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—¡Vamos Harry, tú puedes! —Merry vociferó a su lado. Niall tuvo que encogerse en su lugar para evadir el estruendo de su chillona voz.

Anne estaba a su otro lado, aplaudiendo con un brillo en los ojos de mamá orgullosa. Eso hizo a Niall preguntarse qué pensaría su madre de él si lo viera ahora. ¿Lo miraría con el mismo brillo en los ojos?

—¡Pégale con el palo! —exclamó Max, ahuecando sus manos alrededor de sus bocas.

—¡Sí, dale con el palo! —Greyson repitió.

Podían ver el partido perfectamente desde la parte más alta de las gradas. Era sábado y el equipo de Harry iniciaba una nueva temporada.

Ya se encontraban en el tercer cuarto y estaban empatados, Harry había anotado una vez. Era el centro, y guiaba al disco por el hielo con su palo. Ya tenían una infracción y faltaba poco para que el partido terminase.

Niall se descubrió así mismo apretándose las rodillas con fuerza, tornando sus dedos blancos. Había calor afuera, pero dentro del lugar, se estaba congelando.

Harry finalmente anotó, y levantó su palo en el aire, mientras el resto de su equipo lo derribó al hielo con empujones y tirones. Todos estaban sobre él, como una masa de personas por la cual no pudo ver más a Harry.

El tercer cuarto se dio por terminado y los equipos regresaron a sus respectivas bancas. Desde donde estaba, Niall podía ver a Harry quitarse su equipo a través del cristal, deshaciéndose de las espinilleras y posteriormente, de la cinta que rodeaba sus calcetas.

Se levantó, riéndose con uno de sus compañeros de equipo, que palmeó su espalda. Sus patines ya tenían sus protectores, y entonces, se inclinó sobre la barrera que separaba las gradas del pasillo para jugadores.

Entre el público, pudo ver a Cassie, con un jersey a blanco y negro con el apellido de Harry impreso en la espalda. Niall frunció el ceño.

Ambos conversaban amenamente. Harry le sonrió cuando ella se inclinó con los labios fruncidos, buscando un beso. Harry ladeó el rostro y se dejó besar la mejilla por aquellos labios pomposos y llenos de brillo labial.

Tragó saliva, y se sintió como un trago amargo.

• • •

—Fue increíble, amor —dijo Anne, recibiendo a su hijo con un abrazo.

Ya se había cambiado por completo. Ahora, solo llevaba el jersey del equipo puesto, grande y ondulante, y unos pantalones cortos deportivos. Cargaba la maleta con todo su equipo dentro colgando de su amplio hombro, con Cassie escondiéndose detrás de él.

—Cassie, ¿verdad? —ella extendió su mano hacia la muchacha detrás de Harry. Ella la tomó con una sonrisa amable, casi parecía no ser una bruja.

Hizo lo mismo con Robín, y el resto de la familia permaneció de pie, guardando un incómodo silencio.

—Siempre vamos a la pizzería que está cruzando la calle después de los partidos. ¿Quieres acompañarnos?

—Sería un placer, señora —dijo Cassie dócilmente. Niall decidió que sería un buen momento para ponerse los audífonos.

Los sacó de su bolsillo, enredados y casi deshechos. Mientras buscaba desenredarlos, Harry se paró a su lado.

—¿Qué te pareció el partido? —le preguntó, codeándolo ligeramente— ¿Te divertiste?

Niall no respondió. Se colocó los audífonos y se alejó de él, poniéndose de pie junto a Wylla para darle la espalda.

foster; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora