de las habladurías de la gente, pero siento que Gale aprieta más su agarre para evitar que lo haga.

Ya han pasado algunas semanas desde que estamos juntos, y hacer este tipo de cosas en público no deberían porqué incomodarme, porque es frecuente ver a parejas de enamorados caminar tomados de la mano, pero por alguna razón me está costando bastante trabajo acostumbrarme a ello. Incluso se siente raro cuando estamos completamente solos y él decide tomarme de la mano o besarme.

De alguna manera seguimos siendo los mismos de siempre, pero ya no se siente igual. Ya es algo bastante diferente a lo de antes.

Creo que me tomará un tiempo acostumbrarme a que ya no sólo somos amigos, sino algo más.

Dejo que Gale me guíe a donde sea que quiera ir, e inevitablemente miro hacia donde se encuentra la panadería.

Creí que después de todo este tiempo podría olvidarme de Peeta. Pero no he podido dejar de pensar en él en cada día que pasa.

Aunque jamás lo admitiría en voz alta, lo echo mucho de menos.

Siempre supe que esos momentos en el bosque con él eran especiales. Y ahora que se han esfumado, son algo que añoro profundamente.

Peeta decía que podíamos tener algo juntos, que él estaba enamorado de mí.

¿Seguirá pensando lo mismo?

Pero ya da igual, él hizo su elección. Y ahora está con alguien más.

Además, no lo necesito.

Tengo a Gale, y eso debería ser suficiente.

—¿Qué opinas? —escucho que me pregunta—. Seguro van a gustarle.

Volteo a verlo, desorientada, y sus ojos grises me miran con atención. Esperando una respuesta de mi parte.

—¿Le llevamos esos o mejor los de menta? —me sacude la mano.

Bajo la mirada y miro los caramelos.

¿Para qué hemos venido a la dulcería de la ciudad?

No recuerdo si me lo dijo.

—No lo sé —vuelvo a mirarlo—. Es tu hermana, tú la conoces mejor.

Gale pone los ojos en blanco y escucho que pide los caramelos de colores.

Claro, hemos venido por el regalo de Posy.

Hoy es su cumpleaños, cumple diez años, y Hazelle hará una cena con lo que conseguí hoy en el bosque.

Vamos a reunirnos esta noche porque Hazelle ha decidido hacerle una pequeña cena a su hija con lo que cacé el día de hoy.

Y mientras Gale paga los dulces, volteo a la izquierda, y es cuando lo veo.

Debería intentar disimular, pero no puedo apartar la mirada de él. Y menos de la manera en que toma a Amber de la mano mientras platican animadamente.

Peeta le dice algo que la hace sonreír, y después nuestras miradas se encuentran.

Sin embargo, apenas y dura un segundo, porque el momento es interrumpido por Gale. Miro que me toma de la mano, y mira a Peeta por un instante.

Nuestro Secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora