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Caminar ayudaba, a veces a despejar la mente o significar una buena razón para gastar dinero en una tienda de velas aromáticas

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Caminar ayudaba, a veces a despejar la mente o significar una buena razón para gastar dinero en una tienda de velas aromáticas. Savannah veía los estantes con detenimiento, era muy selectiva y es normal serlo, ya que debía escoger el mejor aroma.

— ¿Encontró lo que buscaba?

Volteo y era la encargada de la tienda, se conocían desde que se mudó, Sally tenía cincuenta y cuatro años, y era una buena escucha y aconseja, aparte de una buena amiga.

— Aún. — sonreí leve — Sucede que no encuentro la vela de menta y vainilla.

— La semana próxima llegará el pedido de velas, pero hay aromas igual de deliciosos, por ejemplo, rosas y lirios, lavanda y coco.

— Es extraño, no hay otro aroma que me guste como el de menta y vainilla. — miro por última vez las velas — ¿Podrías decirme el día para venir?

— Claro, serás la primera. — vio como Savannah bostezaba — ¿Sigues sin poder dormir por las noches?

— No es lo único extraño.

Si bien no le gustaba guardar secretos sabía que no todas las personas tomaban bien las confesiones que resultan fantasía, como paso con Dave.

— Debo irme, casi son las cuatro y por las nubes comenzará a llover. — cerro su chaqueta y se colocó su capucha.

— Llega bien a casa y saluda a Asher de mi parte.

Se despidió y salió. El camino no sería peligroso, de hecho, Cincinnati - Ohio no era una ciudad de temer, así que sus pasos fueron calmados.

Las gotas caían y se deshacían en el pavimento, personas que al igual que ella, retornaban a sus casas, algunas en sus autos otras a pie. Por suerte su chaqueta era impermeable, solo tendría que preocuparse por entrar en calor al llegar a casa.

Al doblar en una esquina notó a un hombre, parecía desorientado, pero su ropa estaba por completo empapada, dudaba su acercarse. Avanzo unos pasos más, tenía que pasar cerca de él, podría ser un vagabundo, sin embargo, a juzgar por su vestimenta estaba en un error. A solo centímetros de alejarse por completo escuchó que gritaba pidiendo que ella se detuviera, entro en pánico.

— No voltees, no voltees... — murmuró al apresurar sus pasos. Se abrazó a sí misma, la voz de hacía más cercana, él se aproximaba a Savannah, por las calles no había personas, así que si pasaba lo que temía nadie podría socorrerla.

— Por favor, necesito hablar contigo. — suplicó, pero no causó que obedezca, muy al contrario, corrió.

Saco las llaves de su bolso con nerviosismo, la introdujo en la cerradura y ya en segundos estuvo en casa, sana y salva.

— Savannah, ¿estás bien? — pregunto Asher su compañero inquilino, se acercó al ver lo asustada que se veía — ¿Qué pasó?

— Nada, solo la lluvia, eso es todo.

Subió a su piso y se encerró en su habitación. Aquel hombre le puso los pelos de punta.


— Juro que se me escapó de las manos, no pensé que

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— Juro que se me escapó de las manos, no pensé que...

— Lograste espantarla, te dije que no te expusieras y es lo primero que haces.

Edward se sentía un imbécil por reaccionar de esa manera, pero que podría hacer, sus instintos pudieron con él, nublaron su razón.

— Prometo que la próxima vez no será así. — Wyatt suspiro y fijo su mirada en su celular, debía contestar una llamada con un socio.

— Hazlo, pero recuerda, si sigues en esos pasos lo más seguro es que te denuncie y pida una restricción en tu contra.

Sin más se retiró de la habitación dejándolo pensativo, debía buscar una forma de acercarse sin parecer un imán de temor, lo que menos quería era alejarla.


— ¿Sav? — toco dos veces a su puerta — Savannah, la cena está lista, ¿bajarás?

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— ¿Sav? — toco dos veces a su puerta — Savannah, la cena está lista, ¿bajarás?

No obtuvo respuesta.

— Oye, sé que no te gusta que me inmiscuya en tus asuntos o.... lo que te bajen el ánimo.

Al otro de la puerta Savannah miraba hacia el techo. Ya eran muchas cosas inusuales y que para cualquier otra persona serían una total locura, necesitaba liberarse y decírselo a alguien, sin que piense que perdió la razón.

— Estoy bien, Asher.

Al abrirse la puerta Savannah se levantó y Asher estaba apoyado en el marco, se veía preocupado.

— Hablo en serio, todo está en orden, no hay de qué preocuparse, no tengo apetito.

— Foster, suéltalo, sabes que puedes decirme cualquier cosa.

— Fisher, cualquier cosa.

Soltó una risa porque prácticamente es lo que había hecho. Paso a sentarse a su lado, la miro y sonrió.

— ¿Tiene que ver con el porqué regresaste del trabajo? Tuviste un mal día o un cliente trató de...

— No, no Asher, fue un encuentro con un hombre extraño.

— ¿Hombre extraño? Savannah, ¿estás segura? — la vio suspirar frustrada, ahora sentía lo mismo que el chico del Coffe Coffe — No es que no te crea, solo pienso que en esta zona ningún vecino se salva ser poco inusual.

— Grito que me detenga y me siguió, ¿te parece algo que haría algún otro vecino?

— Solo diré que debes despejarte, comer una rebanada de pizza y empezar una noche de películas con tu inquilino favorito. ¿Qué dices?

— Digo que no eres solo mi roommate, también eres un buen amigo Ash. Y sí, sí me apunto a la pizza y las películas.

Unida Incondicionalmente al Alfa | Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora