Cuando termino de vestirme, me doy cuenta de que la playera que tengo puesta se pega un poco a mi cuerpo, dando a notar que mi abdomen ya se encuentra ligeramente abultado.
No llevo la cuenta exacta de cuantas semanas de embarazo tengo, pero Prim me ha dicho que aún estoy en la semana doce y debo seguir teniendo cuidado para que no le pase nada al bebé.
Aún tengo poco tiempo de gestación, pero me he dado cuenta de que el embarazo ya es un poco notable.
Casi siempre evito mirar mi vientre para no pensar en todo aquello que me tortura. Cada vez que veo esa parte de mi cuerpo, inevitablemente aparecen esos pensamientos que tanto me lastiman y que me hacen temer por el futuro, es por ello que ni siquiera me atrevo a mirarlo. A pesar de eso, he notado que cada vez es un poco más evidente el embarazo, haciendo imposible que ignore el hecho de que el bebé está creciendo dentro de mí.
Tomo un grueso suéter de lana y me lo pongo para poder cubrirme del frío.
No puedo creer que mi rutina actual se limita a estar en casa casi todo el día y dormir cuanto puedo. Ya me he acostumbrado a sentirme cansada y con sueño todo el tiempo. Sin embargo, me resulta muy difícil sentirme de esa manera, porque a pesar de que quiero hacer varias cosas en el día, casi siempre termino quedándome en casa descansando.
Llevo dos semanas viviendo aquí en la Veta, pero ni siquiera por eso he logrado acostumbrarme.
Durante todo ese tiempo, Peeta no ha venido ni una sola vez a visitarme. Intento mostrarme indiferente ante ese hecho, pero realmente me duele darme cuenta de su desinterés hacia mí. Me lastima saber que ya no le importo, y que lo único que le interesa es el bienestar de su hijo.
Termino de ponerme las botas y salgo del dormitorio.
—¿Ya te vas Katniss? —escucho que me pregunta Prim, provocando que me detenga y voltee a verla—. Creí que seguirías durmiendo.
Su comentario logra hacerme sonreír.
—Precisamente por eso necesito salir, es la segunda vez en el día que me quedo dormida —tomo mi chamarra que está en el sillón y me la pongo—. Lo único que hago es quedarme aquí a comer y a dormir, no sé porqué permiten que esté sin hacer nada.
—No sólo duermes y comes —sonríe mi madre—. Nos ayudas a limpiar y a cocinar, y también vas a comprar las cosas que hacen falta.
Me pongo los guantes y tomo mi bolsa de caza.
—Lo sé, pero necesito estar más activa y hacer más cosas —avanzo hasta llegar a la puerta—. Vuelvo en un rato, voy a la ciudad a comprar lo que hace falta.
Salgo de la casa antes de que puedan responderme.
Avanzo por las frías calles de la Veta y me dirijo hacia la zona comerciantes.
Cuando llego a la ciudad, me dirijo a la tienda de víveres para poder comprar lo que necesito. Pero antes, paso a propósito enfrente de la carpintería de la familia de Emma para poder ver a Aiden.
Me he encariñado demasiado con ese niño. Nos hemos vuelto cercanos debido a que Emma me pide en algunas ocasiones que lo cuide cuando ella no puede. Aiden ya ha ido varias veces a la casa, por lo que mi madre y Prim también le tienen cariño a es pequeño.
Miro el interior de la carpintería a través del gran ventanal. Ubico a Aiden cerca del mostrador, mientras juega sentado en el suelo.
Cuando entro en la tienda y suena la campanilla, él alza la mirada y se da cuenta de mi presencia.
—¡Atnis! —exclama con emoción.
Me acerco a él y me hinco para dejar que me abrace.
—Hola.
![](https://img.wattpad.com/cover/124625111-288-k755651.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Nuestro Secreto
Fiksi PenggemarKatniss y Peeta nunca fueron seleccionados para Los Juegos del Hambre. Es curioso cómo a veces una simple acción puede cambiar por completo la vida de alguien. Los papeles con sus nombres escritos jamás salieron de esa urna que condena cada año a lo...