Camino por la pradera, y bajo la mirada a la hierba crecida bajo mis pies. El pasto es verde de nuevo, y el invierno finalmente ha terminado. Todos podemos volver a respirar con tranquilidad.
El frío sólo complica la supervivencia de muchas personas de la Veta que no tienen siquiera para comer. Nosotras también lo padecimos. Con la nieve, había pocos animales rondando por el bosque, y tuvimos que ingeniároslas para conseguir comida. Pero ahora, todo volvió a ser verde, y podemos disfrutar de los animales que traigo del bosque.
Camino por las calles de la Veta, y frunzo el ceño al ver que Peeta está frente a mi casa.
Me apresuro a llegar a él, y lo tomo del brazo.
—¿Qué haces aquí? —pregunto confundida.
Él frunce el ceño.
—¿No se supone que tenía que venir? —pregunta confundido—. Tu hermana me dijo que me invitaban a comer.
¿Qué?
Bajo la mirada, y veo que él tiene en las manos una bolsa de papel. Llena de pan seguramente.
De repente, la puerta se abre. Ambos volteamos.
—Hola —nos saluda Prim—. Puedes pasar, Peeta.
Frunzo aún más el ceño, y le pido con la mirada una explicación. Pero ella sólo me sonríe.
Nos metemos, y veo que mi madre se encuentra arreglando la mesa mientras pone los platos.
—Buenas tardes señora Everdeen — la saluda Peeta, y se acerca a la mesa.
—Buenas tardes Peeta —le extiende la mano—. Que bueno que hayas podido venir.
No me da buena espina nada de esto. ¿Por qué lo han invitado?
No tiene ningún sentido.
—Traje un poco de pan —le dice él, y le da la bolsa.
—Muchas gracias, que considerado de tu parte.
Se forma un silencio interminable, y mi madre no le quita la mirada de encima a Peeta.
—¿A qué se debe todo esto? —me atrevo a preguntar, y los tres me miran.
—Porque queremos conocer más a Peeta —responde Prim.
¿Por qué?
No lo digo, y me muerdo la lengua para quedarme callada. Nos sentamos, y comemos en silencio el guisado de verduras con carne de conejo que preparó mi madre.
Miro a Peeta de vez en cuando, y él a mí. Parece estar igual de desconcertado que yo, y luce bastante nervioso.
—Cuéntenos —dice mi madre de repente—. ¿Cuánto tiempo llevan saliendo?
Me tenso al escucharla, y dejo sobre el plato el pedazo de pan que iba a llevarme a la boca.
—¿Perdón?
—Bueno, tu hermana y yo hemos escuchado que ustedes están juntos. ¿Es cierto?
Suena bastante seria, inclusive molesta. Eso no es bueno.
—Si, señora Everdeen —responde Peeta—. Estoy saliendo con su hija.
Mi madre asiente con la cabeza y deja delicadamente el tenedor sobre el plato.
—Supongo que están tomando precauciones, ¿no? —lo mira—. Aún son jóvenes para arriesgarse a tener un hijo por descuido.
Me sube el calor a la cara. Y de reojo, veo que Prim intenta no reírse.
![](https://img.wattpad.com/cover/124625111-288-k755651.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Nuestro Secreto
Fiksi PenggemarKatniss y Peeta nunca fueron seleccionados para Los Juegos del Hambre. Es curioso cómo a veces una simple acción puede cambiar por completo la vida de alguien. Los papeles con sus nombres escritos jamás salieron de esa urna que condena cada año a lo...