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El sol estaba punto de salir cuando Niall escaló el tejado de su nueva casa. Aún faltaban unos cuantos minutos para el amanecer y Niall había conseguido llegar a tiempo sin ser descubierto. Debía admitir que la sangre se le heló cuando supo que compartiría habitación con alguien más, pero todas sus preocupaciones se disiparon cuando logró escabullirse exitosamente sin ser notado por Harry.

La ventana seguía abierta, justo como Niall la había dejado. Un montoncito de Nieve que se había metido a la casa se encontraba amontonado en el suelo bajo la sombra del cristal. Niall metió una pierna, luego la cabeza, y cuando estaba a punto de entrar completamente en la habitación, escuchó movimiento a sus espaldas.

Sus ojos se dispararon en dirección al sonido, solo para encontrarse a Harry sentado contra el respaldo de la cama, restregando sus puños contra sus ojos somnolientos.

—¿A dónde vas? —preguntó adormilado. A pesar de sus diecisiete años, lucía como un niño.

Niall tragó saliva, sintiendo sus manos comenzar a sudar a pesar del penetrante frío de la madrugada. Negó con la cabeza y desvío la mirada, entrando por fin la pierna que se encontraba congelándose en el tejado.

Sacudió la nieve de su cuerpo y se dirigió a su cama desecha, arrojando su mochila en el suelo, todo bajo la atenta mirada de Harry. No se molestó en deshacerse de su abrigo, su gorro o sus botas, simplemente se escurrió debajo de las mantas, enfrentando la ventana, y fingió ponerse a dormir.

—¿Niall? ¿Está todo bien? —cuestionó Harry, apoyado sobre un codo mientras sus ojos entrecerrados le miraban la espalda.

Niall no contestó.

Eran casi las seis de la mañana, y Harry no pegó un ojo por el resto de la noche.

• • •

—Niall, cariño.

Los ojos cerúleos se abrieron lentamente, pestañeando un par de veces. Se sorprendió de sentir su cuerpo sudoroso y pegajoso debajo de las sábanas, observando que la ventaba había sido cerrada y se había dormido con tres capas de ropa encima más las abrigadoras mantas.

—¿Niall? —un par de golpeteos en la puerta lo sacaron de sus pensamientos— Niall, llevas durmiendo todo el día, ¿te encuentras bien? Te has perdido el desayuno.

Niall se levantó rápidamente de la cama, deshaciéndose del pesado abrigo, cambiándose los vaqueros por unos pantalones de chándal, y arrancándose de un tirón las botas.

Se acomodó el gorro sobre el cabello y abrió la puerta tan solo un poco, asomando la cabeza por la apertura.

—Hola cielo, solo quería saber si estabas enfermo.

Niall negó con la cabeza, dando un paso fuera de la habitación alfombrada, sintiendo el frío de la madera calarle los pies descalzos.

—Guardé un poco de desayuno para ti, ven conmigo.

En silencio, Niall siguió a Anne hasta la cocina, y del microondas sacó un plato repleto de huevos fritos, salchichas y arvejas. Se lo tendió en las manos, y Niall sintió lo frío de la cerámica.

—Los demás están en el salón, puedes comer con ellos si quieres.

Realmente a Niall no le interesaba el lugar en donde debía comer, él solo quería paz y tranquilidad, sin embargo, no quería lucir como un irrespetuoso sin remedio ante Anne, por lo que se dirigió a donde el escándalo provenía.

El salón estaba repleto. Harry y Greyson jugaban videojuegos, mientras Max observaba atentamente a su lado. Los tres sentado en el sofá de tres plazas.

foster; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora