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Vapor salió del baño en cuanto Harry terminó su ducha con agua caliente. Su madre le había hecho macarrones con queso para cenar y le había bañado el rostro con besos.

Robin en cambio, no era muy bueno consolando personas, solo lo escuchó decir:

—Creo que van a suspenderlo.

Como si eso fuera a hacer sentir mejor a Harry. Pero no lo hizo.

Merry había estado demasiado callada como para ser normal, y Harry comenzó a preguntarse si es que sentía pena por él, nunca nadie lo había hecho ridiculizarse tanto como esa noche, ni siquiera Zayn, y para ponerle la cereza al pastel, había sido Niall.

No era capaz de entenderlo aún, creía que se estaban volviendo amigos, o que al menos se agradaban. Harry nunca se había apenado tanto de estar equivocado.

Tomó la cobija del respaldo del sofá cuando se aburrió de la película que él, Merry y sus padres veían en el salón, y se levantó, envolviéndose en ella.

—¿Adónde vas? —le preguntó su madre, tratando de esconder la preocupación en su voz.

—Estoy cansado, quiero dormir.

—Puedes dormir en el cuarto de Greyson y Max si quieres.

Pero Harry rechazó amablemente la oferta de su madre, no podía huir de él toda la vida, al menos no si vivirían juntos y competirían habitación hasta que Harry se fuera a la universidad.

La cosa era, que Harry no quería hablarle, pero tampoco quería que se fuera. Estaba seguro de que con tan solo una palabra suya, su madre estaría hablando con los servicios sociales para que localizaran a Niall en otro lado, su hijo siempre era primero. Pero el estómago de Harry se revolvió de tan solo pensarlo.

Abrió la puerta a un cuarto completamente oscuro, solo se veía la luz de la luna iluminando la silueta de Niall que se sentaba en el alféizar de la ventana. Tenía ya su pijama puesta, sin gorro ni nada que le cubriera el cabello, solo unos calcetines hasta la pantorrilla, pantalones de franela y un suéter gris ligeramente más grande que le cubría hasta los nudillos.

Él lo miró con sus ojos hipnotizantes en cuanto entró al cuarto, su rostro permaneció serio, pero su boca se retorcía de vez en cuando, como si quisiera decir algo. Harry no lo miró por más de un segundo antes de caminar hasta su cama y darle la espalda. Niall miró de vuelta a la ventana, abrazándose las rodillas.

Harry encendió la lámpara de noche y comenzó a desvestir la cama, quitando un par de almohadas y levantando las sabanas. Dejó su cobija a un lado y continuó, hasta que la voz de Niall sonó, rasposa pero clara, que logró tensarle los hombros.

—Yo no lo hice —fue lo único que dijo. Tan monótonamente que Harry no pudo identificar si estaba mintiendo o diciendo la verdad.

A pesar de que al principio le intrigaba lo bien que Niall ponía su cara de póquer, evitando que los demás se metieran en sus pensamientos, ahora Harry solo quería tirarse del pelo y gritar de frustración.

No le respondió, y continuó haciendo sus sábanas a un lado. Se quitó las pantuflas y se metió a la cama. Estiró la mano para apagar la lámpara cuando Niall lo tomó por la muñeca; ni siquiera lo había escuchado ponerse de pie y caminar hacia él. Era delgado y tenía pisadas de gato, lo que le había hecho preguntarse si ya había logrado escaparse sin que él se diera cuenta.

—No lo hice —repitió, como si Harry no lo hubiera escuchado la primera vez.

En contra de sus deseos, Harry quitó su mano, y la de Niall cayó lánguida junto a su cuerpo. Su silueta parecía casi fantasmal, su cuerpo demasiado delgado bajo su ropa, como si no se hubiera alimentado bien durante varios años, sus ojos estaban ojerosos, y Harry se preguntó cómo no se había dado cuenta de ello antes, quizá porque el azul brillante de sus irises opacaba todo lo demás.

foster; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora