Capitulo 33

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Peeta

Acomodo los panes sobre la charola metálica, mientras veo cómo Ryan deja un costal de harina sobre el suelo.

—No es justo —se queja, y apoya la mano en su espalda baja mientras me mira—. Tú eras quien se encargaba de ir por la harina, y ahora me toca a mí porque tú ya puedes llegar más tarde a la panadería.

Suelto una risa.

—Ni te quejes, porque yo hice eso por años —le recuerdo—. Y no entro tan tarde a la panadería, no seas dramático.

—Pero sí sales una hora antes —me recuerda, evidentemente molesto—. Y gracias a eso, ahora yo también limpio gran parte de la panadería cuando acaba la jornada.

Decido ignorarlo, y mejor continúo con mi labor de llenar las charolas metálicas con pan que debe meterse al horno.

Escucho sus pasos detrás de mí. De reojo, veo que se para a mi lado.

Eso sólo significa que no está dispuesto a dejar de hablar de ello.

—Es injusto que te quejes —digo, sin voltear a verlo—. Porque sabes que te ayudo a limpiar antes de que me vaya a casa.

Él sonríe con burla.

—Si tan buen hermano eres, ayúdame. ¿Quieres? —insiste—. Te juro que si cargo otro costal más, se me va a romper la espalda.

—Hablas como si fuera la primera vez que cargas sacos de harina, llevamos años haciéndolo —me río—. Mejor apúrate, antes de que nuestra madre te vea y te grite por andar de holgazán.

Ambos nos callamos de inmediato al escuchar que alguien abre la puerta y entra a la cocina, pero me relajo al ver que es Matt.

—¿Otra vez tarde hermanito? —le pregunta Ryan, con una sonrisa burlona—. Te aseguro que algún día de estos, nuestra madre va a darse cuenta de que no llegas temprano y te va a ir muy mal.

—Lo sé —suspira Matt, se quita la chamarra azul y la cuelga en el perchero que está cerca de la puerta—. Procuraré ser más puntual.

Ryan se acerca a él y lo mira divertido.

—Supongo que Emma es la culpable de que llegues tan tarde.

Matt frunce el ceño y niega con la cabeza.

—Si claro —se ríe con amargura—. Hasta crees, ella no soporta ni verme.

Se pone el delantal blanco y se para del otro lado de la mesa, quedando frente a mí. Se encarga de amasar lo que falta.

—Peeta es quien casi siempre llega al trabajo de buenas —comenta Matt, mirándome y sonriendo con burla—. Y hoy no es la excepción, dime... ¿Tuviste una buena mañana?

No puedo evitar sonreír, pero evito mirarlo y me enfoco en continuar llenando las charolas de panes.

—Si, tuve una muy buena mañana —admito.

—Ya veo —me mira divertido—. Entonces tu mujer es la responsable de que tengas tan buen humor hoy.

Suelto una risa al escucharlo, y sé que con ese gesto me he delatado por completo.

—Si —vuelvo a sonreír—. Estamos pasando por un gran momento en nuestras vidas.

Me obligo a callarme para no darle más información, porque a pesar de que me siento inmensamente feliz por saber que voy a tener un bebé con la mujer que amo, prefiero no decirle nada a nadie para no presionar a Katniss.

Sé que la noticia ha sido muy dura para ella, y no quiero empeorar las cosas y provocar que esta situación le resulte más complicada.

Sólo causaría problemas entre nosotros si ella se entera que he estado esparciendo la noticia de que vamos a tener un hijo.

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