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—¿Estás seguro de que no quieres unirte cariño? —insistió Anne una vez más, mientras el resto de los chicos se adelantaban al lago, dando zancadas y tropezando en el camino.

Niall simplemente asintió, retrayendo sus labios con una sonrisa pequeña. Anne decidió dejarlo así, de todas maneras, Niall no se veía como el tipo de chico que disfruta de las actividades al aire libre.

Se sentó en una fría banca bajo el nubado cielo, con su gorro azul cubriendo su cabello por completo y sus audífonos conectados. Observó a los niños resbalarse por el hielo irregular hasta que sintió que su cabeza pesada se caía hacia adelante una y otra vez, mientras sus ojos se cerraban.

Localizó a lo lejos un árbol de tronco torcido sobre una pequeña colina cerca del lago. La sombra del árbol, un lugar que no alcazaba la nieve, le pareció un lugar ideal para dormir mientras la familia terminaba de divertirse, por lo que se levantó de la banca y se dirigió hasta la sombreada colina.

Se recostó justo debajo de la inclinación del tronco, con los brazos detrás de la cabeza y los tobillos cruzados, mirando la infinidad del cielo tras de las ramas vacías. En poco tiempo se dejó llevar por el sopor y rápidamente se encontró dormido en la pequeña porción de césped sin nieve.

No despertó hasta casi una hora después, cuando el sonido de los patines raspando el hielo y la risa de los niños era demasiado ruidosa como para ser ignorada. Cuando abrió los ojos, se extrañó de ver todo demasiado blanco y brillante. Se incorporó lentamente, con una de sus manos soportando su peso mientras la otra restregaba sus ojos para adaptarlos al punzante brillo del día.

Al pestañear un par de veces, se dio cuenta de que estaba a escasos centímetros del lago, casi siendo capaz de sentir el frío que desprendía el hielo. En un arranque de desesperación, se echó para atrás, arrastrándose por la nieve hasta que estuvo lo suficientemente alejado del agua congelada.

—¡¿Estás bien Niall?! —escuchó una vocecilla a la distancia. Supo de inmediato que se trataba de Merry mucho antes de levantar la mirada.

Meredith y Harry lo miraba desde el lago con ambos pares de cejas rectos y miradas confundidas en el rostro. Niall solo tragó saliva pesadamente, decidiendo ignorar que esa escena había ocurrido. Rápidamente se levantó del suelo y se sacudió la nieve del abrigo, regresando a la colina en dónde había estado dormido minutos antes.

Ni siquiera se había dado cuenta de cuando fue que rodó hacia abajo, pero solo se dedicó a dar las gracias por haberse detenido antes de llegar al lago y romperlo por accidente.

Se sentó contra el tronco torcido y se dio cuenta de que sus auriculares faltaban en sus orejas. Con desespero palpó cada bolsillo de su abrigo sin mucha suerte para encontrarlo. Rebuscó entre la nieve, pensando que deberían estar por ahí, camuflándose, pero no hubo tal suerte tampoco.

No levantó la vista del suelo hasta que los pies, que portaban patines, de alguien, se atravesaron en su campo de visión. Levantó la mirada solo para encontrarse con Harry, quien sostenía sus audífonos en una de sus manos, mientras le sonreía amablemente desde arriba.

Niall los tomó cuidadosamente, inspeccionando que nada malo les hubiera ocurrido.

—Los encontré junto al lago, los dejaste caer cuando te arrastraste de regreso. ¿Estás bien? —Harry se sentó a su lado en el suelo, comenzando a desatar los cordones de sus patines.

—Sí.

—¿Qué fue eso? ¿Te da miedo el hielo o algo así? Tranquilo, no se va a romper, la capa de hielo es demasiado gruesa, créeme, vengo aquí desde que era niño.

foster; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora