Capitulo 26

2.1K 137 44
                                    

Entrecierro los ojos y me doy cuenta de que afortunadamente ya ha amanecido. Por lo menos ya no tendré que seguir esforzándome por intentar quedarme dormida.

La verdad es que no pude conciliar el sueño durante gran parte de la noche, me la pasé pensando en mil cosas que tienen que ver con este día.

Me giro sobre la cama y veo que mi madre y mi hermana siguen dormidas.

Ahora es cuando comprendo que haber despertado tan temprano ha sido un gran error, porque eso sólo significa que tengo que esperar más horas.

Miro el dormitorio con atención al ser consciente de que esta será la última vez que amanezca cerca de mi hermana y de mi madre.

Después de unos minutos, veo que Prim se remueve ligeramente en su cama y abre los ojos.

Mi hermana me sonríe y se sienta en el colchón.

—¿Ya no puedes dormir?

Niego con la cabeza mientras sonrío.

—Todo va a estar bien —susurra, para no despertar a nuestra madre que sigue dormida—. Es normal que estés nerviosa. Nunca me he casado, pero supongo que es normal sentir nervios antes de una boda.

Suelto una risa al escucharla, ella y Peeta son las únicas personas que logran hacerme reír de esta manera.

Me doy cuenta que nuestra madre se remueve levemente y se sienta sobre el colchón.

—Buenos días —bosteza y acaricia el largo cabello rubio de Prim—. Aún es demasiado temprano. ¿Cierto? —pregunta, mientras mira la ventana. De donde se traspasan los débiles rayos del sol.

Prim voltea a verla y sonríe.

—Si, pero Katniss ya no puede dormir.

Mi madre me sonríe y se levanta de su cama.

—Es normal que estés nerviosa, pero todo va a estar bien —desenreda su cabello rubio con los dedos—. Nosotras estaremos ahí contigo, no te preocupes.

Mi hermana se acerca a mi cama y se sienta enfrente de mí.

—Hoy es tu último día con nosotras, así que podemos ayudarte a preparar tus cosas.

—No creo llevarmelas hoy —comento—. Porque se vería bastante sospechoso si voy cargando todas mis cosas hasta el Edificio de Justicia.

—Pero es mejor que prepares todo de una vez —Prim intenta convencerme—. Y ya mañana puedes venir por tus cosas.

—De acuerdo —accedo—. Es buena idea.

Mi madre y Prim me ayudan a doblar mi ropa y a empacar los pocos objetos de valor sentimental que tengo.

Cuando terminamos y dejamos todo listo encima de mi cama, vamos al pequeño comedor para desayunar un poco.

Prim ordeña a Lady y desayunamos una tibia taza de leche de cabra y un poco del pan que mi hermana consiguió de la panadería hace algunos días.

—Ahora podrás comer pan todos los días —bromea Prim—. Te envidio.

—Ustedes también comerán pan seguido —afirmo—. Seguiré viniendo a visitarlas y a comer con ustedes, no porque vaya a casarme significa que voy a abandonarlas, no van a deshacerse tan fácil de mí.

Mi hermana sonríe, también veo una sonrisa en el rostro de mi madre.

—Espero que eso no le moleste a Peeta —comenta mi madre.

Niego con la cabeza.

—Él sale del trabajo mucho después de la comida, y sólo los domingos sale temprano.

Nuestro Secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora