Ayer Prim me dijo que ya puedo regresar al bosque, pero me advirtió que debo tener cuidado. Porque aún no me recupero del todo.
Y como ya me encuentro mucho mejor, he decidido venir a la panadería.
Aún no he entrado a hablar con Peeta Mellark, pero me encuentro a pocos metros de distancia del negocio de su familia, intentando reunir el valor suficiente para acercarme.
Puedo hacerlo.
Suelto el aire por la boca, y me obligo a avanzar. En ese momento, veo que él sale al patio trasero. Y le tira algunas cosas a los cerdos que están en el corral.
Al ver la escena, viene a mi mente aquel día lluvioso, hace ya muchos años, dónde él me aventó los dos panes que me salvaron la vida.
¿Cómo poder olvidar este lugar?
Me apresuro a llegar a él, y lo llamo antes de que se meta a la panadería:
—Peeta —él voltea.
Distingo su sorpresa al verme.
—Hola Katniss —cierra la puerta, y se acerca—. ¿Cómo estás? Veo que sigues mejor.
—Si, ya me siento mejor.
¿Eso es todo? ¿Enserio?
Verlo a los ojos me pone más nerviosa, por lo que inútilmente me miro las manos en busca de ayuda.
—Me alegro —continúa—. Espero que los panes les hayan sido de ayuda.
Me obligo a alzar la mirada, y le hago frente a mi cobardía.
—Es por eso que vine —me alivia escuchar que no tartamudeo—. Te agradezco por lo que hiciste por mí. No sé cómo recompensartelo.
—No es nada, enserio —sonríe de lado—. Fue mi culpa que te lastimaras, no podía dejarte de esa manera.
—Pero... Quisiera recompensarte de alguna manera. Enserio quiero hacerlo.
Él se queda pensativo, y después se me acerca. Supongo que para susurrar algo.
Me da mala espina su comportamiento, y me imagino lo peor.
Nunca pasó por mi mente que él pudiera querer que le pagara de esa manera. No creí que él fuera esa clase de hombre.
Espero a que diga lo que creo, pero me sorprendo al escuchar otra cosa:
—Me gustaría ir al bosque —dice en voz baja, mientras me mira—. Nunca he ido porque no sé andar por ahí solo, pero quizá tú puedas acompañarme.
Suspiro de alivio al escucharlo. No sé qué hubiera hecho si en cambio me hubiera propuesto que le recompensara acostándome con él.
—Está bien —accedo, sintiéndome más tranquila—. Sólo dime qué día vamos y te acompaño.
—¿Está bien mañana? —me mira, y me pierdo por un momento en sus ojos—. Después de que salga de trabajar de la panadería.
—De acuerdo, te veo en pradera.
—Me parece bien, nos vemos mañana —me dedica una sonrisa, y se mete a la cocina.
Me doy la vuelta, sintiéndome satisfecha conmigo misma. Y camino de regreso a casa.
Cuando llega la noche, el hecho de que voy a estar con Peeta a solas en el bosque no me deja en paz.
Giro sobre la cama para intentar dejar de pensar en eso e intentar conciliar el sueño. Pero no lo consigo.
Por alguna razón, con cada hora que transcurre, me pongo más nerviosa y ansiosa.
Pero no logro entender porqué.

ESTÁS LEYENDO
Nuestro Secreto
FanfictionKatniss y Peeta nunca fueron seleccionados para Los Juegos del Hambre. Es curioso cómo a veces una simple acción puede cambiar por completo la vida de alguien. Los papeles con sus nombres escritos jamás salieron de esa urna que condena cada año a lo...