Me quedo sentada sobre la cama, aferrándome a la manta para cubrirme, deseando con todas mis fuerzas desaparecer.
No logro comprender porqué él está aquí.
¿Habrá venido a cenar?
No lo sé.
Me culpo aún más por no haber cerrado con seguro. Pero ya no sirve de nada, ahora lo tengo frente a mí, sin ninguna explicación convincente para justificar lo que he hecho.
Se le tensa la quijada mientras mira a Peeta, quien ya se ha puesto el pantalón. Y aunque sigue callado, noto la vena bombeando a un lado de su cuello. Está furioso, y puedo ver en sus ojos que está más que dolido.
Peeta abre la boca para dar alguna excusa, pero aún parece demasiado aturdido para si quiera hablar.
Sujeto la manta con mucha más fuerza, y me atrevo a enfrentar a Gale:
—Lo siento mucho —le digo—. No era mi intención que...
Me callo de golpe cuando él vuelve a mirarme, y el miedo crece al ver que las manos se le cierran en puños.
—Cuanto tiempo —no grita, ni pierde el control. Pero el odio tiñe cada una de sus palabras—. ¿Desde cuando te acuestas con él mientras a mí me ponías excusas para que ni siquiera te tocara?
—Gale...
—¡¿Cuánto tiempo?! —se altera, desbordado por la rabia. Y da un paso en mi dirección—. ¿Qué era lo que me decías? Que era muy pronto para arriesgarnos a tener hijos. ¿No? ¡¡Pero veo que no tienes problema para revolcarte con él!!
Me mira, esperando que le conteste. Pero no lo hago.
—Es mi culpa —interviene Peeta de repente—. Yo la he estado buscando, fui yo quien insistió.
Gale por fin deja de verme, y se le acerca.
—No creí que fueras tan estúpida, Katniss —respira furioso, y no le quita a Peeta la mirada de encima—. No te sientas especial, sólo eres una más del montón para él. Conozco a los de su clase, típico de los comerciantes, que van por ahí quitándole la virginidad a cuantas chicas quieren. Tan inofensivo que te ves pero conseguiste meterte en su cama —se aleja un poco, y vuelve a mirarme—. ¿Cuánto te ofreció? Seguro te convenció de hacerlo a cambio de comida.
—No le hables así —le advierte Peeta—. Y no te equivoques, yo no soy quien va buscando mujeres diferentes a cada rato.
—Veo que Amber te contó, ¿verdad? —Gale ríe con amargura—. Es muy buena en la cama, por si te interesa saberlo.
Sus ojos se encuentran con los míos, y me cuesta reconocerlo. Jamás había visto esa mirada tan lúgubre en su cara. Y la manera en que me ve... Es como si tuviera a su peor enemigo de frente.
—Si querías más comida, debiste habérmelo dicho a mí —me encara—. Pudiste haberte acostado conmigo en lugar de él —señala a Peeta—. Lo hubieras disfrutado mucho más, te lo aseguro, y te hubiera pagado mejor que con un montón de pan para que no mueras de hambre.
Jamás creí que él pudiera hablarme así. Y no merezco sentirme dolida, porque lo he lastimado mucho más a él. Pero duele.
Es cierto que en el distrito es común ver que algunas chicas de la Veta vendan su cuerpo con los agentes de la paz a cambio de comida, y probablemente en una situación demasiado desesperada lo hubiera hecho, pero este no es el caso.
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Nuestro Secreto
FanficKatniss y Peeta nunca fueron seleccionados para Los Juegos del Hambre. Es curioso cómo a veces una simple acción puede cambiar por completo la vida de alguien. Los papeles con sus nombres escritos jamás salieron de esa urna que condena cada año a lo...