Capitulo 22

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Escucho el leve sonido de la lluvia cayendo sobre el tejado de mi casa, me acurruco más con las mantas para intentar que el calor de la cama me siga envolviendo. Hago un intento por volver a dormirme, a pesar de que me ha inquietado bastante la pesadilla donde vi a Peeta contrayendo matrimonio con Amber.

Esa dolorosa imagen no sale de mi cabeza y no permite que pueda tranquilizarme.

Pasan unos minutos y cuando veo que los rayos de sol ya se filtran por la ventana, me doy por vencida en intentar quedarme dormida y decido pararme de la cama.

Comienzo a vestirme y noto que las manos aún me tiemblan debido a la pesadilla que tuve. Pareció tan real verlo casándose con Amber, que ese terrible sueño aún lo siento presente y me causa escalofrío de sólo recordarlo.

Lo peor de todo es que sé que no es sólo un sueño, porque eso será realidad en poco tiempo.

Termino de vestirme, me pongo las botas y me dirijo al pequeño baño.

Me echo agua en la cara para despertar por completo y para poder despejarme.

Tomo algunas cosas, salgo de la casa y camino rumbo al bosque.

Llego a la pradera y cruzo la alambrada. Avanzo un poco y me detengo un momento para disfrutar del aroma tan refrescante de este lugar.

Suelto un suspiro y camino hasta llegar al tronco hueco donde guardo mi arco.

Continúo avanzando por el bosque, recolecto algunas verduras y moras, y me concentro en cazar todos los animales que puedo.

Quisiera ir al lago, pero sé que ir allá sólo empeorará mi situación. Durante este tiempo he logrado avanzar un poco en intentar superar lo que me hizo Peeta, y no quiero retroceder.

Han pasado algunas semanas desde la última vez que lo vi, y aún duele bastante cada vez que recuerdo que él me engañó. Sin embargo, he descubierto que es verdad que el tiempo ayuda a sanar poco a poco algunas heridas y lo que más me ha ayudado a manejar esta situación es que me he mantenido alejada de él y de cualquier lugar donde pueda encontrármelo.

Eso sin duda me ha ayudado a mantenerme un poco más tranquila y a sobrellevar mejor esta situación.

Me quedo un rato en el bosque y desayuno algunas vallas y otros frutos que me encuentro. Acompaño mi desayuno con algunos pedazos de queso de cabra que encontré en la mesa de la cocina y un poco de pan que Prim consiguió el día de ayer.

Después del incidente en la panadería, donde la esposa del panadero me vió vendiéndole ardillas a su esposo, decidí hablar con mi hermana y proponerle que ahora ella se encargue de ir a la panadería. Me aseguré de advertirle que debe procurar ir a la panadería cuando la esposa del panadero no esté, porque no quiero que esa mujer le grite a mi hermana. Por fortuna, Prim accedió a hacerlo y ahora ella se encarga de ir con el panadero y le da queso de cabra y aveces las ardillas que cazo, ahora esa es la única manera en que podemos obtener pan.

No puedo perder el trato que tengo con el panadero de darle ardillas o queso de cabra a cambio de pan, porque él es de las únicas personas con las que puedo conseguir alimentos que son realmente sustanciosos para mi familia.

Él es de las pocas personas que me acepta las ardillas y a cambio me da algo tan valioso como el pan.

Me siento en el pasto, recargo mi espalda en el tronco de un árbol y como con tranquilidad mientras veo el bosque.

Cuando termino mi desayuno, me levanto y preparo mis cosas para irme.

Guardo las presas en mi bolsa de caza y me dirijo a la alambrada.

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