Capitulo 57

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Me despierto al escuchar el calmado y relajante sonido de las aves.

La cama está tan cómoda, que aún no me apetece levantarme. Sin embargo, sé que mi hija ya se encuentra despierta y seguramente ya tiene hambre.

Abro los ojos, y veo que Willow se encuentra sentada sobre el pecho de Peeta mientras se entretiene con un oso de trapo que él está sosteniendo. Mi bebé se divierte agarrando las patas del muñeco mientras Peeta le sonríe.

No puedo creer cuanto ha crecido nuestra hija durante este tiempo. Es difícil de asimilar que ella ya tiene siete meses de edad, el tiempo sí que pasa volando.

Desde que llegamos al 12 por primera vez desde el bombardeo, han pasado varias cosas en el distrito.

Ya hay muchas casas que están completamente construidas, pero todavía faltan algunas viviendas que aún se encuentran en ruinas. Y todos los negocios que estaban en la zona de comerciantes siguen destruidos, apenas los están empezando a construir.

Es cierto que aún falta mucho para que el distrito vuelva a parecer el de antes, pero poco a poco, todo se está edificando de nuevo.

Varias de las viviendas de la Veta y de la zona de comerciantes ya estaban listas desde hace unas semanas. Es por ello que Peeta y yo ya estamos viviendo en donde solía estar nuestro hogar.

Nuestra casa es casi igual a como estaba antes, excepto por los muebles. Los cuales fueron donados por el nuevo gobierno.

Incluso en la Veta hicieron las casas similares a las que hay en la zona de comerciantes. Ya no hay distinción entre el que alguna vez fue el lugar más marginado del distrito y el sitio donde vivían las familias más acomodadas.

Las autoridades decidieron cerrar las minas para siempre, y en cambio, han decidido poner una fábrica de medicinas, la cual aún sigue en construcción.

Sin embargo, a pesar de que aún no está lista la fábrica, han puesto algunos establecimientos en el distrito en los que venden una gran variedad de medicamentos del Capitolio. Algo a lo que nunca pudimos tener acceso antes de la rebelión.

Durante las primeras semanas aquí en el 12, éramos pocos los que estábamos en el distrito. Pero al pasar los meses, fueron cada vez más las personas que regresaron. Entre ellos, la familia de Peeta.

Poco a poco, parece que vuelve a ser aquel viejo Distrito 12 que conocí.

Casi es igual al de antes.

La diferencia más notable es que ahora es bastante evidente la ausencia de todas esas personas que fallecieron en el bombardeo. A pesar de que volvió la mayoría de los que estaban refugiados en el Distrito 13, es evidente que somos mucho menos de los que solíamos habitar el 12.

Por fortuna, Peeta y mi familia ya no están obligados a seguir un horario estricto como en el 13. Por lo que somos libres de vernos y de estar juntos cuando queramos.

Como la panadería todavía no está construida, Peeta y yo vamos al bosque casi todos los días con nuestra hija. Él me acompaña a conseguir comida y también para que pasemos tiempo con Willow.

Estamos todo el tiempo juntos, y me encanta.

Peeta no estuvo con nosotras por demasiado tiempo, por lo que disfruto demasiado el hecho de que él ya esté con nosotras.

Veo que Peeta mueve al oso de trapo, provocando que Willow se ría.

Me acerco a ellos, y dejo un beso en la mejilla de Peeta.

—Buenos días —murmuro—. ¿Tiene mucho que despertaste?

Él gira su rostro hacia mí y deja un beso en mis labios.

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