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— Llegamos. — habló Edward, pero al voltear a ver a Savannah la vio dormida, profundamente dormida. Su rostro angelical era hermoso, solo con verla plasmaba una amplia sonrisa. Wyatt los veía muy feliz y le hizo una seña de que hiciera algo, y ese algo era llevarla en sus brazos hasta adentro.

Y así lo hizo, aunque en el camino poco a poco Savannah fue despertando y sorprendiéndose por la acción de Edward. Wyatt abrió la puerta cediéndoles el paso a ellos primero.

— Bien, esta será tu casa de ahora en adelante, si quieres algo solo basta con pedirlo, si te aqueja algún tema o algo por el estilo, solo debes decírmelo o a Wyatt.

— Tengo preguntas.

— Y serán respondidas, luego de las presentaciones. — ordenó con una voz impresionante de mando que cada trabajador de la casa se presentara ante ellos — Tienes a tu disposición a las personas de mi confianza, Juliette, una chef impresionante, Dorian, su esposo y chofer, luego Cirio y Valente, guardias de la casa.

— Supongo que de la limpieza no mandas a nadie.

— Me gusta ocuparme yo mismo. — sonrió y pasó a mirarlos.

— Ella es Savannah, mate del Alfa y por lo tanto Luna de la manada Pierce. — informó Wyatt.

Los presentes aplaudieron y felicitaron a la "pareja" aunque Savannah no terminaba de acostumbrarse, pues aún ni pasaban dos días desde que se enteró.

— Bien, dichas las presentaciones y aclarado el tema, le mostraré su habitación a Savannah, y cada quien a su puesto.

Y sin decir ni unas gracias subieron al segundo piso. Ese detalle no le agradó ni un poco.

— Esta es tu habitación, es la de huéspedes, si hubiera sabido que te encontraría hace tiempo ya estaría decorada...

— No hace falta, tal vez no me hubiera agradado, después de todo no me conoces ni sabes los gustos que tengo. — la habitación contaba con lo primordial: cama, escritorio y armario.

— Lo sé y será por poco tiempo porque mi curiosidad es mucha, así que seré muy observador contigo. — miró detenidamente a Savannah, y ya había perdido la cuenta de las veces que en su mente imaginó el día que ella por fin pudiera corresponder sus sentimientos.

— Entiendo, ¿ya podrías responder mis preguntas? — tomó asiento en su nueva cama al igual que Edward — ¿Eso es un sí?

— Pregunta cuanto quieras.

Lo pensó por unos segundos en la primera pregunta, de tantas que rondaban por su mente.

— Escuché que Wyatt se refirió a ti como un Alfa, sé que alguien llamado Alfa es importante. ¿Estoy en lo correcto?

— Sí, lo estás, soy el Alfa de la manada y tu mi Luna, mi compañera, somos los responsables de que cada miembro viva en paz y en las condiciones necesarias.

— Entonces, es como solo una unión de contrato...

— No, bueno, para los humanos es algo parecido a una relación, un noviazgo, pero lo nuestro es más fuerte y definitivo. Me refiero a que los humanos en cualquier momento puedes dejar de sentir algo, muy a diferencia de nuestro vínculo es irrompible e inquebrantable. — Savannah asintió — Siguiente pregunta.

— ¿Tú...? ¿Lo que sientes es instantáneo? Hablo de que no me conoces ya y dices que me necesitas.

— Te necesito, así como tú muy pronto lo harás y sentirás lo mismo que yo por ti, me amarás.

Más que ocho simples letras que cualquiera podría decir, se le escuchaba decidido.

— ¿Tienes más preguntas?

— Solo una...

— Adelante.

— ¿Cuándo podré ver tu lado lobuno?

— Pronto.

Unida Incondicionalmente al Alfa | Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora