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|—¿La primera vez que pasó? —Stella levantó la mirada, tratando de rememorar— Veamos... Quizá a los trece años, ¿no es así?

Niall asintió, rascándose la nuca y desviando la mirada con vergüenza.

—Sí, recuerdo la llamada de los Miller, estaban aterrorizados porque su nuevo niño de tan solo trece años no estaba en su habitación —ella rio, como si ahora el recuerdo no formara más que parte del pasado—. Todo salió bien esa noche, aunque nunca nos enteramos de adónde había ido Niall. Pero después de la escabullida número diez lo regresaron.

—Diría que lo lamento, pero si ninguna de esas familias lo hubiera regresado, no tendríamos a Niall con nosotros —dijo Anne, poniendo una mano cariñosa sobre la espalda de Niall— ¿No es verdad cariño?

—¡Verdad! —exclamó Robín desde la cocina.

—¡Oh! Y aún recuerdo a su primer familia de acogida —continuó con emoción, ganándose de Niall, una mirada gélida.

—Stella —reprochó a regañadientes, advirtiéndole que dejara el tema.

Ahora, muy a su pesar, se había ganado la atención de la familia y la de Harry, la que menos quería.

Anne se había percatad de la tensión que ahora rodeaba el cuerpo de Niall. Decidida a aligerar el ambiente se acomodó emocionada en su lugar y miró a Stella con ojos brillantes.

—Por favor, termina —le pidió. Stella miró a Niall una vez más severamente, antes de aclararse la garganta.

—Cuando Niall fue puesto en su primera familia era como un niño salvaje. No quería comer, tampoco le gustaba ducharse. Tenía tan solo ocho años y aun así Hellen no podía meter al niño a la bañera. Una vez, mientras intentaba obligarlo a bañarse, Niall la mordió tan fuerte que tuvieron que darle seis puntadas. Al día siguiente lo tenía en la puerta de mi oficina —Stella se inclinó hacia atrás sobre el sillón, sosteniendo firmemente su taza de té mientras un ataque de risa la abordaba.

Robín regresó al salón y se unió al grupo de carcajadas, sentándose junto a su esposa. Cuando las risas murieron, el salón se sumió en un inaguantable silencio para Niall, que se sentaba rígido en el sillón individual. Nadie pareció notar la tensión en sus hombros además de Harry, por lo que dio un paso adelante y se aclaró la garganta, su madre lo miró al instante.

—Ma', de hecho, estamos cansados por el partido, creo que nos iremos a la cama ahora —se excusó, por él y por Niall, en voz baja y serena.

—¿Seguro? ¿No quieren cenar primero?

Niall y Harry intercambiaron miradas, que Anne no pasó por alto.

—Estamos bien, ya no los molestaremos. Buenas noches, hasta luego Stella, fue un placer —Harry extendió su mano educadamente, que Stella tomó con gusto.

—Que galante —lo aduló—, tal vez podrías aprender un par de cosas de Harry, ¿eh, Niall?

Niall decidió ignorar el comentario de inmediato, levantándose con la mirada gacha y escurriéndose sigilosamente por el salón. Siguió a Harry por las escaleras sin siquiera dar las buenas noches. Sentía el cuerpo pesado y quizá, por primera vez, necesitaba un baño después de todo lo que había pasado esa noche. Con lo que ocurrió en el auto, Niall no podía ni siquiera levantar la cabeza para mirar a Harry.

El ver como Harry estuvo dispuesto a sacarlo de esa embarazosa situación, a pesar de estar molesto con él, solo dejó pensando a Niall. Finalmente, cuando alcanzaron su habitación, Niall decidió darle lo que tanto quería, como una tregua. Tiempo a pensar.

foster; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora