Caricias relajantes en su cabeza y la comodidad que le daba estar acurrucada junto a Edward, mientras veían una película. Aunque se veían al menos iba por parte de Savannah, el Alfa estaba más ocupado pensando en cómo pedirle salir. Durante la noche pensó en cómo poder mostrarle a su lobo, pues sabía que ella ansiaba ver ese lado suyo. Aunque no lo dijera.
Luego de casi una hora por fin eligió la forma perfecta, un día de campo.
— ¿Crees que es linda?
Fijó la mirada en la mujer que se veía en la televisión y soltó una risa muy breve ¿Preguntaba en serio? No sé molestó en darle una respuesta en cuanto a palabras, pero sí con algo mejor.
— ¿Los besos en mi cuello significan...? — aquella acción provocaba leves jadeos en Savannah, eso solo significa para Edward que le fascinaba — Necesito una respuesta. — murmuró al verlo cara a cara.
— ¿No te bastó con mis besos? — lo miró con el entrecejo fruncido — Bien, bien te responderé. — sonrió — No es linda.
— ¿Preciosa?
— Savannah...
— ¿Hermosa?
— Savannah...
— Edward, se sinceró. — ante la mirada fija de Savannah sintió ternura.
— No es mi tipo de mujer, lo sabes muy bien. No deberías hacer esas preguntas.
— Claro, pero pregunto por qué no quitas la mirada de la pantalla.
— No prestaba atención a la película, solo pensé en lo que podríamos hacer hoy.
— ¿Hoy? Edward son casi las tres y media, no creo que...
— Si hay peros, pues te aviso que ya tengo todo listo, solo debes decir...
Aceptó.
El camino hacia la sorpresa fue corto, aunque silencioso. Edward evitaba hablar o más bien responder las dudas de Savannah. Estaba totalmente inmersa en sus pensamientos que no noto cuando su puerta estaba abierta y el Alfa le tendía su mano.
— Necesito que cierres los ojos, es parte del misterio.
Ella sonrió e hizo caso, al cerrar los ojos sintió una mano ajena en su cintura y otra tomando su mano derecha. Sus pasos eran inseguros y Edward lo notó, pero eran innecesarios, ya que no dejaría que caiga.
— Tanto misterio para una... — sin aviso se detuvieron y Edward susurro que abriera los ojos — Cita...
— ¿Valió la pena tanto misterio?
Definitivamente.
— Vamos que nos espera una noche emocionante. — la guio hasta el interior de la tienda, una muy bien decorada y con el espacio suficiente para ambos.
— ¿Lo hiciste todo tú solo? — tomo haciendo frente de la fogata.
— Esa era la razón por la que no estuve en el desayuno.
— Hiciste un excelente trabajo. — esbozo una sonrisa — Es... romántico. Nunca ningún chico hizo algo así por mí, la mayoría de los chicos con los que salí o llegué a tener una relación solo buscaban una cosa.
— Es muy fácil adivinar...
— Pero nunca dejé que pasara. Solo caricias y besos desesperados por llegar al punto deseado.
— Entonces eres virgen.
— Tal vez sea porque tengo el pensamiento de hacerlo cuando crea que deba o con la persona correcta. En realidad, perder la virginidad no es un juego, no es como apostar o regalar, es más importante. Es algo que no regresa si te arrepientes.
— Me gusta que pienses así.
— ¿Tú qué piensas?
— Desde el comienzo estaba destinado a ti, nunca tuve otras opciones. No porque no me lo permitieran, sino porque contigo sabía que tendría todo. La única mujer en mi vida con la que quiero experimentar absolutamente todo, es contigo.
— Entonces, ¿esa tarde fue tu primer beso?
— Sí, porque no hay otros labios que quieran rozar ni besar.
Pasaron unos minutos más platicando y probando los deliciosos malvaviscos y bebiendo chocolate caliente. Edward esa noche era más transparente de lo usual, dejaba relucir sus más profundos sentimientos y miedos. Savannah le sonreía sinceramente, reía de sus chistes, aunque no fueran tan buenos.
— Por favor, ya no más que me duele el estómago de tanto reír. — la miro. Estudió su rostro, sus ojos, boca y nariz. Perfecta. Ambos acostados dentro de la carpa en esa suave cama.
— Sé que soy pésimo para hacerte reír, no entiendo por qué te ríes.
— Por eso me rio Edward, pero me gusta que intentes hacerlo. — Savannah miró las luces que colgaba del techo de la carpa — Desde que nos conocimos te preocupaste por hacerme feliz, aunque no fuera sencillo pues no puse de mi parte.
— Fue complicado. — aún seguía mirándola — Pero el pensar que, en un futuro, que espero no sea muy lejano, pueda estar seguro de que tengo tu amor, vale la pena todo.
Aquellas palabras estrujaron su pecho, ella sabía que eso se debía a Edward, su dolor y esperanza era una mezcla que provocaba en su pecho un pinchazo.
Recordó que antes de irse de la casa de sus padres su madre dijo algo sobre que no lo dejará escapar. Quiso reír, ya que la persona que no dejaría escapar a la otra era Edward, no ella. Sin embargo, solo asintió y la abrazo.
— Creo que ya es hora. — murmuró.
— ¿De qué hablas? — preguntó ella en cuanto lo vio levantarse y quitarse la chaqueta — ¿Qué crees que debería hacer Edward?
— Tranquila no es nada de lo que te imaginas. — Lo último que vio era que salía — Ven, te aseguro de que es lo que has esperado desde que te lo prometí.
Se levantó y Savannah tuvo una buena vista trasera de Edward, que solo estaba en ropa interior.
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Unida Incondicionalmente al Alfa | Libro 1 |
WerewolfSavannah Foster, es una persona inteligente e independiente, que por azares del destino llega a manos del Alfa, Edward Pierce. Edward es alguien sumamente protector, tiene leves arraques de agresividad, y como es la naturaleza de cada licantropo, si...