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— Así que tiene una hermana, no le veo el problema, Sav.

— Lo es, Chiara, es un grandísimo problema y no, no puedo explicarlo, porque aún no debes saberlo. — desde que regresó a casa la idea de tal vez conocer a la hermana de Edward le causó nerviosismo.

— ¿Es tan grave? Entiendo que no puedas decirme. — Chiara suspiro y en ese momento su celular vibraba, era un mensaje de Demián.

— ¿Quién es?

— Demián. Hoy le dan de alta a Dane y quedé de ir con él.

Deseó poder ir y ver a su hermano, pero luego recordó que podría ser mala idea.

— Después te llamo, cuídate. — Savannah asintió y acabó con la videollamada.

Edward llegaba a casa luego de una larga caminata, necesitaba pensar, de repente el no permitir que Savannah saliera.

— No debiste, ¿cierto? — alzó la mirada y vio a Dorian salir de la cocina.

— Prometí que no bebería más, solo salí a caminar y despejar la mente.

— Sabia decisión Alfa, ¿y resultó?

— No como esperaba, pero al menos estoy más tranquilo.

Dorian esbozó una sonrisa.

— Tus padres te llamaron.

— Seguro quieren más información sobre Savannah...

— Edward, sé que la discusión que tuviste con tu padre te afectó, pero no puedes dejar que tu lazo familiar se vea afectado, George tiene un pensamiento distinto y es de mente cerrada.

— Entonces debí dejar que juzgará a Savannah sin antes conocerla.

— Alfa no...

— Que sea humana solo es un detalle, más no es una justificación. — sentía enojo de solo recordar la conversación con su padre luego de que la noche que la encontró. Pensó que se alegraría por él, pero no fue así. Hubo una discusión y George no entendía, Edward tampoco entendía el desprecio hacia su mate. Dorian tenía la intención de seguir con la conversación, sin embargo, Ciro los interrumpió. Al parecer ya tenía su reporte.

— Entonces solo fueron al centro comercial... — asintió Ciro — ¿En ningún momento las dejaron solas?

— No, Alfa.

Edward asintió y le indicó que se retirara.

— ¿Tuviste un mal día? — voltea a ver en dirección a las escaleras. Negó y se acercó hasta llegar al lado de Savannah.

— Estuve en la empresa. — evitó mencionar a Marian, aunque no contaba con que ella ya lo supiera. Subieron hasta el pasillo y por unos minutos Savannah analizó el rostro de Edward, se le veía levemente enfadado.

— Escuche un poco de la conversación... — murmuró Savannah.

— ¿Qué tanto? — cuestionó con el entrecejo fruncido.

— Solo te diré que no debes preocuparte por si no le agradó a alguien, es natural y no puedes cambiarlo. — acarició su mejilla suavemente la abrazo como protegiéndola. Sentía el dolor en su pecho, porque, aunque Savannah tratara de convencerlo de que no le afectó, en realidad era todo lo contrario.

— Él no te conoce, no puede ni debe juzgarte por ser humana, ya eres parte de nosotros y no lo voy a tolerar si de nuevo te hiere de cualquier forma.

La voz de Edward era gruesa y severa, se notaba el enojo en ella.

— No quiero que sufras de ninguna manera, y si está en mis manos poder evitarlo lo haré.

Unida Incondicionalmente al Alfa | Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora