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Niall se acomodó sobre la alfombra bajo la atenta mirada del trío en el salón.

-Llegamos de Irlanda cuando tenía ocho años, al parecer un amigo de mi padre nos estaba ofreciendo un departamento y un trabajo para mi papá. Vivíamos bien, supongo. Yo pasaba todo el día con mamá en casa, a veces íbamos al parque o a comprar un helado; el dinero no sobraba, pero teníamos para vivir -Niall tomó aliento y prosiguió-. Cuando cumplí nueve años, servicios sociales se apareció de la nada y me llevaron con ellos. Jamás volví a ver a mis padres desde ese día. Después de eso me colocaron en diferentes familias temporales hasta que terminé aquí.

-No entiendo, ¿por qué te alejaron de tus padres? -Grey inclinó la cabeza con curiosidad, a lo que Niall se encogió de hombros.

-¿Dices que te llevaron sin motivo? -preguntó Max.

-No lo sé, no lo recuerdo. Solo recuerdo que me llevaron en la parte trasera de una patrulla a un hospital y luego conocí a Stella.

Los tres se miraron entre sí con ojos extrañados, justo como Niall pensó que lo harían.

-Eso es extraño -dijo Harry en voz queda.

Niall no le tomó mucha importancia y se reacomodó bajo su manta, volviendo su rostro hacia la chimenea mientras sentía el calor del fuego enrojecer su cara.

Nadie habló después de eso, nadie se atrevía. Los tres sabían que Niall solo había hablado para que le dejasen en paz, y decidieron complacer sus deseos.

No hablaron por un buen rato, hasta que ronquidos profundos y ruidosos fueron escuchados por la habitación, incluso entonces Niall permanecía despierto.

-Oye, Ni.

Niall miró sobre su hombro. Harry se encontraba recostado sobre su costado, y su cara era apenas iluminada por el brillo anaranjado del fuego.

-Lo siento -susurró. Niall se recostó sobre su espada y le envió una mirada interrogante, de la cual inmediatamente se arrepintió al ver a Harry poner los ojos en blanco y levantarse del sofá con su almohada bajo el brazo.

Harry dejó caer su almohada al suelo y se recostó sobre la alfombra vieja y dura, junto a Niall. Ambos estaban mirándose cara a cara, demasiado cerca como para sentir sus respiraciones entremezclarse. El pecho de Harry se agitó al ver que Niall ni siquiera se inmutaba ante la proximidad.

-Lo lamento, por lo que hice hoy -prosiguió, al ver la expresión de confusión que se cargaba Niall-. Ya sabes, por haberte arrojado al mar.

La cara se le iluminó como luces en un árbol de navidad. Por fin había recordado.

-Así que eso hiciste.

-¿No lo recordabas?

Niall negó con la cabeza.

-Suelo olvidar esas cosas, no sé la razón.

Harry lo observó con el ceño fruncido, completamente extrañado, sin embargo, no mencionó nada.

-Entonces, ¿me perdonas? -Niall se encogió de hombros, o al menos el que no estaba siendo aplastado contra el suelo por el resto de su cuerpo- ¿puedo tomarme eso como un sí?

-Solo si te callas y te duermes.

Niall se dio la vuelta en su lugar, dándole la espalda al sonriente Harry, solo para encarar de nuevo a las ondas de fuego que crepitaban del otro lado de la pantalla. Aun así, podía sentir la sonrisa de Harry haciéndosele más grande en el rostro.

Con eso en mente, se quedó dormido.

Unos días después, se encontraban en la playa de nuevo. Niall se había mostrado reacio a querer salir de la casa, pero Harry, después de jurarle mil y un veces que no volvería a arrojarlo al agua congelada, logró convencerlo de salir afuera con ellos. A pesar de ello, no pudo persuadirlo para que jugara voleibol con ellos.

foster; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora