Tomo la mano de Peeta mientras caminamos por la plaza. Nos dirigimos a casa después de haber ido a comprar algunas verduras y otras cosas para preparar la comida.
Peeta es quien se encarga de cargar la bolsa donde están las compras, porque no hay manera de que él permita que yo cargue algo pesado.
Miro la plaza mientras avanzamos, y me percato de que hay varias personas que caminan con tranquilidad mientras realizan sus compras. Han pasado algunas semanas desde el levantamiento que hubo en el distrito, y por fortuna ya no se siente tanta tensión como en los primeros días.
Siguen habiendo muchos agentes de la paz por todos lados, pero por lo menos ya nos dejan salir más de casa y han permitido que los negocios vuelvan a tener su antiguo horario de trabajo.
—¿Todo bien? —escucho que pregunta Peeta.
Asiento con la cabeza.
Él baja la mirada hacia mis pies y sonríe, aparentemente divertido.
—¿Aún sientes que vas a caerte? —pregunta con burla—. Es por eso que no me sueltas de la mano. ¿Cierto?
Lo miro de mala manera e intento apartar mi mano de la suya, pero él lo impide apretando un poco su agarre.
—Déjame en paz —comento molesta—. Ya quisiera verte intentar caminar teniendo un vientre tan grande como el mío.
Peeta se acerca a mí y me besa la mejilla.
—Sabes que sólo bromeo —me sonríe—. Y sabes que tienes el derecho de tomarme de la mano cuando quieras, aunque sólo sea para que no pierdas el equilibrio mientras caminas.
Intento parecer enojada, pero una corta risa se escapa de mis labios.
Continuamos caminando, pero de repente Peeta se detiene y me doy cuenta de que busca algo con la mirada.
—¿Qué ocurre? —le pregunto.
—Ven, acompáñame a ver algo.
Él jala mi mano y me guía hacia uno de los establecimientos que están en la plaza.
—¿A dónde vamos? —pregunto confundida, mientras intento descifrar a qué negocio nos estamos dirigiendo.
Peeta no me responde, sólo me conduce hasta que nos detenemos enfrente de la carpintería del distrito
Frunzo el ceño y volteo a verlo.
—¿Qué hacemos aquí? ¿Vamos a cuidar a Aiden o algo así?
Él niega con la cabeza mientras sonríe.
—Tenemos que empezar a buscar la cuna para nuestro bebé —acaricia el dorso de mi mano—. Sólo quedan tres meses para que nazca y no tenemos un lugar para que él duerma.
A través del ventanal del establecimiento, miro todos los muebles de madera que hay en el interior.
—Pensé que tal vez podríamos conseguir la cuna en la mueblería de la esposa de Matt —propone.
Niego con la cabeza y volteo a verlo.
—Es cierto que debemos buscar una cuna, pero no creo que sea buena idea comprarla aquí —susurro—. Son caros esos muebles, no podremos pagarlo.
Peeta toma mis manos y me mira con atención.
—Es cierto que son caros, pero estoy seguro de que Emma podrá ayudarnos a conseguir algo no tan caro.
—Mejor podemos pedirle la vieja cuna de Aiden, esa seguramente va a servirnos.
—No creo, porque sé que Aiden sigue durmiendo ahí. Así que tendremos que buscar otra opción.
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Nuestro Secreto
FanfictionKatniss y Peeta nunca fueron seleccionados para Los Juegos del Hambre. Es curioso cómo a veces una simple acción puede cambiar por completo la vida de alguien. Los papeles con sus nombres escritos jamás salieron de esa urna que condena cada año a lo...