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Niall había conseguido un resfriado severo al regresar a casa a mediados de enero. Anne lo había hecho abrigarse más de la cuenta para no empeorar la situación, y ahora Niall parecía un muñeco de nieve andante. A Greyson le gustaba burlarse, y Niall era poco paciente, por lo que la noche anterior, con todos sentados en el aeropuerto, Niall le susurró en el oído tétricamente que se fuera a la mierda.

No le gustaba gritar, no le gustaba exaltarse, y mucho menos armar escenas, por lo que aquellas palabras en voz baja y amarga, fueron suficientes para detener las burlas de Greyson.

Ahora, que por fin estaban de vuelta en Oregon, Niall por fin podría descansar. Después de tanto tiempo perdido, saldría esa noche.

—¿A dónde va? —Anne se preguntó al verlo subir las escaleras después de quitarse todos sus abrigos.

—Está enfermo, sal de la espalda del chico un momento y relájate —la reprendió su esposo, pero por el puchero en el rostro de Anne, Robin estaba seguro de que no quería dejar el tema ir—. Déjalo, solo vas a abrumarlo; es un adolescente hormonal, va a terminar gritándote y vas a llorar.

Anne retorció los labios y se lo pensó por un minuto.

—Hazz —Harry, que estaba aún acomodando su abrigo sobre el perchero, y el gorro negro que no se había quitado ni un instante, se volvió hacia su madre— ¿Podrías asegurarte de que Niall esté bien? Luce un poco desfasado.

Harry solo asintió de una vez, antes de subir corriendo por las escaleras.

—Míralo correr como atleta, nunca lo había visto ir tan rápido por esas escaleras, creo que sus pies ni siqueira tocaron el suelo —dijo Merry en el oído de Max, antes de que Anne los regañara a ambos.

Harry tocó un par de veces antes de dejarse entrar a la habitación compartida después de no recibir respuesta. Niall estaba espatarrado sobre la cama, con ambos antebrazos a cada lado de su cabeza y su gorro desacomodado. Su barriga pálida subía y bajada, pues al momento de arrojarse a la cama, su suéter se había levantado.

Harry se acercó un poco y pudo notar que Niall estaba completamente dormido, como una piedra. No tenía la valentía de despertarlo para que bajara sus maletas del auto y comenzara a desempacar, por lo que decidió hacerlo por él.

Cuando regresó, le quitó el gorro a Niall; siempre prefería ver su cabello al descubierto. También le quitó sus zapatos, tomó la manta doblada al pie de su cama y lo cubrió con él. Cerró la persiana de la única ventana de la habitación y cerró la puerta lentamente, dejándolo dormir por el resto del día.

• • •

El mes estaba llegando a su fin. Las vacaciones habían pasado para Harry en un abrir y cerrar de ojos.

Tristemente, no había sido capaz de ver a Niall tan seguido como se lo había imaginado. Salía con sus amigos constantemente, y cuando regresaba a casa, su madre solo le decía que Niall no estaba con una sonrisa compasiva. Él siempre llegaba hasta la noche, con el abrigo lleno de nieve.

Sus pensamientos rondaban constantemente alrededor de él, incluso cuando estaba con sus amigos. Louis y Liam no tardaron en notarlo, pues una tarde en la que la ventisca era demasiado fuerte para salir, se lo hicieron ver.

—¡Toma eso, perdedor! —gritó Louis, levantando ambos puños al aire.

—Sabes que Louis es un petulante ¿y lo dejas ganar? ¿Qué rayos te ocurre? —inquirió Liam, reiniciando la partida. Louis de inmediato se puso a ello.

—No me está dejado ganar, yo soy demasiado bueno para sus patéticos dedos de salchicha. Nunca podrán contra Rayo McTomlinson.

Louis estrechó los ojos cuando, ni bien empezada la partida, logró atinarle a Harry el primer disparo. Pausó el juego y miró a su amigo con ojos entornados y los labios fruncidos.

foster; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora