Capitulo 58

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Me despierto al sentir que el pequeño cuerpo de mi hija pasa por encima de mí.

Continúo con los ojos cerrados, pero siento cómo ella se acuesta enfrente de mí y se acomoda en la cama.

A pesar de que sé que su paciencia no perdurará por mucho tiempo, finjo estar dormida con la esperanza de que ella no intente despertarme.

Definitivamente se parece en mí en ese sentido, en ser impaciente, pero adoro que ella sea tan dulce y que además sea tan amable como su padre.

Siento que su pequeña mano toma mi brazo y lo pasa por su cuerpo. Ella se acurruca conmigo al mismo tiempo que intenta hacer que la abrace.

Su pequeño cuerpo encaja a la perfección con el mío. A pesar de mi vientre abultado de cuatro meses de gestación.

Abro los ojos y veo que ella pone su mano sobre mi abdomen mientras lo mira con atención.

Dejo un beso en su cabeza, y acaricio su despeinado cabello castaño. Willow alza la mirada de inmediato y me sonríe.

—Hola mami —susurra, y me abraza con fuerza.

—Aún es temprano Willow —le acaricio la mejilla—. Tengo sueño, vamos a dormir otro rato.

La abrazo con fuerza y escucho que ella se ríe.

—No mami —se zafa de mi agarre y se arrodilla sobre el colchón—. Tengo hambre.

Le acomodo el cabello detrás de la oreja y le sonrío.

A veces echo de menos que ella sea pequeña, como cuando era sólo una bebé, pero también me causa satisfacción verla crecer conforme pasa el tiempo.

Mi hija ha crecido tanto, que incluso hace unos meses cumplió sus primeros tres años de vida.

—Yo quiero dormir, igual papá —le digo y miro a Peeta. Veo que él sigue con los ojos cerrados—. Ve, él está dormido.

Willow voltea y mira a Peeta.

Ella se acerca a su padre y apoya las manos sobre el pecho de él.

A pesar de que intenta mover a Peeta para que se despierte, él no abre los ojos.

Sonrío al ver el ceño fruncido de mi hija mientras sigue intentando despertar a su padre.

—Papi, levántate.

De repente, él la atrae a sus brazos y la abraza. Willow se sobresalta pero su risa resuena por toda la habitación mientras Peeta llena su rostro de besos.

—Eres idéntica a tu madre sin duda —le sonríe, y le quita el cabello oscuro de la cara—. No puedo creer lo impaciente que es mi niña.

Willow lo abraza del cuello y él le acaricia la espalda mientras ella se queda acostada sobre él.

—Quiero comer papi —dice, y acaricia la mejilla de Peeta- tengo hambre.

—¿Qué quieres desayunar? —pregunta él.

—Panqueques —responde, y le sonríe ampliamente.

—Vas a ayudarme a prepararlos. ¿Cierto?

Willow asiente con la cabeza.

—¿Prometes no tirar la masa por todas partes esta vez?

—Si papi.

Peeta la carga y nos levantamos de la cama para salir de la habitación.

Llegamos a la cocina y veo que Willow se sube a una silla para poder alcanzar la encimera. Le amarro el cabello en una coleta mientras Peeta sirve leche, huevos y harina en un tazón.

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