—No sabía qué hacer. Estaba aterrada —escuchó suavemente la voz de su madre por el lugar silencioso, mientras ella pasaba sus dedos entre el cabello de Niall. — No teníamos ni un centavo para pagar el hospital, y entonces nos pedirían el seguro, que no tenemos porque somos inmigrantes. En cuanto se dieran cuenta llamarían a la policía y nos enviarían a prisión. No podía permitir eso, cielo. En Irlanda no teníamos nada. No sé si lo recuerdas, eras muy pequeño.
Niall ni siquiera sabía si tenía la fuerza para responder, mientras permanecía recostado con la cabeza en el regazo de su madre, ella intentaba explicarle lenta y calmadamente todo el caos que había ocurrido el día en que se separaron.
Se había imaginado como iría ese momento por tantos años, como le gritaría a sus padres por haberlo abandonado, en cómo les exigiría una explicación, pero ahora que se encontraba junto a su madre, su mente estaba en blanco. Se sentía algo así como feliz.
—Intentamos buscar una forma de sacarte de ahí y traerte a casa, pero ya sabes cómo son los hospitales privados. Hasta que un día te vimos marcharte de la mano con una señorita de aspecto agradable y con un auto lindo y... —escuchó la voz de su madre comenzar a quebrarse— creímos que estarías bien.
Niall no dijo nada. Permaneció echado en el sofá, con la mirada fija en la televisión apagada. Sabía que su madre estaba esperando una respuesta, pero sinceramente, no tenía nada para darle.
—Lo lamento tanto mi amor, realmente pensamos que sería lo mejor para ti —ella intentó convencerlo de su arrepentimiento—. Intentamos no pensar lo duro que sería. Creímos que te pondrían en una familia bonita y tendrías la oportunidad de ir a la universidad. Dime, ¿alguna te trató mal?
Fue entones que Niall se incorporó en el sofá, mirándola con ojos inexpresivos.
—Había una pareja de viejos que no me dejaba salir del sótano porque los molestaba cuando estaba arriba. Una solterona que me llevaba a la calle todos los sábados para buscar metal que ella pudiera vender. Y la peor de todas... una familia de vegetarianos.
A pesar de las lágrimas en su rostro, esa se rio de aquel último comentario, pero Niall pudo ver en su cara que estaba esforzándose por no ponerse a llorar ahí mismo. Su madre le quitó un mechón de cabello de su frente y lo tomó por el cuello, acercándolo hasta ella para abrazarlo.
—Lo lamento tanto cariño. Tenía veinticuatro años apenas, no sabía qué hacer y entré en pánico.
Niall se permitió hundirse entre sus brazos, aspirando su aroma. No supo exactamente cuánto tiempo estuvo así, pero poco tiempo después, escuchó el chasquido de un seguro antes de que la puerta se abriera de par en par.
—¡Eilis! —gritó una voz profunda— ¡¿Fuiste por los niños?!
Ella se separó de Niall, mirando a un hombre flacucho y alto en el recibidor, con el cabello castaño rojizo al ras de su cabeza y una barba prominente enmarcando su mandíbula. El hombre, que usaba una musculosa desaliñada, los miró como si estuviera intentando leer un problema matemático complicado.
—¿Quién es él? —preguntó, señalando a Niall con sus dedos repletos de anillos ostentosos.
—¿De verdad? —Eilis se sorbió la nariz— ¿No reconoces a la copia exacta de tu cara?
El hombre, boqueando, pestañeó un par de veces sin decir nada. Su rostro estaba tan pálido que parecía que se desmayaría en cualquier momento. Tuvo que apoyarse sobre la pared de yeso y tomar aliento.
—Entonces... —comenzó— ¿no fuiste por los niños?
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foster; ns
FanficNiall, un huérfano de quince años, ha tenido al menos doce familias adoptivas. Reaceo a aceptar un nuevo hogar, Niall se había escapado de todas y cada una de ellas. Entonces, ¿qué lo orilló a quedarse cuando fue colocado en casa de los Twist?