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Niall estaba recostado en su cama, taciturno, con los tobillos cruzados, ambas manos sobre su estómago y la mirada clavada en el cielorraso. Tenía sus audífonos puestos, pero ni sus pies ni la punta de sus dedos se movían rítmicamente como cuando escuchaba música.

Harry casi no pudo refrenar la sonrisa que se moría por esbozar cuando lo vio ahí tirado, sin esperarse la sorpresa que le tenía preparada. Harry no podía contar con Niall para obtener una reacción de aprecio, pero no lo hacía por la reacción de Niall. Harry, verdaderamente, quería que estuviera feliz a su manera.

Se introdujo en la habitación y cerró la puerta con sumo cuidado, pero no pareció bastar, pues los ojos de Niall que hace un segundo no dejaban de apreciar el techo como si fuera la cosa más interesante, viajaron hacia él.

Niall frunció el ceño al verlo de pie ahí, mordiéndose el labio para no sonreír.

—Eres escalofriante —masculló desde su cama, volviéndose para mirar el techo de nuevo.

Harry se escabulló a su cama, levantando el edredón a los pies del colchón y colándose por debajo de las sábanas. Niall gruñó disconforme.

—¡Harry! —exclamó, haciéndose a un lado en la cama mientras Harry asomaba su rostro del otro lado, cerca de la cara de Niall.

Ambos se encontraban apiñonados en la cama individual, respirando sobre la cara del otro. Harry, esbozando una sonrisa, y Niall, observándolo como si estuviera loco. Apenas cabían ambos en el colchón, tomando en cuenta lo corpulento que Harry era, y Niall solo podía aferrarse con fuerza a las sábanas para no caer.

—¿Qué te pasa? —quiso saber después de un rato de solo mirarse.

Harry se relamió y tomó aire.

—Hoy fui a ver a Stella —soltó, y Niall lo miró con una ceja arqueada, como si esa explicación no fuera suficiente.

—Explícate.

Harry tiró del edredón, invitando a Niall.

—Entra.

Niall lo miró como si Harry estuviera perdiendo la razón. Esa misma mirada molesta que le otorgaba al castaño cuando lo seguía por la escuela, cuando intentaba meter las narices en sus asuntos, o cuando intentaba hacer conversación trivial con él. Pero su deslumbrante sonrisa no flanqueó ni por un instante.

Después de unos segundos se percató de que no tenía sentido mirarlo con aquellos ojos gélidos, el humor de Harry era incorruptible. Contra todos sus deseos se deslizó debajo del edredón, a pesar de que aún conversaba su gorro gris y tenía el abrigo de la escuela puesto.

Sintió la mano de Harry tomar la suya debajo de las sábanas, y antes de que Niall pudiera cuestionarlo, sintió un papel frío y rígidos deslizarse por su palma. Niall surcó las cejas aún más. Pudo notar en la esquina de la boca de Harry, un hoyuelo profundo.

Niall bajó la mirada y observó el pedazo de papel grueso entre sus manos, blanco e inmaculado, pero cuando le dio la vuelta, el ceño fruncido desapareció de su rostro. Se encontró así mismo hipnotizado por la imagen. Era su madre, apenas siendo capaz de sostenerlo entre sus delgados brazos, con su padre a su lado, y la sombra de su viejo departamento al fondo.

Sabía que Harry estaba mirándolo de cerca, esperando cualquier reacción, pero Niall no podía apartar la mirada, no podía reaccionar. ¿Era así como se sentía estar sin palabras?

Niall se mordió el labio y apretó tanto la fotografía con una mano temblorosa, que casi la arrugó. Dejó escapar el aire que retenía, pero no miró a Harry.

foster; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora