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CHRISTOPHER
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Había llegado el gran día. Luego de varios meses mejorando cada pequeño detalle, al fin había llegado el día que tanto tú, como él, habían esperando.
Aquella típica música de bodas comenzó a sonar, y todos en la iglesia se levantaron. Tú venías del brazo de tu padre y en el altar, Christopher cubrió su cara nervioso y emocionado con los votos.
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Tu padre te dejó en el altar, y luego de darle un abrazo y susurrarle un "cuida de ella o te mato", los dejó a ambos, mirándose a los ojos.
En el momento de los votos, el miró nervioso los papeles y suspiró sonriendo.
– Suelo ser muy malo para estas cosas. Y siento que el corazón se me saldrá ante tanta emoción que tengo ahora –soltó una risita–. Hoy estoy tan feliz de que, frente a todos estemos dando nuestro "sí", que nos unirá para siempre. Desde hoy, seremos uno, yo estaré contigo, en las buenas y malas. Apoyaré hasta tu más rara idea, y te consolaré en tus díasmás tristes –dejó de leer y te miró–. T/n, eres mi mundo entero. Le agradezco tanto queDios de haberte puesto en mi vida. Eres mi luz entera, mi Ángel, mi universo. Te amo y te amaré por siempre, princesa.
